Durante la entrega de los Martín Fierro, Cecilia Roth (51) y Gonzalo Heredia (28) estuvieron a dos mesas de distancia y parecieron ignorarse. Ni se saludaron. Dicen que ella le mandó una insinuación vía mensaje de texto que Gonzalo parece haber respondido. En la fiesta, a él se lo vio saludar y charlar con su ex Marcela Kloosterboer, y no hubo registro de algún acercamiento a la Roth, radiante en su Bogani color bronce.
El mediático romance entre Heredia y Roth terminó a fines del año pasado. Durante el verano, ella estuvo sola en Mar de las Pampas. El, por su parte, protagonizó algunas historias en Mar del Plata, sobre todo la que lo vinculó a Kloosterboer.
El lunes 4 de mayo, Gonzalo se dio un golpe contra la pared de los estudios de Pol-ka donde graba Malparida. El martes se le comenzó a hinchar el dedo meñique de la mano derecha. Como el dolor no paraba, después del mediodía fue al Sanatorio de los Arcos, donde fue operado de una pequeña fractura. Pasó la noche internado y en la mañana del miércoles recibió el alta. Estaba enyesado y con un clavo en el dedo (se lo sacarán en dos semanas). Durante el día había recibido otro mensaje de Roth. Esa misma noche pasó a buscar a la actriz por su departamento de Palermo y fueron juntos al teatro El Cubo, para presenciar el estreno de su amiga Noralih Gago en Concha del Río Cabaret.
Sentados en una de las primeras mesas, pidieron un par de copas de vino y se mostraron cómplices durante toda la noche. En la penumbra de la sala hubo confidencias, risas y más de un beso romántico.
Tras la función, Roth y Heredia salieron sin hacer declaraciones, el galán llevó a la actriz hasta su casa y siguió viaje hacia su departamento. El jueves muy temprano ya estaba grabando nuevas escenas de Malparida, aunque con variantes en la trama que justificaran su lesión. Por los pasillos de Pol-ka, más de uno se hacía la misma pregunta: “¿Sólo amigos o Romance, segunda etapa?”.
Cuando todos pensaban que no existía relación entre el galán de Malparida y la actriz de Tratame bien, el miércoles pasado se los vio más que cómplices en el estreno de Concha del Río Cabaret. Después, él la llevó hasta su casa.
Intentaron pasar desapercibidos: ella apareció con cara lavada y una colita en el pelo, y él con bermudas, enyesado y con la barba crecida. Pese a que trataron de evitar a las cámaras, así se los vio en el jardín zen de El Cubo.
Volvieron a encontrarse, a estar cerca, y a mirarse a los ojos. Llegaron juntos y compartieron mesa en el bar del teatro y en el interior de la sala, donde disfrutaron de unas copas de vino tinto, confidencias y algunos besos que intentaron disimular.
