“Después de perder con Alemania estuve dos días sin poder dormir” – GENTE Online
 

“Después de perder con Alemania estuve dos días sin poder dormir”

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La Fiera nació el 2 de enero de 1981 en el Hospital Maternidad de Rosario. Pero su historia con la pelota se gestó en esta canchita. Justo aquí, en el Club Malvinas (el semillero oficial de Newell’s Old Boys de Rosario) donde también comienza la nota, Maximiliano Rodríguez (ese pibe de los golazos en la Selección) dio sus primeros pasos como futbolista. Cuenta la historia que algún día de mediados del 83 su abuelo, José Rodríguez (75), llevó a divertirse con la redonda a un chiquito de tan sólo dos años, quien acababa de dejar el gateo. Apenas se las arreglaba para correr, pero Maxi ya le pegaba con su piernita derecha. “Cada vez que escuchaba el himno, antes de los partidos, no lo podía creer. Me acordaba de este potrero, de las inferiores, de mi familia... Cuando ya jugaba en la Primera de Newell’s todo parecía muy lejano. Y ahora estaba ahí, en Alemania, en un Mundial”, rememora el goleador, apoyado en el poste de uno de los arcos donde dio sus primeros gritos de victoria.

TODO PARECIA UN JUEGO. Claudia Rodríguez (45), su madre, siempre supo que la historia que debería enfrentar no iba a ser fácil. Cuando quedó embarazada de él tuvo que hacerse cargo ella sola. Ausente el padre, terminó dándole al bebé su apellido con orgullo. Y a puro coraje aprendió a superar momentos difíciles. Para salvar la situación tuvo que salir a trabajar como enfermera en el Hospital de Niños Víctor J. Vilella. Por aquellos años, en la casa familiar cocinaba la abuela Beatriz (66), algo así como la segunda mamá de Maxi. Ese olor a comida, el que sentía cada mediodía cuando volvía de la Escuela Bolivia, es una de las cosas que hoy más extraña, incluso allá, en la romántica Madrid.

Podría decirse que la suya fue una carrera perfecta: a los 19 años debutaba en la primera de Newell’s, el club de sus amores. Seis años después se convertía en ídolo de la Selección y de todo Rosario, por supuesto. En el medio, no hay que olvidarse que en 2001 La Fiera (así le pusieron en las inferiores porque “se comía la cancha”) consiguió el Mundial Juvenil Sub-20 en Argentina. Y, aunque los mediáticos Saviola y D’Alessandro ocupaban las tapas de los diarios, el pibe de Ñuls ya era un tractor en la mitad del campo.

Un año después surgió la posibilidad de jugar en Europa y llegó con toda su potencia al Español de Barcelona. Tras un 2005 fantástico con 15 goles, Carlos Bianchi lo pidió imperiosamente para el Atlético de Madrid. Después el Virrey tuvo que hacer las valijas, pero el volante argentino se consolidó en el equipo colchonero. Así contada, su vida parece perfecta, pero ¿qué dirá él después de tantas emociones vividas?

–Muchos chicos deben envidiarte. Pero, ¿cómo fue crecer sin la presencia de un padre?
–Fue duro, pero por suerte tuve una familia que luchó para que la ausencia no se notara tanto. Por eso uno está agradecido por todo el esfuerzo que hicieron por mí. Recuerdo que de muy chico recién veía a mi madre a la noche, cuando volvía de laburar. Por eso estaba todo el día con mi abuela Beatriz. Hoy valoro muchísimo que haya sido mamá y papá a la vez (se emociona).

–¿Cómo se supera la ausencia paterna? Imagino que te harías preguntas...
–Es que me levantaba para ir a la escuela, iba a casa a almorzar y después corría a la canchita para entrenar. Y cuando volvía ya era la hora de cenar y dormir. Eso ayudaba a que estuviera muy distraído. Pero claro que me daba cuenta de que los otros pibes iban a entrenar con sus padres y yo llegaba con mi abuelo. En ese sentido, el fútbol me ayudó mucho...

–¿Sentís que cuando creciste profesionalmente pudiste devolverle a tu familia parte de lo que recibiste?
–No creo que pueda devolverles todo lo que hicieron por mí. Nunca nos sobró nada. Por eso fue lindo darle mi primer sueldo de Newell’s a mamá y poder ayudar en la casa. Cualquier cosa que yo haga es mínima al lado de todo lo que ella me dio.

–Queda claro que les debés mucho a tus seres queridos. Cómo será que tu abuelo José reclama derechos de autor en el gol más lindo del Mundial...
–(Ríe) Es cierto. El cincuenta por ciento es de él. Cuando pateábamos en el patio de casa con mi primo Sergio, él siempre me decía: “Maximiliano, con las dos piernas, pegále con las dos…”. Y tenía razón. Es lindo que mi gol quede en la retina de los hinchas como el mejor del Mundial. ¿Qué c..., no? Entró en el momento que más lo necesitábamos.

