El misterioso crimen del Mensajero de la Paz – GENTE Online
 

El misterioso crimen del Mensajero de la Paz

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Había salido todo de maravillas, hasta que el odio, absurdo y cruel, se cruzó en su camino. El viernes terminó de dar el segundo de sus shows en Guatemala. Fue en Quetzaltenango, una ciudad de 300 mil habitantes, en el oeste del país, que no es una plaza muy común para los artistas extranjeros. Como siempre, se movía con lo justo. Poco equipaje, su bastón y su clásico bolsito con lo imprescindible: una grabadora, cuadernos y al menos seis lapiceras, porque dibujaba y escribía incansablemente, a pesar de que casi no veía.

Antes del show hizo lo de siempre: durmió de 20 a 21, y un rato después, cuando pisó el escenario –ese lugar en el que no tenía edad– dejó de sentir dolor. Miles de personas lo aplaudieron y lo vivaron a toda voz. Rodolfo Enrique Facundo Cabral (74, enfermo de cáncer en la vejiga; hacía veinte días se había sometido a la última sesión de quimioterapia) regresó al hotel Tikal Futura, en la Calzada Roosevelt, donde para la mañana siguiente ya tenía reservada una van para dirigirse al aeropuerto. ¿El destino? Nicaragua. El domingo iba a dar su último show en Centroamérica, y el lunes, a reencontrarse con Buenos Aires, la ciudad que palpitaba, rodeado de libros y pinturas en su habitación (¡comprada!) del hotel Suipacha, o comiendo en Dadá con pintores como Rogelio Polesello o una de sus compañeras actuales más incondicionales, Eliana Aromando, asistente personal y amiga, quien esta vez no pudo acompañarlo en el viaje.

En la noche del viernes 8, el promotor nicaragüense de sus shows, Henry Fariña, se ofreció para llevarlo al aeropuerto La Aurora, y le espetó: “Tengo conmigo un auto con custodia”. En la habitación, antes de acostarse, y como todas las noches, Cabral tomó la guitarra que siempre “tomaba aire” fuera de su estuche, cerca de la ventana. Le pasó la gamuza. La acarició y le dijo “gracias”. A la mañana siguiente llegó, cretina, la muerte, o como él la llamaba, “la gran hembra”. O “el gran paso final, como el silencio en el teatro, antes de que se encienda la luz”.

Aproximadamente a las 5 am del sábado, acompañado por su representante, Percy Llanos, el trovador nacido en La Plata se subió a la Land Rover blanca de Fariña, quien iba al volante, con destino al aeropuerto. Facundo viajaba en el asiento del acompañante, con su bolsito cruzado y sosteniendo entre sus dos manos el bastón. Los seguía un auto de Fariña con custodia armada. En Bulevar Liberación y 14 calle, en las inmediaciones del puente El Trébol, los emboscaron tres camionetas. Una de trompa y dos de costado. Y se abrió el fuego. Recibieron 18 impactos de bala provenientes de unas Glock .40 y de armas calibre 9 milímetros. Cabral y Fariña fueron alcanzados por los disparos. El conductor detuvo el auto frente a una estación de bomberos. No hubo mucho que hacer. Facundo murió en el acto, como luego determinaron las pericias, víctima de un balazo en el lado izquierdo de la cabeza; tenía otras dos perforaciones de bala en un brazo y la espalda. Herido, el promotor fue trasladado a un hospital del sur de la ciudad, donde aún permanece fuertemente custodiado e incomunicado, y Percy Llanos, que viajaba en el asiento trasero (detrás del conductor), sobrevivió tras tirarse al piso. No terminó ahí. El piloto de la camioneta que custodiaba a Cabral siguió a los asaltantes, hasta que fue atacado por sujetos armados en otros dos vehículos, que desistieron, escaparon y regresaron a la escena del crimen. El cuerpo del hombre nombrado por la Unesco Mensajero de la Paz, ese que había hasta lavado leprosos en Calcuta y jamás tuvo tarjeta de crédito, seguía aferrado a su bolsito. Ese en el que llevaba retazos peregrinos de historias, en papel o en viejos casetes TDK.

“UN OPERATIVO BIEN PLANIFICADO”. En uno de los vehículos sospechosos del ataque, que fue hallado a 20 kilómetros de la capital, se encontraron chalecos antibala y municiones de AK-47. En el suelo había al menos 25 casquillos.

