«Desde que nació mi hijo, me levanto a la noche cuando llora y aprendí a cambiar pañales» – GENTE Online
 

"Desde que nació mi hijo, me levanto a la noche cuando llora y aprendí a cambiar pañales"

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"La primera imagen que tengo de chico es la de mi viejo saliendo más temprano
de casa para irse caminando hasta el trabajo. Me crié en un hogar clase media,
tirando para abajo, donde muchas veces escaseaba el mango… Y para que yo no
llegara cansado a los entrenamientos, papá prefería que me tome el colectivo y
él pateaba treinta cuadras, y después laburaba como un negro en la cocina de un
restaurante. Por eso, todo lo que soy se los debo a mis viejos."

Sentado en el living de su departamento de Caballito, mientras ceba unos mates y
convida bizcochitos de grasa, Luis González, Lucho, una de la figuras de la
Selección Nacional y de River, trae al presente los recuerdos de una infancia
humilde pero feliz: "En una piecita de cuatro por cuatro que alquilábamos en la
calle Perdriel, Parque Patricios, vivía junto a mis padres -Oscar y María- y mis
dos hermanos -Maximiliano (20) y Romina (17)-. Desde los seis años ya tenía
pasión por el fútbol y sabía que iba a ser jugador. Comencé jugando en la plaza
España junto a mis amigos y mi hermano. Después, a los nueve, me llevaron a
jugar al baby en Huracán, pasé al club Unidos de Pompeya y cuando ya tenía edad
para cancha grande, me fui a probar a las inferiores del Globo…
". Paralelamente,
Lucho trabajaba repartiendo volantes y paseando perros, y empezó el secundario
en el Comercial 18; pero como su fuerte no eran los libros, abandonó en segundo
año: "Nunca fui bueno para la escuela, era un desastre, me costaba horrores. Me
acuerdo que en primer año no metí ninguna materia, lo volví a cursar y pasé a
segundo dando lástima. No me entraba nada, era un cabeza dura".

A pesar de su confesión, cuando habla, el volante sorprende por su rico
vocabulario. Aunque desde afuera dé la impresión de ser un chico tímido, en
confianza se suelta, hace chistes, se muestra de buen humor y se toma su tiempo
para contestar cada pregunta. Se le iluminan los ojos cuando habla de su debut
en Huracán en 1998 y cómo pudo ayudar a su familia cuando agarró sus primeros
pesos: "Recuerdo que todavía no cobraba sueldo, y nos dieron 1700 pesos de
premio por un partido que ganamos. Entonces llegué a casa, agarré a mi vieja y
nos fuimos a comprar un juego de living y un modular. Cuando los trajeron y los
metimos en la piecita, ¡descubrimos que si entraban los muebles no había lugar
para nosotros! Fue muy gracioso".

Su talento y su despliegue en el equipo de Parque de los Patricios hicieron que
varios equipos de Europa se interesaran por su pase. Y en 2002, cuando estaba
armando las valijas para irse a jugar a Francia, River compró su pase: "Pasar al
Millo me cambió la vida. No sólo en lo material sino también en lo personal. Me
costó mucho adaptarme a todo lo que envuelve jugar en un equipo grande. Me
paraban por la calle, me pedían un autógrafo y no se los daba, no por mala onda,
sino porque me sentía raro, no estaba acostumbrado".

La ronda de mate ya es historia. Lucho se levanta, calienta la pava y va en
busca de otras galletitas (esta vez, dulces) cuando ve que la bolsa de
bizcochitos está vacía. De fondo, un televisor gigante reproduce imágenes de un
partido del último campeonato que consiguió River en julio, y que lo tuvo a él
como una de sus principales figuras. Es que casi todo lo que pasa por la vida de
Lucho está relacionado al fútbol, como las decenas de fotos que adornan las
paredes del comedor. En ellas, se lo ve con las camisetas de Huracán, de River y
de la Selección. Todas son de fútbol, salvo una, la mayor de todas, la de su
hijo Tomás: "Fue la bendición más grande que me dio la vida. Conocí a Pamela,
mi esposa, hace dos años -me la presentó un amigo que teníamos en común-, y al
poco tiempo estábamos conviviendo. Y hace ocho meses que Dios (Lucho es un tipo
muy creyente: además del rosario que cuelga de su cuello, en su pierna derecha
tiene tatuado un Jesucristo "
Para que me ayude a hacer los goles", dice, y en la
izquierda, otro rosario) nos dio este maravilloso regalo. Cuando estoy en casa,
me levanto a la noche para atenderlo, aprendí a cambiar los pañales y trato de
no perderme nada. Es muy reconfortante cuando te hace una sonrisa o te da un
abrazo. Te juro que antes de que Tomás naciera me encantaban las
concentraciones; ahora, tanto a mi esposa como a mi hijo, los extraño horrores y
me la paso llamándolos por teléfono
". Por eso no es casualidad que en los
partidos, debajo de la camiseta de su equipo, Lucho llevava una remera blanca
con la carita de Tomás.

De repente, la vida del chico humilde dio un giro de 180 grados. Con los
contratos que firmó pudo comprar su departamento, una casa a sus padres y ayudar
a sus dos hermanos. Eso es lo que Lucho más le agradece al fútbol. Eso y su
debut en la selección: "Fue en enero de 2003 y me marcó. Cumplí el sueño del
pibe. Porque cuando comenzás a patear una pelota en un potrero, te imaginás
vistiendo la camiseta de la Selección. Y que me haya tocado a mí es un orgullo
enorme".

-Hablando de la Selección, ¿ya superaron la frustración de perder la Copa
América en el último segundo?
-Y, va a costar porque fue un trago muy amargo. Más cuando volvés a ver las
imágenes y te das cuenta de que por una distracción de un segundo se te fue de
las manos todo el trabajo de un mes.

-Y tener la revancha tan rápido, ahora en Atenas, ¿sirve para calmar un poco el
dolor de la derrota?
-El dolor de perder la Copa no lo reemplazás con nada, pero es lindo encontrar
una revancha tan rápido. Más que nada por este grupo que se mató, que fue el
mejor, y que no merecía perder ese partido.

-¿Imaginaste alguna vez estar en los Juegos Olímpicos?
-Nunca, y por eso me genera muchas expectativas. Sé que esta puede ser la única
vez que participe en un juego olímpico y que puedo quedar en la historia porque
la Argentina nunca consiguió la medalla dorada en fútbol. Por eso, el camino que
vamos a iniciar el 11 de agosto, el día que debutamos ante el seleccionado de
Serbia y Montenegro, tendremos la ocasión de sacarnos la mufa que nos dejó
perder injustamente la Copa en Perú.

En la planta baja de su departamento de Caballito, Lucho se ríe divertido en la producción de GENTE. Según el técnico, Marcelo Bielsa, él fue el jugador más ofensivo que tuvo la Argentina en la Copa América".">

En la planta baja de su departamento de Caballito, Lucho se ríe divertido en la producción de GENTE. Según el técnico, Marcelo Bielsa, "él fue el jugador más ofensivo que tuvo la Argentina en la Copa América".

Junto al Rolfi Montenegro, celebrando el último triunfo en la Boca. Juntos la rompieron en Huracán y en River.

Junto al Rolfi Montenegro, celebrando el último triunfo en la Boca. Juntos la rompieron en Huracán y en River.

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