No hacen falta frases. Las caras son capaces de definir todo en un gesto, en una sonrisa, en tanta felicidad. Sin embargo, en la Zona Mixta, las declaraciones de los jugadores recién triunfadores surgen a borbotones, y no existe periodista que logre resistirse a ellas. Así llega Maximiliano Rodríguez, el autor del último penal, y dice: “Me siento un privilegiado”. Lo sigue Martín Demichelis: “Debemos gozar el momento hasta la hora de dormir. Mañana habrá que comenzar a concentrarse en el domingo”. Confiesa Marcos Rojo, el que les cerró la boca a las críticas con su actuación a lo largo de todo el torneo: “Todavía no caigo, hermano, ¡no caigo!”. Apuntala Ezequiel Garay, una de las figuras contra Holanda, que anuló al tan temido Van Persie: “¿Las claves de la victoria? Nos mantuvimos súper concentrados, nos entregamos el cien por ciento y nos apoyamos como grupo. Tres aspectos fundamentales”.
Señala Enzo Pérez, también en el podio de los más destacados de la tarde: “Dedico el triunfo de la semi a mi querida provincia de Mendoza”. Cuenta Pablo Zabaleta, con un enorme apósito en su cara: “Me duele el golpe en la cara, pero los dientes todavía se mantienen fijos en su lugar”. Entiende Ezequiel Lavezzi, el preferido de las chicas: “Pusimos al Seleccionado en el sitio que tiene que estar”. Proyecta Gonzalo Higuaín, goleador que hoy fue todo entrega: “¿Quién no sueña convertir un gol en la final de un Mundial?”.
Pero falta Lionel Messi, el genio. Sí, no caminó el sector. Tras someterse al control antidoping, La Pulga partió sin acercar declaraciones (ni recibir el nuevo pin de GENTE –número seis–, que le viene entregando uno por cada partido que va superando). Quienes conocen al crack esgrimen un motivo más que justificable: la muerte en un accidente en la madrugada, del periodista Jorge López, un amigo entrañable del 10. Entre tanta felicidad, el recuerdo y los respetos de Leo al querido Topo, de TyC y La Red... Para luego, sí, pensar en la anhelada final del 13 de julio ante Alemania. Como en el ’90. Pero también como en el ’86.
Estalla la alegría. Maxi Rodríguez acaba de convertir el cuarto penal, con el que los albicelestes vencieron a los naranjas por 4 a 2. Emocionado, va a abrazar a Sergio Romero, que antes –como Goyco en el ’90–, había atajado dos penales.
El segundo a Wesley Sneijder, fuerte abajo a la derecha. Si bien Chiquito miraba un papelito entre penal y penal, él mismo contó que no eran apuntes, sino algo personal.
Messi, el principal artífice del sueño, se emociona hasta el llanto cuando termina la definición. ¿Su gran noche? Todos esperamos que sea en el Maracaná.
