“El accidente me cambió: ya no priorizo el trabajo ni el éxito” – GENTE Online
 

“El accidente me cambió: ya no priorizo el trabajo ni el éxito”

Actualidad
Actualidad

Betiana Wolenberg (20) tiene una historia diferente al resto de las modelos: “Yo me crié en el monte, en el medio de la selva…”, recuerda la misionera que vivió muy cerca de los yerbatales de su padre hasta los 15 años. “Andaba todo el día en patas, trepaba árboles, una vida muy silvestre”, dice, y agrega un dato sobre las mascotas que la acompañaron durante su infancia: “Allá, en vez de perros o gatos, teníamos ranas. Me acuerdo que una vez apareció una con un problemita en la pata, la entablillamos y con caricias la curamos”, recuerda la chica de Dotto Models.

Digamos que la anécdota ya la diferencia del resto de sus colegas. Pero no fue ese pasado de tierra colorada lo que hoy la hace tan distinta al resto. No. Lo más increíble pasó después: el 21 de octubre pasado, recién llegada de Nueva York, mientras viajaba junto a su novio piloto, Santiago Rossi, hacia una carrera de cuatriciclos en Melincué, provincia Santa Fe, Betiana protagonizó un milagro...

Porque entonces el Volkswagen Bora gris corría. Se desplazaba a unos 200 kilómetros por hora, hasta que en el kilómetro 187 de la Ruta Nacional 8 el auto despistó y dio varias vueltas sobre sí mismo: ella voló cincuenta metros y estuvo cuatro días en coma. Santiago perdió la mano derecha que, horas más tarde, le fue re-injertada. “Estoy segura de que no era nuestro momento; si no, hoy no podríamos estar vivos”, reflexiona Betiana. Es decir, que los chicos hayan sobrevivido fue un milagro, pero el caso de la modelo fue aún más impresionante: está impecable, ya luce sus esculturales 88-60-85 y no para de trabajar. “En enero no caminaba, pero hoy volví a moverme y no puedo dejar de hacer ejercicio: voy al gym, me exijo muchísimo y me encanta patinar. Trato de ir casi todos los días a Palermo”, cuenta Beti, que fue invitada por Personal a la apertura del Cerro Catedral, en Bariloche.

–No sé por qué, pero te veo en una próxima edición de Patinando por un sueño…
–(Ríe) Pancho ya había hablado algo y el doctor no me dejó, porque en enero yo apenas había soldado mi cadera y ya empezaban los ensayos... Pero me veo, porque me encanta patinar, aunque el hielo no es mi especialidad. Me repuse tan rápido que podría hacerlo.

–¿Estás totalmente recuperada?
–Sí. Lo único que estoy haciendo es foniatría. El médico de la garganta me dijo que tengo que hacer diez sesiones, por la voz. Cuando me intubaron me tocaron algunos músculos y quedé medio afónica. Tengo que aprender a hablar y respirar de vuelta, porque me agito.

–¿Cuál fue el momento más difícil de la recuperación?
–Estaba en una cama sin moverme, porque tenía la cadera quebrada, y por momentos no podía respirar. No tener aire fue espantoso; no se lo deseo a nadie. Eso me ponía nerviosa, pero no podía llorar. Entonces me la agarraba con mamá y ella se bancaba todo. Las cirugías en la garganta fueron tremendas. El médico me decía que podían ser una o diez; al final fueron cuatro operaciones.

–¿Cambió tu mirada hacia la vida?
–Pasaron nada más que ocho meses, y estoy perfecta, sana. Después de una situación límite mirás todo desde otro punto. Valoro las cosas sencillas de la vida: parece una pavada, pero no sabés lo que puede significar el hecho de caminar, respirar o volver al trabajo después de todo lo que me pasó.

–¿Y tomaste una actitud de “a partir de ahora no me importa nada”?
–Yo siempre tuve al trabajo en primer lugar, y ahora sé que lo que más importancia tiene es la familia. En un principio preguntaba pavadas, me preocupaba por volver a los desfiles, pero cuando me di cuenta de lo grave que había sido el accidente, bajé a la Tierra. Todo lo que nos pasó nos cambió. Mis viejos están separados, pero toda la familia se unió otra vez. Papá me llama todos los días para decirme que me quiere. El accidente me cambió: ya no priorizo el trabajo ni el éxito...

–Si fueras atea, ahora tenés una buena excusa para creer en Dios…
–Lo que siempre digo es que Dios estaba en ese auto y dijo que no era el momento. Volví a nacer. Ibamos a 200 kilómetros; me saqué el cinto 20 minutos antes del accidente, y si no salía despedida del auto no zafaba, porque el sector de mi lado quedó todo aplastado por el techo. Yo soy evangélica, pero ahí estuvo el Dios de todos.

–Imagino que este tipo de situaciones te unen o te separan… ¿Cómo viene tu relación con Santiago?
–De mi parte nos unió. La verdad que estamos bien, aunque es obvio que tenemos nuestras cositas, como cualquier pareja. El todavía está muy sensible, tiene problemas para verse con la mano que le reinjertaron. Pero ya va a pasar. Yo quiero acompañarlo y estar con él. Muchos creyeron que nos íbamos a separar, pero creo que esto nos hizo fuertes.

–¿Creés en el amor para toda la vida?
–Ehhh… Mmm… No sé. Es difícil, porque siempre pasa algo de parte de uno de los dos. Por ejemplo, en mi relación anterior estábamos a mil kilómetros de distancia y era imposible. Yo creo que es necesario alimentar la relación, compartir cosas, porque si te falta eso es no tener un compañero.

–¿Te ves casada con hijos...?
–Me encantaría. Tengo un hermano de siete años que nació cuando yo tenía trece y era mi bebote: yo lo bañaba y cambiaba. Ya te digo, no sé cuándo, pero voy a ser una madraza…

Invitada por Personal a la inauguración del Cerro Catedral, se animó a escalar y reconoció: “Volví a nacer: Dios estaba en ese auto”.

Invitada por Personal a la inauguración del Cerro Catedral, se animó a escalar y reconoció: “Volví a nacer: Dios estaba en ese auto”.

Betiana llegó a Buenos Aires a los 15 años y desde entonces no paró de trabajar. El 21 de octubre del año pasado casi pierde la vida. Santiago, su novio, iba al volante. El auto en el que viajaban quedó destrozado por completo. “Hoy la estamos peleando; todo esto tiene que unirnos”, confía la modelo. Sin embargo, admite que acaba  de mudarse a su primer departamento de soltera.

Betiana llegó a Buenos Aires a los 15 años y desde entonces no paró de trabajar. El 21 de octubre del año pasado casi pierde la vida. Santiago, su novio, iba al volante. El auto en el que viajaban quedó destrozado por completo. “Hoy la estamos peleando; todo esto tiene que unirnos”, confía la modelo. Sin embargo, admite que acaba de mudarse a su primer departamento de soltera.

“Tengo un hermano de siete años que nació cuando yo tenía trece y era mi bebote: yo lo bañaba y cambiaba. Ya te digo: no se cuándo, pero voy a ser una madraza…”

“Tengo un hermano de siete años que nació cuando yo tenía trece y era mi bebote: yo lo bañaba y cambiaba. Ya te digo: no se cuándo, pero voy a ser una madraza…”

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig