El maestro y su nuevo alumno – GENTE Online
 

El maestro y su nuevo alumno

Actualidad
Actualidad

Es fuerte verlos hablar y reír, no se sabe de qué, solos los dos en el
escenario vacío. Alcón y Cabré juntos, hermanados. Dos exponentes claves de
generaciones tan diferentes, tan distantes. Alfredo, generoso y vital, es capaz
de renegar de su experiencia fenomenal y trayectoria de ilustrísimo para
confesar que Nicolás le enseña. Nicolás se emociona y asegura que le cuesta
creer que la vida lo haya puesto en el escenario, a solas con Alfredo, en el
amanecer de su carrera. Y se subieron para ser padre e hijo. Ni más ni menos.
Alcón, en su doble rol de director y actor de la obra El gran regreso, del belga Serge Kribus, es un padre vulnerable y fracasado que se encuentra a lo largo de
todo un día con su hijo, Enrique, que tampoco tiene su vida muy ordenada.
Reproches, enojos, distancia y un encuentro final maduro. La obra, producida por
Adrián Suar, está en la sala Pablo Neruda del Complejo La Plaza, y expone otra
versión del clásico padre-hijo. Una relación que toca a todo humano, sin
excepción, y lleva a preguntarse por la clase de padre o hijo que hemos sido. ¿Y
ellos qué dicen?

-¿Y qué tal hijo sos?
Cabré:
-No creo que exista un buen o un mal hijo: sos hijo con las armas que
tenés y peleás con eso. A esas armas las entregan los padres y uno hace lo que
puede con ellas. Los padres siempre aman y dan herramientas con mucha lealtad
para que uno se forme y se haga una buena persona. Eso incluye ser un buen hijo.

-Alfredo, ¿qué clase de hijo fuiste?
Alcón:
-Mi papá Félix murió cuando yo era muy chiquito. De él tengo cuatro o
cinco recuerdos muy fugaces y los cuido mucho, porque es lo único que me quedó.
No sé cómo hubiera sido nuestra relación. Por esta razón, la relación con mi
madre, Elisa, fue muy intensa: hijo único de madre viuda es ser hijo por partida cuádruple, como mínimo. Pasamos por momentos de mucha comprensión y otros de
sentirnos dos desconocidos. Lo típico en una relación tan profunda. Los padres
son el primer hombre y la primera mujer de los que uno tiene conciencia de que
existen, influyen mucho en la visión posterior del mundo. Tengo un recuerdo
lleno de admiración por mi madre. Era valiente, muy humilde, y enfrentó sus
miedos y los de su familia porque yo quería ser actor. Ella fue a sacarme el
número de inscripción a la Escuela de Arte Dramático. Luchó para encontrar esa
inscripción y le guardo un cariño enorme.

-¿Te hubiera gustado ser padre?
Alcón:
-Sí, mucho, también me hubiera gustado ser hermano. Casi todas las cosas
que uno no es, las idealiza. Alguien que tiene hermanos sabe desde chico que en
la vida hay otros. Y que la persona que te quiere a vos, también quiere a otros,
es una experiencia que te acerca a la realidad. Envidio a la gente que tiene
hermanos e hijos. Yo tuve un ensayo lejano de cómo es la relación con un hijo
con Oscar Ferrigno, el hijo de Norma Aleandro. Me acuerdo que un día había una
manifestación de la Sociedad de Actores y una cantidad de adolescentes tocaban
tambores y gritaban consignas. Los miré y me sorprendí a mí mismo pensando: "El
que mejor lleva el ritmo es Oscar"
. Y me gustó, siempre pienso que a un padre le
pasa eso todo el tiempo. Ese sentimiento de orgullo filial me lo da Oscar…

-Cabré, sos hijo y hermano…
Cabré:
- Soy las dos cosas y ambas me hacen muy feliz. Tengo una familia de la
que disfruto muchísimo, maravillosa, eso incluye discusiones, peleas. Todo lo
que soy, en parte se los debo.

-¿Y vas a ser padre?
Cabré:
-Me gustaría mucho, pero por ahora no figura en mis planes. Me
conformaría con ser, con mis hijos, el cincuenta por ciento de lo que mi papá
Norberto y mi mamá Cristina son conmigo.

-La problemática padre e hijos había quedado un poco de lado en el teatro.
Alcón:
-En el teatro, porque en la vida es una constante.

