«El conflicto de las papeleras es una tragedia, y tengo miedo, mucho miedo» – GENTE Online
 

"El conflicto de las papeleras es una tragedia, y tengo miedo, mucho miedo"

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Crónica de una mañana. No cualquier mañana. Una mañana con China Zorrilla. Cuando llego, “se está bañando”, me dice Laura, su asistente. Al rato llega un joven. “Vengo por las cortinas”, anuncia, y empieza a tomar la medida de las ventanas. Entra China, a cara lavada. Cara muy lejos, sideralmente lejos, de sus 84 (jamás ocultados) años.

–¿Vos sos el de GENTE o el de las cortinas? –pregunta, sin mirar a ninguno de los dos.
–El de GENTE soy yo, China. Buen día.

–Ah, sí… Ya te reconocí.
Le regalo una manzana perfecta, recién comprada, lavada y lustrada. –Tome, maestra. Para que me ponga una buena nota.

–¿No vino el fotógrafo?
–No. Todavía no.

–Entonces no me pongo la cara. Porque las actrices no nos pintamos, ¿sabés? Nos ponemos la cara.

–Comprendo. Hablemos así, a cara lavada. ¿Qué hay de nuevo en su vida?
–¡La sorpresa de anoche! Me dieron el premio Clarín a la trayectoria, ¡y me lo entregó Alfredo Alcón! ¡Fue tan emocionante! A la trayectoria, porque no sé si soy la mejor actriz de la Argentina, pero sí la más vieja… (a su empleada) Traéme un café con un poquito de leche y una sacarina… El premio me sorprendió, porque este año estuve poco en Buenos Aires y muy lejos de la calle Corrientes. Anduve de gira por mil pueblos con El camino a la Meca, la obra que estrenamos hace dos años y que reestrenaremos el 4 de enero en Multiteatro. Te espero…

–Me decía que se emocionó mucho…
–Ah, sí. Porque el premio me lo dio Alfredo. Nunca actuamos juntos en teatro, y por eso, en la ceremonia, me hice la ilusión de que estábamos actuando.

–¿Cómo le fue en la gira?
–Maravillosamente. No hay experiencia como una gira, y yo estoy graduada en esas lides. Llego a un pueblo que puede tener un hotel cinco estrellas o media estrella, no me importa. Lo que quiero es que llegue la noche, hacer teatro y llenar la sala. Cuando vuelvo aquí, a mi casa, y me acuesto en mi camita con esta delincuenta (Flor, su perra cocker, la cuarta de su vida), me parece que estoy en la cama de María Antonieta…

–¿Por qué dice que no hay experiencia como una gira?
–Por todo. Cualquier pueblito tiene un teatro de quinientas o mil plateas levantado por un italiano inmigrante que se enriqueció y lo primero que hizo fue construirlo. Es conmovedor.

–Mientras, en Buenos Aires los demolían.
–Sí, acordáte: el Odeón, el Politeama. Un crimen. Después, el público. Extraordinario. Mirá que no estoy haciendo Canuto Cañete, conscripto del Siete. Estoy haciendo una obra seria, difícil. Una historia sobre el apartheid en Sudáfrica, que fue horroroso. Allí todavía hay lugares donde viven mil negros y hay una sola canilla. Pero el público, aun el más sencillo, se interesa, comprende, aplaude, pregunta, agradece. Mirá qué ejemplo para los que hacen basura por televisión. Claro, si te morís de hambre y no hay más que bosta, comés bosta, pero no porque te guste… (Flor, la perra, se le ha dormido en la falda como un bebé) Te digo algo: no se puede pasar por la vida sin saber lo que es un perro, un gato, un animal. La primera que tuve se murió a los trece años. Fui su madre, su novia, su amiga… Siempre te están esperando, porque lo único que quieren es saber que existís… Bueno, perdonáme: ya agarré uno de mis desvíos…

–Lo mejor que tiene son sus desvíos, China. Pero hay un tema que…
–Me imagino. No me digas. Las papeleras.

–Sí. Hoy, los diarios estallan. Mire los títulos: Nuevo choque con Uruguay en La Haya, Uruguay dio por terminada la mediación de España, y un artículo de Pacho O’Donnell que termina así: ‘Para desencadenar la Primera Guerra Mundial fue suficiente un único disparo’, etcétera.
–¡No me digas! (llama a su empleada) Andá al primer kiosco que encuentres y comprá La Nación. Laura, dale plata… Lo de las papeleras es una tragedia. Hubo algunos amagos de arreglo, pero empeora día a día. Tengo miedo de que esto termine con una ruptura de relaciones. Y el miedo es un dolor físico. Es como el dolor de muelas…

–Le sigo leyendo a Pacho: “En 1969, a raíz de un partido de fútbol, estalló una guerra entre El Salvador y Honduras. La Guerra Civil Española comenzó con el asesinato del teniente de asalto Castillo y siguió con el del político de derecha Calvo Sotelo. Las tropas uruguayas llegaron a tomar posición. Para iniciar una tragedia no hace falta un Pearl Harbor.
–Es horrible. Hay que hacer cualquier esfuerzo para impedirlo.

