sueco: el restó para probar la auténtica gastronomía nórdica en buenos aires – GENTE Online
 

¿Dónde probar la auténtica gastronomía sueca en Buenos Aires?

Apasionados por los sabores nórdicos y con trayectoria en menúes de la región, crearon un restaurante que hoy tiene una original propuesta de "buffet en la mesa". 

Aunque tardaron en llegar al lugar, una vez que se toparon con la Iglesia Nórdica en Azopardo y Av. Juan de Garay, Martín Varela y Nancy Sittman supieron que este era el sitio indicado para su emprendimiento gastronómico.

Se conocieron hacia fines de los '90 cuando ambos estudiaban gastronomía en el IAG. Sittman en aquella época era jefa de cocina en el Club Danés en el que Varela cubría eventualmente algunos turnos.

Antes de establecerse en este lugar, Varela trabajó una temporada en España y, de regreso en Argentina, armó un proyecto de catering y cocina para amigos son Sittman. Funcionó, pero no estaban aun en condiciones de abrir un local. Entonces se enteraron de que el Club Sueco buscaba una concesión para su restaurante y pensaron que era la propuesta ideal.

Armaron el proyecto priorizando platos tradicionales de los países nórdicos. Querían destacarse por rescatar sabores con identidad sueca. Y conociendo el mercado, sumaron opciones para el mediodía ya que el lugar estaba rodeado de oficinas. Durante una década dirigieron la cocina del Club Sueco, que se vendió en 2016 y los obligó a buscar un nuevo camino.

En eso estaban cuando vieron la Iglesia Nórdica, cuya fachada combina piedra y ladrillo. Detrás de los portones de madera, la construcción alberga un órgano que forma parte del patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos Aires. El edificio, construido en 1945, parecía perfecto. Más aun considerando la pasión de ambos por la gastronomía nórdica y el hecho de que el junto al templo luterano -que reúne a las iglesias de Suecia, Noruega y Finlandia- hubiera un centro de idiomas les permitían imaginar un restó con un concepto similar a otros que conocían en Iglesias y conventos.

Tardaron un tiempo en acomodarse: el público de la zona tenía diferentes hábitos a los de los oficinistas que solían ir al Club Sueco. En lugar de salir al mediodía, la gente tendía a preferir el after office. Empezaron a abrir de noche y no tardaron en ganar fama por su smörgäsbord, como se conoce al buffet de sabores nórdicos.

Ya establecidos, surgió un nuevo obstáculo: la pandemia, con sus protocolos e imposiciones, obligó a renovar el concepto. Durante el aislamiento, armaron un servicio de delivery con una propuesta de desgutación de tres pasos. Y luego, cuando volvieron a abrir las puertas, pensaron en la forma de transformar la experiencia de buffet para que fuera acorde a los protocolos.

Así fue como pensaron en hacer foco en los platos más emblemáticos para llevarlos a la mesa del cliente. El plus, es que tienen un jardín donde los visitantes pueden disfrutar de smörgäsbord al aire libre. Primero se sirven los platos fríos, entre los que se destacan el Gravlax -salmón curado en sal, azúcar, eneldo y enebro-, tres variedades de lachas (sardinellas) y los quesos. Todo acompañado con una gran variedad de panes, entre los que merecen especial mención las knäckerbröd.

 Las albóndigas, llamadas, Köttbullar: Brunna Bonnor (un plato con porotos negros, panceta ahumada, cebolla morada y miel) y Janssons frestels -una sabrosa receta de papas a la crema con cebollas y anchoas- son las recetas favoritas para los principales.

A la hora de los postres el público se reparte entre los amantes del chocolate, que optan por una porción de Kladdkaka (torta húmeda de cacao) y Otskaka (tipo cheesecake). Como remate, sirven un glögg (vino caliente) que saborizan con canela, clavo de olor, pimienta negra y iel de naranja.

Club Sueco Restaurante es, sin dudas, uno de los nuevos spots imperdibles de la ciudad. Especialmente para quienes aman probar nuevos sabores.

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