-Los padres y los hijos están un poco desencontrados. Los padres quieren
parecerse a sus hijos y los hijos se desentienden bastante de los padres.
Alcón:
-De cualquier manera hay una relación padres-hijos, sólo que se da de
otra manera. La relación que nosotros mostramos en la obra no es modélica. Habla
de ciertas cosas que se parecen a la realidad, como la distancia entre un hijo y
un padre. Entre una madre y un hijo tocarse es lógico, no les cuesta. En cambio
entre un padre y su hijo hay más pudor. Mostramos un padre que le cuenta
debilidades a su hijo.

-¿Qué le pasa a Enrique frente a un padre tan vulnerable?
Cabré:
-Muchas cosas le pasan en el día en el que transcurre la obra. Va de la
bronca al amor. Surge la impotencia al no poder hablarle sin que se corte el
clima o se desvíen ante un tema difícil. Yo dejé de entender la obra no bien se
estrenó, porque tenía una visión de cómo eran las cosas y cada uno que viene se
lleva una interpretación completamente diferente.

-¿Hay cosas de la obra que te ocurren con tu papá?
Cabré:
-Tengo una muy buena relación con él, nos animamos a marcar nuestros
defectos. Si no le cuento todo es porque me lo olvido. Somos unidos, tenemos
confianza. De la obra sólo saco el pudor que debí superar para decirle "te
quiero" a mi viejo.

-¿Ahora se lo decís?
Cabré:
-Sí, claro. Tampoco es que estoy todo el día diciéndole: "Papi te
quiero
". El lo sabe y se lo demuestro. Por ejemplo, estando mucho tiempo con él.

-¿Y qué tal es Cabré como hijo?
Alcón:
-No juego a eso, sería un enfermo mental si lo hiciera. El actuar es
imaginar cosas, lo de usar la memoria emotiva y todo eso es un asco, eso de que
la gente se acuerda de cosas tristes para llorar, me parece bajo, enfermo. No
pienso si es mi hijo o no. No me pasa eso.

-Le pregunto igual. ¿Cómo es Cabré como hijo?
Alcón:
-El hijo ideal, porque nos permite a los dos hacer este juego de
encontronazos, y contar este cuento a la gente que cada uno recibe a su manera.
Sólo las malas obras tienen una sola lectura. Esta cuenta el alma de un tema.

-¿Qué le significa Cabré como actor?
Alcón:
-Es alguien que tiene una capacidad de vuelo muy alta, una sabiduría
innata, y deseo que alimente bien estas condiciones. Nicolás tiene todo:
intuición, imaginación, riesgo y generosidad. Aprendo mucho de él, y no porque
me lo enseñe, es como un viento que llega sin que lo advierta. Cada día me
cuenta algo que no se puede decir con palabras. Tiene esa capacidad muy
desarrollada, y a él hay que cuidarlo como algo muy delicado. Para mí es un
privilegio y un regalo de los ángeles trabajar con él.

-Tu turno, Cabré. Hablá de Alcón.
Cabré:
-Alfredo es un maestro sin proponérselo. Ni él sabe lo que enseña arriba
y abajo del escenario. Es una persona impresionante. Ni en mis sueños más
ambiciosos figuraba estar haciendo esto ahora y con él. Esto va más allá de los
resultados. Es un regalo. Adrián Suar me dijo dos días antes del estreno: "Va a
ir bien"
, y yo le contesté: "No me importa si vienen dos personas o dos
millones. Esta es una de las pocas cosas que estoy haciendo para mí en la vida".
Cada noche tengo el enorme privilegio de subir al escenario con Alcón, y lo
disfruto mucho.

Ellos están felices de trabajar juntos. Al margen de las tablas, tienen otros proyectos. Alcón estudia hacer El hombre que volvió de la muerte, en Pol-ka. Y Cabré, uno de los galanes de la tevé de los últimos años, no quiere hacer ninguna tira en el 2004.

Ellos están felices de trabajar juntos. Al margen de las tablas, tienen otros proyectos. Alcón estudia hacer El hombre que volvió de la muerte, en Pol-ka. Y Cabré, uno de los galanes de la tevé de los últimos años, no quiere hacer ninguna tira en el 2004.

Alfredo es un maestro sin proponérselo. Ni el sabe lo que enseña arriba y abajo del escenario. Es una persona impresionante. Ni en mis sueños más ambiciosos figuraba estar haciendo esto ahora y con él". ">

"Alfredo es un maestro sin proponérselo. Ni el sabe lo que enseña arriba y abajo del escenario. Es una persona impresionante. Ni en mis sueños más ambiciosos figuraba estar haciendo esto ahora y con él".

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig