El cerebro y la alimentación: por qué es tan importante cuidar lo que comemos y cuál es la relación con los trastornos alimenticios – GENTE Online
 

El cerebro y la alimentación: por qué es tan importante cuidar lo que comemos y cuál es la relación con los trastornos alimenticios

Hoy 22 de Julio se celebra el Día Mundial del Cerebro, una fecha para concienciar sobre el potencial, los riesgos y enfermedades de este órgano vital.
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Existen miles de estudios que señalan la importancia de una alimentación saludable en la vida de las personas. En el Día Mundial del Cerebro, los especialistas hacen hincapié en cuán fundamental es cuidar lo que comemos para proteger al cerebro.

"Cualquier carencia de nutrientes puede afectar significativamente en el funcionamiento cognitivo. Por ejemplo, se ha demostrado que una alimentación balanceada, que aporte grasas buenas, proteínas, vitaminas y minerales, puede ser de gran ayuda para preservar la memoria, mejorar el rendimiento intelectual, incluso disminuir la probabilidad de sufrir Alzhéimer", dice la psicóloga Mara Fernández (MN. 36031), que es especialista en TCA.

En cuanto a los trastornos de la conducta alimentaria, investigaciones recientes de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai (Nueva York), han estudiado que tanto el aumento como la pérdida de peso son consecuencia de un mecanismo en cadena de los distintos núcleos del cerebro, indica la especialista.

En este sentido, el hipotálamo, área cerebral que controla el apetito, y la distribución de masa corporal, se ve afectado por una molécula que activa a cierto grupo de receptores que pueden desencadenar en la sensación de hambre o saciedad.

"En el cerebro existen neurotransmisores, esas sustancias químicas que se producen en el interior de las neuronas, que actúan como 'mensajeros' y 'mediadores', para transmitir información entre sí. Hay miles de neurotransmisores para cada sustancia, o para comunicar cada función. En el caso de los TCAs, como la anorexia, la bulimia nerviosa y la obesidad, algunas de esas moléculas neurotransmisoras como la serotonina (relacionada también con el estado de ánimo, la ansiedad y las obsesiones) y la dopamina (involucrada en la motivación, la búsqueda de recompensa y la actividad motora) se encuentran especialmente alteradas", apunta la licenciada.

Por otro lado, en el cerebro humano se "interpretan e integran las emociones". Muchas de las neuronas que se encuentran en él, están involucradas en los procesos emotivos. Es decir, el cerebro tiene áreas específicas para comenzar, entender, elaborar, memorizar y atender a cada emoción.

"Las emociones tienen un rol fundamental en la vida de las personas: con ellas identificamos señales de alarma para actuar rápidamente ante un estímulo, aumentan la capacidad de memoria, modifican el estado de alerta y generan conductas para incentivar la atención y la comprensión social de nuestro estado anímico", dice Fernández.

Y añade: "Emociones como el enojo, llanto, la sensación de asco o la risa, son respuestas que se inician en el sistema límbico, se procesan en determinadas estructuras neuronales claves para la memoria y el aprendizaje (en los ganglios basales, el hipocampo y el cerebelo) para posteriormente ser interpretadas, y proyectadas a regiones neuronales relacionadas con la parte ejecutiva superior del cerebro (la corteza prefrontal, parietal y temporal)".

Los trastornos alimenticios y su relación con el cerebro

Para la licenciada en nutrición Agustina Murcho, "es un gran error pensar que el apetito no está activado en personas con TCA". La especialista explica que si se hacen estudios en personas con anorexia, se ve que la hormona del apetito (Ghrelina) está muy elevada, y hasta los niveles de cortisol - hormona del estrés- están muy altos, "justamente por el hambre que hay".

"Lo que sucede es que la persona con anorexia tiene la corteza prefrontal (parte del cerebro que se encarga de la toma de decisiones y es inhibitoria) muy activada, entonces pueden anular y no sentir el apetito para no ingerir alimento", sostiene Murcho.

Según apunta la nutricionista, en la anorexia el placer y las emociones suelen estar anuladas. A su vez, en la ortorexia - que es la obsesión por querer comer 100% sano y natural- sucede algo parecido.

Mientras que en trastornos más compulsivos como la bulimia o el trastorno por atracón hay una hipofunción de la corteza prefrontal, por lo tanto, la toma de decisiones y la inhibición es menor. "El sistema de recompensa (que es el que nos dice qué nos da placer y qué no) funciona mucho más. Necesitan más comida para sentir más placer, y casi nunca es suficiente, entonces al funcionar todo mucho más, viene la compulsión".

"Muchas veces para no pensar, no decir, no sentir y calmar las emociones recurrimos a la comida, a esos alimentos de confort más placenteros, que sólo hace que por unos minutos nos olvidemos de todo, "solucionando" el dolor del momento, pero sabemos que no es la manera, ya que no sólo ingerimos alimento que no necesitamos sino que no nos permitimos sentir ni expresar esa emoción, y el problema no se resuelve, sino que sigue ahí y además le seguimos enseñando al cerebro a que cada vez que no queramos hablar o expresarnos, hay que recurrir a la comida", finaliza.

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