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El gran cuerpo argentino

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Hay que tener la autoestima muy alta para pararse frente a Ingrid Grudke (27) y no sentirse un bicho canasto. Sobre dos piernas como columnas, estupendas, un torso impecable, lolas sin operar y… perfectas. Sonrisa llena de luz y, para qué seguir: es EL cuerpo de la Argentina.
Nacida en Oberá, Misiones (está encantada porque el último capítulo de Los Simuladores fue grabado en su pueblo), dice que su cuerpo es natural-natural, sólo la genética y una vida entera de deportista lograron semejante monumento.

El año pasado debutó como vedette aunque ella prefiera decir que actúa, que tiene parlamento, hace humor y baila, y no camina el escenario llevando plumas solamente. Junto a Nito Artaza trabaja en Robó, lo votaron y huyó. Asegura que cuando termine esta temporada volverá a full al mundo de la moda. Por ahora, cada aparición suya es un remolino que no para a su alrededor. Recordar la última entrega de los Martín Fierro, donde quitó la respiración a medio mundo. La otra mitad todavía intenta recobrar el aliento.

Al alba del lunes, luego de acostarse tardísimo por las dos funciones del domingo, está de muy buen humor. Le encanta el trajín de hacer una producción con miles de fotos. Es así Grudke. Un personaje que no necesita mucho para atrapar la atención.

-¿Cómo es andar por la vida con semejante envase?
-Tener un buen cuerpo en la Argentina te asegura sentirte bien. Somos muy fanáticos del físico, hacemos un culto de él. A mí me ayudaron mucho la genética y los deportes que hice de chica, eso logró que hoy no me mate con dieta ni con gym.

-Las que nos tenemos que matar somos nosotras. Si además de tener semejante cuerpo no hace nada para mantenerlo es tremendo.
-Bueno, alguna cosita hago. Una buena dieta suave, trato de hacer gimnasia cuando puedo porque mucho tiempo no tengo. A todo hay que ayudarlo.

-Vamos por partes. ¿Cómo es eso de la genética?
-Mis abuelos, tanto de parte de madre como de padre, son descendientes de alemanes. Mis hermanos tienen un cuerpo brutal. Somos hiperflacos y con los músculos marcados.

-¿Qué gimnasia hace?
-Cuando empecé a trabajar como modelo era rellenita, venía del interior, y allá no gustan las chicas tan flaquitas. Hacía básquet, voley, corría, nadaba y estaba muy fornida. Tuve que estilizarme con gimnasia muy localizada para elongar, quitarme los músculos. Yo era fanática de los deportes. Salía del colegio y me iba a jugar al básquet, era una pivote muy buena, daba unos saltos fenomenales. Desde los 14 a los 17 me la pasé haciendo gimnasia en un momento clave de la formación del cuerpo. Cuando empecé el modelaje lo dejé todo.

-¿Y cómo llegó al modelaje?
-Por un scouting.

-Pero cuando fue al scouting ya tenía una noción de que lo suyo y el cuerpo no eran algo muy normal.
-No era muy consciente de mi cuerpo. Simplemente fui a una fiesta universitaria. En el interior esas fiestas son típicas. Yo estaba en la Universidad de Arte de Oberá estudiando diseño gráfico, y me fui a Posadas a visitar a una amiga que estudiaba periodismo. A la noche fuimos a los "jueves universitarios" y había gente de Buenos Aires mirando a las chicas para elegir. Me preguntaron si quería participar, y dije que no quería porque soy muy tímida. Me impulsaron mis amigas sólo para divertirse a mi costa. Esa noche quedamos cuatro misioneras, y me dijeron que en un tiempo se iba a hacer la final. Después me avisaron que era finalista, y la verdad, es que vine a Buenos Aires sólo de curiosa. Me volví a Misiones a estudiar: pensaba que era lo que más me convenía. Al mes me volvieron a llamar para avisarme que la ganadora del concurso internacional Elite era suiza y venía a la Argentina por unos días. Me pedían que fuera a trabajar de traductora, porque hablo perfectamente alemán. Lo hice. La acompañé haciendo las traducciones, me divertía mucho y encima me pagaban. Pero ahí descubrí cómo era la carrera de verdad. Y me volví a Misiones de nuevo con una intriga: me daban ganas de saber más del modelaje. Después, de la agencia me mandaron cuatro meses a Barcelona, y eso fue definitivo.

-En Europa y en los Estados Unidos, ¿tienen las mismas exigencias con el cuerpo que en la Argentina?
-No. Trabajé en los dos lugares. Allá les dan mucha importancia a la cara, a los rasgos, tratan de buscar que sean chicas bien diferentes del común y, a su vez, diferentes de las otras modelos. Si además tenés buen cuerpo podés trabajar mejor en campañas de ropa deportiva, lencería o trajes de baño. Pero si hay una chica que les gusta mucho de cara ni se fijan en el cuerpo. Ellos usan la tecnología para armar un cuerpo a su gusto. Aunque siempre con piernas torneada y fuertes, lolas importantes y cola bien marcada y notoria.

-¿Y en la Argentina?