Luego de decretar tres días de duelo nacional en Guatemala, el presidente Alvaro Colom aseguró que los asaltantes son “sicarios profesionales” que “montaron un operativo bien planificado”. Las balas no eran para Cabral, sino para el empresario y promotor nicaragüense Fariña: la evidencia examinada revela que los disparos estaban dirigidos a quien manejaba la camioneta, que recibió ocho balazos y sobrevivió. Fariña, de 40 años, es dueño del cabaret Elite Club de Guatemala, y dirige una cadena de clubes nocturnos en Costa Rica, El Salvador, Nicaragua y Panamá. Jorge Mazzini, amigo y productor de los últimos shows de Facundo en el ND/Ateneo (Grabaciones conversadas, en mayo último), le explica a GENTE: “Lo único que sé de Fariña me lo dijo Percy Llanos, su representante para Centroamérica. Que Facundo iba contratado por una persona muy poderosa económicamente. Imagino que no es la primera gira que hacen con él”. Y agrega: “Si se subió a esa camioneta y cambió los planes es porque no le tenía miedo a nada. Era de la idea de que la muerte es algo que te puede tocar”.

Por su parte, no faltan las especulaciones sobre un ajuste de cuentas relacionado con el narcotráfico. Un productor de televisión guatemalteco que pide estricto off, revela: “Muchas veces pasa en este país, así como en México, que los narcos se las cobran o por una deuda, o incluso cuando no les gusta un show”. Luego de que el diario mexicano Reforma asegurara que en informes de la agencia antidrogas estadounidense (DEA) señalan a Fariña como un supuesto lavador de dinero, el presidente Colom (que puso a disposición a diez investigadores de la Policía) explicó: “Hasta ahora no recibimos indicios, pero vamos a conversar con la DEA al respecto”.

LA MUERTE EQUIVOCADA. “Facundo ya debe haber perdonado a los que lo mataron. Y nosotros no podemos ir en contra de su filosofía de vida”, le dicen a GENTE sus amigos, que recuerdan una de sus grandes frases para no llorar (o llorar menos): “No estás deprimido, estás distraído”. Y además agregan: “Su muerte fue cinematográfica, un cimbronazo de reconocimiento tardío en toda Latinoamérica. Mucho más que un final en la cama de un hospital”.
El duelo más sentido lo sufre la psicóloga marplatense Silvia Pousa, pareja de Cabral durante diez años y casada legalmente con él seis meses atrás, y quien es su hijo, Juan Francisco (18). El chico es ahijado de Facundo y lo llama “papún”. Ambos están desconsolados y decidieron no viajar a Guatemala por el doloroso momento que atraviesan.

EL ADIOS. A las 19 horas del lunes, un avión de la Fuerza Aérea mexicana dispuesto por el presidente de ese país, Felipe Calderón, partió de Guatemala con el cadáver del cantante. Al cierre de esta edición, el cuerpo (que posteriormente será cremado, a pedido del artista) es despedido públicamente en el teatro ND/Ateneo de Paraguay 918, sin dejar de hacer una pasada por La Biela, donde siempre le guardaban una mesa y donde dejaba reposar su guitarra en el sillón debajo del cuadro de Eva y Juan Perón.

En un principio habían evaluado hacer el adiós en la Legislatura porteña, donde Cabral había sido distinguido Ciudadano Ilustre en 2008, y donde fue recibido por Evita – que le dio su primer trabajo– cuando era chico. “Preferimos elegir un sitio no comprometido políticamente, y Facundo seguro hubiera querido despedirse de su gente en ese teatro”, asegura Mazzini.

Como en el show que dio en mayo. Ese día, antes de salir a escena, Cabral se dio media vuelta y le dijo a su productor: “Jorge, si ésta es la última vez que subo, pinten el cajón de rojo y festejen, porque mi vida fue una fiesta”. “Ya les di las gracias a ustedes. Las daré en Quetzaltenango y después que sea lo que Dios quiera, porque El sabe lo que hace”. Con esa frase, el filósofo de la vida cerró el que sería su penúltimo show.

“Ya les di las gracias a ustedes. Las daré en Quetzaltenango y después que sea lo que Dios quiera, porque El sabe lo que hace”. Con esa frase, el filósofo de la vida cerró el que sería su penúltimo show.

Comenta Silvia Pousa, su esposa desde hace seis meses, que se quedó en su casa de Mar del Plata junto a su hijo, Juan Francisco. El cuerpo permaneció en el lugar del crimen durante dos horas. La Nobel de la Paz Rigoberta Menchú se acercó al lugar del asesinato y dijo: “Es un dolor profundo. Me siento impotente”.

Comenta Silvia Pousa, su esposa desde hace seis meses, que se quedó en su casa de Mar del Plata junto a su hijo, Juan Francisco. El cuerpo permaneció en el lugar del crimen durante dos horas. La Nobel de la Paz Rigoberta Menchú se acercó al lugar del asesinato y dijo: “Es un dolor profundo. Me siento impotente”.

Hace un par de meses, caminando por el Paseo de la Recova, al salir de almorzar de Piégari, junto a Eliana Aromando, la última compañera del eterno caminante. Amiga, confidente, asistente personal e incondicional.

Hace un par de meses, caminando por el Paseo de la Recova, al salir de almorzar de Piégari, junto a Eliana Aromando, la última compañera del eterno caminante. Amiga, confidente, asistente personal e incondicional.

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