“Diego está viniendo algunos días a dormir… Pero no diré si compartimos la cama” – GENTE Online
 

“Diego está viniendo algunos días a dormir... Pero no diré si compartimos la cama”

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Circula descalza, envuelta en una bata roja con bordados orientales, desinhibida, como si anduviese por su casa. En realidad, Carolina Paula Baldini (15/12/72; Sanatorio Güemes, Capital Federal) anda por su casa de Nordelta, donde no se sufren los nueve grados exteriores y el viento Sur que hiela cara y orejas y sí se goza de la vista al lago central que rodea el interno barrio La Isla y el ir y venir de los cuises pardos, abundantes en la zona. “Empezamos a construir ocho meses atrás. Faltan detalles. Sin embargo, ya disfrutamos muchísimo del lugar”, cuenta durante un descanso de las fotos, antes de responder el “¡Hoooola!” cordial de Diego Simeone (38), que llega del entrenamiento de River Plate y en las siguientes cuatro horas le invitará café a GENTE, echará leña al hogar, nos mostrará los recovecos de la flamante morada (bodega y quincho incluidos), buscará por el colegio a Giuliano (5, italiano), Gianluca (9) y Giovanni (12, argentinos), leerá el diario deportivo Olé, mirará Intrusos sentado frente al plasma giratorio del living y contará que guarda sus trofeos y medallas –ausentes alrededor– “en mi oficina de Puerto Madero” (cuando hasta hace poco era “mi departamento de Puerto Madero”). Imposible abordar el reportaje de otra manera:

–Viéndolo tan cerca al Cholo, atento, comprometido, alistado (su vestidor no delata claros, su cepillo de dientes sigue en el baño, la inicial de su nombre en las toallas), resulta imposible no preguntarle por su ¿“ex-poso” o esposo?
–Esposo. Nunca lo traté de “ex”. No considero separación a nuestro distanciamiento.

–Explíquenos la situación en que se hallan.
–Transitamos una etapa de acercamiento. No existe matrimonio sin crisis. Venimos buscando lo que se perdió. Para recuperar la pasión y el cosquilleo necesitás tiempo, trabajo, corazón y memoria. Te adelanto que no hacemos terapia de pareja y que Diego está viniendo algunos días a dormir...

–¿Comparten dormitorio, cama?
–Semejante respuesta no saldrá de mi boca (risas).

–¿Dirá si sigue enamorada del DT millonario?
–Tampoco.

–¿Y si llamó “gato” a la stripper Cecilia Oviedo, su colega en Bailando..., la actual pareja de Daniel Santillán?
–Ah, me cambiás el tema (avanza sorprendida). No, y así se lo confirmé cuando me la crucé en una cena. Y le ofrecí mis disculpas, si eso la dejaba tranquila. “Igual, te aseguro, alguien quiso que nos peleásemos”, agregué. Lo tomó bárbaro. Una gran piba. De tocarme la danza del caño, va a ayudarme a ensayar.

–Ayúdenos: En la Argentina actual dos temas ocupan el podio en las charlas de café y peluquería. Uno grave, la crisis del campo y el gobierno de Cristina Fernández, y uno indefinible, el detrás de cámara del segmento de mayor éxito en la tevé nacional. Déle, confiésenos qué participantes de ShowMatch pertenecen al rubro “las divinas”, “las populares”, “las miau miau”, “las huecas”, “las grasas” y demás sesudas calificaciones.
–Prefiero evitar meterme en esa discusión. Odio las internas y odio difundirlas.

–Pero de “divina” y “popular” algo posee, Baldini.
–De “divina”, quizá la imagen, que me gusta producirme; no sé, que tal vez parezco una Barbie morocha. Adoro la ropa y los accesorios. Me encantan las marcas Dolce & Gabbana, Gucci y Prada, los zapatos de Jimmy Choo; y las carteras Fendi. De “popular”, que soy una piba de barrio, voy de frente y conozco todas las canchas de Buenos Aires. En síntesis, puedo comer con cubiertos de plata en un restaurante o con la mano, un choripán. Detrás de mi Dolce hay una mujer simple.

–Nos quedó resonando aquello de “piba de barrio”. ¿Se refiere al pasado pre-Simeone? Porque junto a su marido ha residido en ciudades del Primerísimo Mundo: un año en Sevilla, cuatro y seis meses en Madrid, dos en Milán y cuatro en Roma.
–Ojo que yo recién contraté una empleada cama adentro en 2005, cuando regresamos y Diego entró a Racing como DT. A mis nenes los crié sola. No tuve cerca una abuela, una tía que me los cuidara ni cinco minutos. Si levantaban 40 grados de fiebre o se lastimaban la rodilla, no preocupaba a Diego. Respetaba sus concentraciones, cuidaba que pudiera desarrollarse profesionalmente.

–Todavía nos repiquetean en los oídos las palabras “piba de barrio”, discúlpenos.
–Provengo de una familia de laburantes. Papá (Daniel, 60, técnico electrónico) manejó un taxi y luego abrió la pequeña empresa Baldini, especializada en piscinas y derivados, que funciona en Saavedra y a la que pronto ingresaron mi madre (Nora, 57) y mi hermano (Diego, 31). A los 12 yo volvía del cole (se recibió de bachiller en el Saint Jean, de Villa Urquiza) y leía los carteles que me colgaban en la cocina. Por ejemplo, “Caro, encendé la hornalla; sacá una olla, ponéle tres tazas de agua, dejá que hierva”, etcétera, etcétera.

