Los primeros en llegar y los últimos en irse. Como ya es un clásico de la temporada invernal, Valeria Mazza (38) y su familia están “gastando” las pistas del cerro Catedral y prometen quedarse hasta que haya que apagar la luz. “Nos encanta Bariloche. Tenemos amigos acá, nos gusta esquiar, los chicos hacen de todo... Es hermoso; cada vez que venimos la pasamos bárbaro”, cuenta la top mientras hace un alto en su jornada de esquí.
Los Gravier-Mazza llegaron a Bariloche el 8 de julio por la noche y se instalaron en una casa que alquilan en el country Arelauquen. Desde allí salen cada día, enfundados en sus equipos de nieve, rumbo a la montaña. Tanto Valeria como su marido, Alejandro, y sus hijos varones –Balthazar (11), Tiziano (8) y Benicio (5)– son amantes y especialistas del deporte alpino.
“Nos gusta que los chicos disfruten a través del esquí. Vienen acá, se entrenan y compiten. Se divierten mucho y les hace muy bien”, explica ella. Y, aunque todavía no tiene edad para salir a la pista, la pequeña Taína (2) ya empezó a disfrutar de la nieve. “Según el clima, la traemos al cerro para que juegue un poco con la nieve... ¡Le encanta!”, relata la top, que a fin de mes zarpará hacia Europa.
¿Y los chicos? “Se quedan en Bariloche, haciendo lo que les gusta, y bien cuidados por algunos parientes, abuelos entre ellos, y colaboradores. Mis hijos son muy responsables: después del esquí hacen algunas actividades del colegio, para no retrasarse. Alejandro y yo partimos de luna de miel a Londres y Milán. Yo también voy a trabajar, y luego haremos alguna escapada a la playa, para encontrarnos con amigos”, termina Vale.
“Con Ale hace muuuucho tiempo que estamos juntos (doce de casados y siete de novios, todo un récord para una pareja del show-business), pero siempre buscamos momentos para estar solitos. Nos encanta crear mini lunas de miel. Nuestros chicos siempre quedan en muy buenas manos”.
Valeria y su marido, Alejandro Gravier, son muy buenos esquiadores. Los varones del clan, Balthazar, Tiziano y Benicio, siguen sus pasos. Taína, de dos años, es la única que todavía no sale a la pista.
“Nos gusta que los chicos disfruten a través del esquí. Vienen acá, se entrenan y compiten. Se divierten mucho y les hace muy bien”, explica ella.
Valeria y Alejandro en la base. Son fanáticos del esquí tradicional. Por ahora no se animan al snowboard.