APAGA LA TELE. “Cuando quedamos afuera ya no me importó quién saliera campeón... ¿Qué hice el 9 de julio? Fuimos con mi familia y con Gabriela, mi novia, a comer un asado en el campo. La verdad, no tenía ganas de mirar la final por televisión”, dice Maxi que por estos días no quiere saber nada de fútbol, y esta semana les pidió a sus representantes que no le hablaran de transferencias: “Además de estar cómodo en el Atlético, me quedan dos años de contrato”. Claro que, más allá de la bronca, La Fiera recuerda los bailongos de los festejos en las habitaciones, los temas de la Mona Jiménez que cantaron con Nico Burdisso, y la unión del grupo: “Creo que ése es el gran mérito de José: siempre estuvimos unidos”.

–Viendo a Italia campeón, uno piensa que el objetivo era difícil pero no imposible. ¿No?
–Claro, sobre todo teniendo en cuenta que Brasil e Inglaterra habían sido eliminados. Pero, ojo, no hay que sacarle mérito a Italia, ¿eh? No sé si fue el mejor, pero sí el más regular.

–¿Con qué se compara la amargura de haber sido eliminado del Mundial?
–Es la primera vez que me toca vivir un golpe tan importante en lo futbolístico, que lloro tras un partido. Después de perder con Alemania estuve dos días sin poder dormir. Es el amor que uno tiene por la camiseta. Siempre manifesté la pasión que siento por dos: la de Newell’s y la de la Selección.

–¿Por qué se perdió?
–Jugamos buen fútbol, hicimos goles y a lo largo de todos los partidos fuimos claros dominadores. Da mucha bronca, porque a medida que pasaba el Mundial, Argentina se veía cada vez más sólida. Me lo pregunto, pero no encuentro respuestas. Tal vez nos faltó efectividad en los penales. Pero eso es una lotería. Sabíamos que si pasábamos ese partido estábamos en la final.

–¿Se sintieron apoyados por Maradona?
–Fue una motivación extra, por todo lo que significa su nombre y por lo que vivimos en los Mundiales anteriores. Cuando iba a visitarnos antes de cada partido nos aportaba un plus de adrenalina.

–¿Ves a Diego como futuro técnico de la Selección?
–Con su sola presencia puede motivar. Pero sería una falta de respeto hacia José hablar en este momento. Son decisiones muy difíciles que hay que tomar.

–¿Por qué creés que Pekerman abandona la Selección?
–José es un hombre que tiene mucho orgullo y su objetivo, como el de todos, era llegar a la final. Al principio queríamos clasificar para superar el dolor del pasado. Después, con el correr de los partidos, nos vimos tan sólidos que las pretensiones crecieron. Habrá que dejar que pase un tiempo para ver si toma la decisión correcta y decide continuar.

–¿Cómo fue la despedida? ¿Cuáles fueron sus palabras?
–Después del partido, en el vestuario había mucho dolor. Todos llorábamos. En ese momento era difícil hablar, pero José nos dijo que el equipo había dejado todo en la cancha y que éramos un grupo que se podía mirar de frente a la cara.

PEDI UN DESEO. La nota que empezó en la canchita de Malvinas termina en la cocina de la abuela Beatriz, esa de los olores inolvidables. En medio de los cuadros rojinegros, el abuelo José tira una posta: “¿Sabés qué...? Tenés razón: si llegábamos a la final, la Fiera era elegido el mejor jugador del Mundial”, me dice por un comentario que lanzamos al llegar. Es cierto que la charla fue melancólica. Por eso, antes de irnos le proponemos a Maxi un juego.

–Hagamos de cuenta que estás soñando. Llega un genio, te propone que frotes la lámpara y te permite elegir: ganarle la final de un campeonato a Central (archirrival de Newell’s) o ganar la Copa del Mundo que te hizo llorar tanto. ¿Con qué te quedás?
–Mis dos grandes sueños son ser campeón con Newell´s y ganar la Copa del Mundo. Newell’s es mi vida, y ganarle una final a Central sería lo máximo. Y la Selección es el equipo de todos... Me costaría elegir. Pero ya sé: le pondría plata al genio para que me conceda un plus. Total es nada más que un sueño.

por Julián Zocchi.
Como en los viejos tiempos, en el césped del club <i>Malvinas </i>de Rosario, donde se crió. Maxi pasa unos días junto a su familia, antes de regresar al Atlético de Madrid, donde es estrella.

Como en los viejos tiempos, en el césped del club Malvinas de Rosario, donde se crió. Maxi pasa unos días junto a su familia, antes de regresar al Atlético de Madrid, donde es estrella.

Maxi y la gratitud en las calles rosarinas.

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Su fantástico zurdazo frente a México, elegido el mejor gol del Mundial.

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