–Usted es tan uruguaya como argentina, y viceversa. ¿Qué le dice el corazón?
–Me pide que no se rompa el diálogo. Lo dijimos anoche, en el escenario de los premios Clarín, con Natalia Oreiro, que también es uruguaya. Me acuerdo que cuando fue el Che Guevara al Uruguay, hace casi medio siglo, los jóvenes le hacían preguntas sobre tipos de armas, y él les dijo: “Piensen mucho antes de apretar el gatillo por primera vez, porque se sabe cuándo sale la primera bala, pero nunca se sabe cuándo sale la última”. Tenía razón: estas cosas empiezan de a poco.

–¿Qué opina de Tabaré Vázquez?
–Lo conozco mucho. Hablo con él. Tiene la obsesión de un mundo no contaminado, de modo que jamás permitiría en su tierra una empresa que envenenara el aire. Además, me parece imposible que Finlandia, un país modelo, le muestre al mundo un negocio basado sobre la contaminación.

–¿Qué opina de Néstor Kirchner?
–Tengo una foto con el Pingüino, mirá. Además, es mi vecino: tiene un departamento acá nomás, en la esquina. Alguien que vive en la calle Uruguay no puede ser del todo malo… Además, tenemos que apoyarlo y desearle que le vaya bien, porque ese señor que está en el Sillón de Rivadavia –y aunque a veces le daría un tirón de orejas– es lo único que tenemos. Los dos deberían (y todos deberían) tomar el ejemplo de Boca-Estudiantes…

–Agarró el desvío del fútbol, China…
–No. Este no es un desvío. Soy de Boca, y aplaudí a Estudiantes porque jugó mejor y nos ganó muy bien. Pero además, la hinchada de Boca aplaudió a los jugadores de Estudiantes. ¿Te das cuenta? ¿No será hora de aplaudir al que piensa distinto, de dialogar, de poner sensatez en esta suma de equívocos y de enconos? ¡Por Dios, si uruguayos y argentinos somos lo mismo! Jamás, al viajar de una orilla a la otra, sentí que cambiaba de país. Pero esto se calienta cada vez más. Hay muchos que ya están devolviendo la casa que alquilaron en Punta del Este, y muchos más que sólo pueden llegar por tierra pero no pueden, por los cortes.

–¿Hablará con Tabaré?
–Sí. Los Treinta y Tres Orientales nos conocemos todos. Además, quiero sumar gente al movimiento que empezó Juan Carr. ¡No te imaginás la cantidad de gente que me llama para sumarse a ese grupo! Lo único que pido es sensatez, diálogo, paz, y que recuerden una estrofa de milonga de Borges. ¿La conocés?

–Es posible que sí. Pero la prefiero recitada por usted.
–“Milonga para que el tiempo / vaya borrando fronteras / por algo tienen los mismos / colores las dos banderas”. Mirá qué simple, qué cierto, qué perfecto. Mirá qué lección.

“<i>Soy tan uruguaya como argentina, y tan argentina como uruguaya. Jamás, yendo de una a otra orilla, sentí que cambiaba de país. ¿Cómo es posible que se haya llegado a esto?</i>”

Soy tan uruguaya como argentina, y tan argentina como uruguaya. Jamás, yendo de una a otra orilla, sentí que cambiaba de país. ¿Cómo es posible que se haya llegado a esto?

En la noche del lunes 18, en el <i>Luna Park</i> y ante una multitud que la aplaudió de pie, China Zorrilla recibió el premio Clarín a la trayectoria de manos de Alfredo Alcón. Seis décadas de trabajo en teatro, cine y televisión, siempre con éxito.

En la noche del lunes 18, en el Luna Park y ante una multitud que la aplaudió de pie, China Zorrilla recibió el premio Clarín a la trayectoria de manos de Alfredo Alcón. Seis décadas de trabajo en teatro, cine y televisión, siempre con éxito.

“<i>Si es necesario, estoy dispuesta a hablar con los presidentes Kirchner y Tabaré para aportar una cuota de sensatez y rogarles que no corten el diálogo</i>”.

Si es necesario, estoy dispuesta a hablar con los presidentes Kirchner y Tabaré para aportar una cuota de sensatez y rogarles que no corten el diálogo”.

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