“El colegio no me gustaba, pero de algo me sirvió: ¡ahí conocí a mi novia!” – GENTE Online
 

“El colegio no me gustaba, pero de algo me sirvió: ¡ahí conocí a mi novia!”

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El nene de tan sólo 20 meses corre por la salida del túnel mientras en las tribunas la gente se queda ronca gritando “¡Que esta noche, cueste lo que cueste/ esta noche tenemos que ganar!”. Y el nene enfila para el medio de la cancha vestido de pies a cabeza con los colores negro y amarillo. Minutos después, aunque no entiende muy bien por qué, posa junto al equipo que, de manera unánime, lo había elegido como mascota. Esta es la primera imagen que se les viene a la mente a aquellos bahienses, gente que ya peina canas, cuando escuchan hablar de Rodrigo Palacio.

Por las calles ventosas de Bahía Blanca todos tienen una historia para contar sobre Rodrigo, el muchacho que nació el 5 de febrero de 1982 y que hoy es la figura de Boca. El mismo que hace apenas unos días se dio el gran gusto de su vida: coronarse campeón en la primera cancha profesional que pisó en su vida.
“Mirá, si vas a contar algo sobre Rodrigo tenés que hablar primero de su papá, José Ramón. Hoy, cuando lo veo al pibe desbordar por derecha o izquierda, enseguida me acuerdo de su viejo. Un tipo que se destacó como un excepcional jugador pero, por sobre todas las cosas, como una gran persona. ¡Poné eso, eh! ¡Los Palacio son todos una familia increíble!”, cuenta Juan Carlos Pani, el hombre que hace más de veinte años vende choripanes en la puerta de la cancha de Olimpo.

Como bien apunta Pani, la historia de Rodrigo como jugador de fútbol está cien por ciento ligada a la de su padre: “Mi viejo jugó en la Primera de Olimpo casi hasta los 40 años. Y cuando se retiró puso una escuelita de fútbol en Bahía. Por eso creo que yo no tenía otro destino que la pelota... Además, te confieso, para el colegio era un vago. Yo me la pasaba jugando al básquet y al fútbol, aunque si tenía que elegir siempre me gustó más la número cinco. Repetí una vez el colegio y me llevé materias casi siempre, porque no me gustaba estudiar. Al final me recibí después de los 18, y porque mis viejos –en especial, mi mamá, María Isabel– me apretaron las tuercas”, confiesa el hermano mayor de Martina, Melisa y Gonzalo.

Pero su carrera –que hoy irremediablemente tiene destino europeo y que pide pista para ocupar un lugar entre los 22 jugadores que José Pekerman llevará al Mundial de Alemania 2006– no siempre fue sobre ruedas. Cuando toda la ciudad quería verlo destellar en Olimpo, su presidente dijo: “Mientras yo mande acá, Palacio nunca se pondrá esta camiseta”. Eso sentenció Jorge Ledo, el mandamás del club bahiense. Un conflicto de honorarios con El Gallego (papá de Ro) –ídolo del club en donde se había desempeñado durante ocho años como jugador y entrenador de juveniles–, le cerró las puertas a Rodrigo para jugar en el equipo que lo había tenido como mascota antes de cumplir los dos años.

Pero a pesar de los contratiempos, el futuro de Palacio estaba marcado. Primero se destacó como jugador en el club Bella Vista por la Liga del Sur y el Torneo Argentino B –debutó en abril de 1999–, y tres años después, en agosto de 2002, llevó su velocidad y su gambeta endiablada llena de potrero a Huracán de Tres Arroyos. Justo cuando terminaba el colegio secundario y dividía su amor entre el fútbol y Wanda Fernández, Wendy, su novia, a quien conoció en el colegio secundario en esos días en que soñaba con jugar en Primera: “Empezamos a salir cuando repetí cuarto año y nunca más nos separamos”, dice orgulloso Rodrigo al hablar de la persona con la que hoy comparte un departamento en Puerto Madero.

Su llegada al fútbol grande fue en el 2004, cuando Banfield lo mudó a Buenos Aires. Junto con Daniel Bilos –su mejor amigo, actual compañero de cuarto en las concentraciones–, y dirigidos por Falcioni, conformaron uno de las mejores delanteras que tuvo El Taladro, e inmediatamente Boca puso sus ojos en este diamante en bruto. Y a principios de 2005, justo cuando el club celebraba sus cien años de vida, dio el gran salto y se puso la azul y oro: “Llegar a Boca ya era un sueño para mí y para toda mi familia. Y si bien era consciente de que las chances de salir campeón eran muchas, jamás pensé que se me iba a dar todo tan rápido. Hace unos tres años estaba jugando en el Torneo Argentino B y hoy estoy en el club más importante de la Argentina, algo que a muy pocos jugadores les toca vivir. Cuando pienso que ya tengo dos títulos en mi vitrina –la Recopa y el Torneo Apertura 2005–, no lo puedo creer”, cuenta Palacio, minutos antes de partir hacia el Hotel Intercontinental, donde esperará ansioso el partido final que Boca jugará el domingo ante Los Pumas de México por la final de la Copa Sudamericana. (N . de la R.: Esta charla se realizó el viernes 16).

“¿Yo, en la tapa de los Personajes de GENTE? Me da mucha vergüenza”, confiesa entre risas. Porque a pesar de todo lo que ganó, todavía no perdió la timidez que lo caracterizó desde su infancia, y acepta un mano a mano para hablar de todo: su vida, Boca, los títulos y su ilusión de jugar el Mundial en Alemania 2006 bajo las órdenes de Pekerman.