–¿Cocinaba?
–Lógico. Y, en ocasiones, hasta de noche. No resulta casual que hoy pueda prepararte un sabroso risotto al funghi. Y planchaba. Si bien de chica deseaba transformarme en veterinaria o azafata, a los 15 arranqué un curso de modelo en lo de Tini de Bocourt. Me lo pagaron mamá y mi tía Gloria, igual que el book que le encargué a Gabriel Rocca. A los 16 entré en lo de Dotto. Desfiles, publicidades (Mantecol, Pepsi, Coca Cola, La Serenísima) y gráficas. Dejé la agencia porque Pancho pretendía que aceptara sólo propuestas grossas y yo necesitaba continuidad laboral. Así entré a Hacélo por mí. Eramos las Tinelli’s de Mario Pergolini. Al cuarto programa, tras no aceptar grabar en bombacha y corpiño, provocando a los caballeros en la calle, renuncié. Al domingo siguiente nacieron las How much. No me importó. Era consciente de que El largo de pecho yo no lo iba a ganar (bromea).

–¿En cuántas libras andan sus curvas y sus rectas?
–Rondan los 88-58-85. ¿El resto? Ojos castaños, 1,70 de altura, 37 de calzado, dos delfines tatuados en el tobillo derecho y la palabra japonesa “coraje” en la nuca. ¿Qué me falta?

–Revelarnos lo in y lo top de su cuerpo?
–Lo mejor, la cola. Lo peor, los gorditos dedos de mis pies. Me mantengo gracias a veinticuatro horas semanales de coreografía y tres de ejercicios a las órdenes de Flavia Pittis, que incluye en mi rutina 300 abdominales diarias; una alimentación basada en pollo, pescado, verduras, proteínas y agua; y nada de carnes rojas ni tabaco.

–¿Le han ofrecido lucir su figura imitando a Eva, a pura piel?
–Mirá, me han ofrecido convertirme en vedette, hacer teatro y también me invitaron de Playboy. Me negué. Una madre no debe salir desnuda en público. Considérenme una dama tradicional. Supe de Diego en 1992. Me lo presentaron en la disco Caix. No hubo flechazo. Me fascinó su romanticismo, su madurez. Jugaba en el Pisa Calcio. Saltó al Sevilla, de Maradona y Bilardo. Dejé lo de mis viejos y me mudé con él en el ’93. Dimos el “sí” el 22 de julio de 1994 y partimos de luna de miel a Marbella. Yo no soy una botinera. Las “botineras” salen con más de un futbolista. Yo salí con uno y me casé. Diego fue apenas mi segundo novio.

–Pese a su expresado conservadorismo, ¿por qué aceptó volver a un ambiente que la expone a cada instante?
–Siempre me quedó el deseo de retomar la carrera que arranqué en el ’87 y abandoné, sin envidias ni reproches, a los 20, 21. Crecieron mis chicos y decidí retornar. Jamás pensé que sería tan difícil la cosa... Me pone loca la falta de valores y respeto. Yo no acepté Bailando... por fama o dinero sino por el soñador (Paulo Pedernera, que, de triunfar, pretende refaccionar y ampliar las instalaciones de la Fundación COR, especializada en niños con HIV) y para crecer en la profesión.

–Perdón, Carolina, pero quien en plena etapa de distanciamiento de Simeone apareció acompañada por un fornido guardavidas –el famoso He-Man, Adrián–, sentada en una playa y a la salida de un cine, fue usted, ¿o no?
–A medias, porque en las fotos de San Bernardo faltan mi familia y la de Diego, que estaban ahí y en la del cine, faltan mis amigos, que ¡se encontraban ahí!

–El que no se encontraba era el Cholo, ¿verdad?
–Ambos sabemos que, de comenzar una nueva relación, nos divorciaremos y listo. Igual, yo sé que, aun siendo una privilegiada, a la mujer de un futbolista le resulta complicado romper el molde. Lucho contra el típico prejuicio machista: la ecuación hogar-bajitos-crianza. Yo no soy así.

–Precísenos, entonces, la personalidad de Carolina Baldini, acusada de “fría y calculadora”.
–Una mujer simple, a veces soberbia y, en general, apasionada.

Producción: Vicky Miranda
Asistente de fotografía: Nicolás Fondito Mellino
Arte digital: Gustavo Ramirez
Maquillaje: Mauricio Camilo, para Sebastián Correa,
con productos Helena Rubinstein
Agradecemos a Las Oreiro, Jean Makers, Beleidades,
Petit Charme (lencería) y Natalia Antolin

“Soy una piba de barrio, a veces soberbia y, en general, apasionada”, afirma Carolina. Ahora planea lanzar una línea de ropa, junto a Maru Ibarra, la hija de Néstor.

“Soy una piba de barrio, a veces soberbia y, en general, apasionada”, afirma Carolina. Ahora planea lanzar una línea de ropa, junto a Maru Ibarra, la hija de Néstor.

“Me han ofrecido convertirme en vedette, hacer teatro y también me invitaron de Playboy. Me negué. Una madre no debe salir desnuda en público. Considérenme una dama tradicional”

“Me han ofrecido convertirme en vedette, hacer teatro y también me invitaron de Playboy. Me negué. Una madre no debe salir desnuda en público. Considérenme una dama tradicional”

“Jamás pensé que sería tan difícil la televisión. Me pone loca la falta de valores y respeto. Yo no acepté Bailando... por fama o dinero, sino por el soñador y para crecer en la profesión”

“Jamás pensé que sería tan difícil la televisión. Me pone loca la falta de valores y respeto. Yo no acepté Bailando... por fama o dinero, sino por el soñador y para crecer en la profesión”

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