-Es todo lo contrario. Le dan muchísima importancia al cuerpo, tanto de los hombres como de las mujeres. Yo siempre me sentí muy bien con mi físico, pero tuve que sacarme de encima más de nueve kilos que tenía puestos en la cola, las lolas y en los brazos. Me costó un montón tener que estilizar los brazos. En otros países no les importa que tengas mucho de todo y sin marcar. Aquí queremos más abdominales y más lolas, todo súper marcado. Es lindo un cuerpo bien trabajado, pero no es bueno el fanatismo. Todo tiene su límite. Nosotros nos quedamos con la consigna de que debemos ser hiperflacas, y esa es la representación de la belleza en la cabeza de una argentina típica.

-Nos lo piden así.
-La sociedad entera lo pide, es cierto.

-Lo raro es que las mujeres quieren ser flaquísimas pero se ponen lolas enormes.
-Sí, el ideal es ser un palito con tetas. Pero eso es antiguo, fue quedando de la época en la que Kate Moss era el modelo a seguir. Esa imagen de mujer andrógina ya nada tiene que ver ni en el mundo de la moda ni en la vida cotidiana, pero nosotros nos quedamos ahí. Por eso es tan grande la diferencia entre lo que se usa afuera y acá. Por empezar, la belleza es salud y ser hiperflaca no es justamente una señal de salud. Aquí hacen dieta y gimnasia sin que estén indicadas para ellas. Nadie está informada por nutricionistas y profesores. No conocen su cuerpo ni las necesidades de esos huesos y esa masa muscular. Hay chicas, muy chiquitas, de 12 años, con problemas de alimentación por querer tener un cuerpo imposible.

-¿Qué le pasa a usted cuando mira sus piernas en el espejo? ¿Dice "gracias Dios mío por tenerlas"? ¿Cómo se ve el mundo desde ahí?
-Nunca en mi vida se me dio por autoelogiarme. Lo que sí agradezco es la educación que me dieron mis padres, que me enseñaron a querer mi cuerpo tal cual es.

-¿Cómo no se va a querer si es divina?
-Hasta los 13 años me decían "escarbadientes con ojo". Se mataban de risa de mí. Y yo lo tomaba bien. A los 14 me empezó a brotar de todo, cola, lolas, brazos, y todo muy marcado. Lógicamente me sentía mejor con todo eso.

-¿Qué le dicen por la calle?
-Siempre fui muy llamativa. Aún de zapatillas y jean sentía los ojos recorriéndome. Mido 1,78 m, tampoco es una gran altura. Como a todas las mujeres, me gusta que me miren. Ahora que soy popular siento mucho cuchicheo y me pongo tímida.

-¿Le preguntan cómo hace para tener semejante cuerpo?
-Mis compañeras de teatro no porque ellas tienen unos físicos impresionantes. Las que más se interesan son las que no pertenecen ni al teatro ni al mundo de la moda. Me piden consejos. Yo les digo que no sé nada ni de dietas ni de entrenamiento.

-Al menos una vez al día habla de su cuerpo, imagino.
-No tanto.

-¿Nunca nadie le dijo que tenía que hacerse una cirugía de tal o cual cosa?
-Que yo me acuerde, no.

-¿Usted no lo pensó?
-Nunca se me pasó por la cabeza.

-Es un gran ahorro, le aviso.
-Sí, se ahorra mucho. Además, les tengo pánico a las operaciones. Ahora digo que no, pero tal vez dentro de unos años la necesite. Estirarme la cara o una lipo. Lo que me pasa hoy es que no tengo cirugía ni la quiero. Cuanto más edad tenés y más te mantenés sin cirugías es un logro personal muy importante.

-Usted se viste para no pasar inadvertida.
-Me encanta tirarme el armario encima.

-Lo complicado de su vestuario es que tiene que estar preparado para resaltar lolas, cola, piernas, altura. ¿Cómo es su vestido ideal?
-(Se ríe mucho) El vestido que marque todo. Por eso estoy metida en esto. Yo sé que vendo y me apasiona vender. Aunque te aseguro que muchas cosas no me quedan bien.

-No me haga bromas.
-El strapless, por ejemplo, no me gusta. Y el juego que más divierte es taparme toda.

-¿Y con los hombres que tal?
-Yo ya tengo mi hombre, Luis Roca, y no registro nada de lo que los otros tiran para ver si pescan.

por Teresa Ferrari
fotos: Santiago Turienzo
producción: Gabriela Díaz y Sergio Barbaro
peinó: Juan Manuel, para Giordano
agradecimientos: El mundo de las pelucas, Sarkany, Mai Casal,
Susila Tantrik, Arquinoxidable, Sillón Corona www .clasicandnow.com, Silvana y Sweey Lady Ella asegura que hasta los 12 años le decían  palito con ojos y se reía. A los 13 vino la revolución hormonal y quedó así, de este tamaño y con esta perfección.

Ella asegura que hasta los 12 años le decían palito con ojos y se reía. A los 13 vino la revolución hormonal y quedó así, de este tamaño y con esta perfección.

Ingrid cree que sus antepasados alemanes le permitieron heredar cualidades que no es necesario nombrar. No se considera una vedette, y volverá al mundo de la moda no bien termine la temporada con Artaza.

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