–¿Te adaptaste rápido al cambio que significó pasar de Bahía Blanca a Buenos Aires?
–No, la verdad es que me costó más de lo que esperaba. Yo estaba acostumbrado al ritmo de vida de mi ciudad o Tres Arroyos y pasé a una ciudad con mucho tránsito; la gente al principio me parecía una locura. Pero tuve la suerte que de entrada desembarqué en Banfield, un barrio que tiene un parecido con Bahía, y empecé a acostumbrarme. Por eso, ahora que me mudé a la Capital, el cambio no fue tan brusco. Igual, te confieso: ¡casi no conozco ninguna calle! Por suerte vivo con mi novia, que se maneja mucho mejor que yo, y cuando tenemos que ir a algún lado ella sabe cómo llegar.

–Recién hablabas del sueño que significó jugar en Boca. Encima fuiste el goleador del equipo y una de las figuras del torneo. Mejor imposible, ¿no?
–Trato de no pensar mucho en mi juego y relaciono todo con el equipo, porque siento que los títulos los gana todo el plantel, incluyendo hasta los utileros. Pero sé que este momento lo tengo que disfrutar mucho con toda mi familia, porque no es algo que se te da todos los días.

–Encima pudiste desmentir el refrán que reza: “Nadie es profeta en su tierra”. ¿Qué sentiste cuando estabas dando tu primera vuelta en Bahía Blanca?
–Fue increíble, porque muchas de las personas que estaban en la cancha vieron mis comienzos en Bella Vista. Se me vinieron los recuerdos de cuando mi papá jugaba en Olimpo y yo entraba como mascota del equipo, cosas muy lindas. Fue emocionante, tanto para mí como para todos los que me quieren.

–Si bien arrancaste bien en tu llegada a Boca, en la última etapa del Chino Benítez tuviste un bajón. ¿A qué se debió esta explosión de los últimos meses?
–Agarré más confianza, metí un par de goles de entrada, Boca empezó a ganar y eso te ayuda mucho. Porque si a vos te va bien, pero el equipo es un desastre, no sirve de nada. Acá se dieron un montón de cosas, mi rendimiento y un equipo que salió campeón.

–¿Cuánto tuvo que ver el Coco Basile en todo esto?
–Mucho. No bien llegó, me corrigió algunas cosas y me dio la confianza para que pudiera jugar libre arriba, como lo hacía en Huracán de Tres Arroyos y en Banfield. Además, Basile tiene un estilo de juego que favorece a los delanteros.

–Se viene el Mundial, y para muchos la Argentina es un candidato indiscutido. ¿Vos qué pensas?
–¡Que sería muy lindo jugarlo! (risas). Pero sé que está difícil; adelante mío hay jugadores excelentes. Además, los que fueron convocados se lo merecen, porque están haciendo muy bien las cosas en sus equipos. Sin embargo, mientras se pueda hay que pelearla; si viene la posibilidad, mejor. Y si no, ya llegará.

–Y cuando ves que los medios dicen que Palacio debe estar y ser titular, ¿qué pensás?
–Que los periodistas y la gente piden a todos: a Palacio, a Agüero, a Castromán… Pero la realidad es que Pekerman tiene que citar a 22, y de ésos, sólo cuatro son delanteros. En un Mundial muchas veces no hay lugar para todos los que quiere la gente. Igual estoy muy agradecido y orgulloso: si te piden tanto para la selección, debe ser porque estás haciendo las cosas bien.

–La semana anterior se habló del interés por contratarte de varios clubes europeos, entre ellos, nada menos que Juventus y Barcelona. ¿Soñás con jugar en Europa?
–Por ahora tengo contrato con Boca hasta el 2007, y en este momento no puedo pensar en otra cosa. Cada tres días estamos jugando una final y no hay lugar para ese tipo de distracciones. Eso lo escuché, pero ya se verá más adelante. Hace sólo un año que estoy en el club y tengo muchas ganas de quedarme un tiempo más.

–Si tuvieras que pedir un deseo de fin de año sabiendo que se te va a cumplir sí o sí, ¿cuál sería?
–Nada que tenga que ver ni con el fútbol ni con mi carrera. Pediría que mi familia sea feliz, que disfrute de este presente y que tengan salud. Ellos tienen mucho que ver con todo lo bueno que me está pasando y los quiero tener mucho tiempo a mi lado.

Con sus gambetas y desbordes, volvió locos a la mayoría de los defensores este último año. Su colita trenzada es una cábala que nació una tarde, cuando Huracán de Tres Arroyos ganó con dos goles suyos.

Con sus gambetas y desbordes, volvió locos a la mayoría de los defensores este último año. Su colita trenzada es una cábala que nació una tarde, cuando Huracán de Tres Arroyos ganó con dos goles suyos.

“<i>Llegar a Boca fue un sueño. Y si bien era consciente de que teníamos muchas chances de salir campeones, jamás pensé que se me iba a dar todo tan rápido</i>”

Llegar a Boca fue un sueño. Y si bien era consciente de que teníamos muchas chances de salir campeones, jamás pensé que se me iba a dar todo tan rápido

Rodrigo festeja con Palermo y Battaglia el primer gol de Boca ante Independiente la tarde que se empezó a acariciar el campeonato.

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“<i>Sé que hay varios equipos europeos interesados en mí, pero yo tengo contrato con Boca hasta el 2007 y tengo ganas de quedarme acá un tiempo más</i>”

Sé que hay varios equipos europeos interesados en mí, pero yo tengo contrato con Boca hasta el 2007 y tengo ganas de quedarme acá un tiempo más

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