«Descubrí, por primera vez, que una historia de amor puede terminar sin peleas» – GENTE Online
 

"Descubrí, por primera vez, que una historia de amor puede terminar sin peleas"

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Viernes, octubre 17, noche, Barrio Parque, casa de Susana Giménez, microcine.
Parece el comienzo de un guión de cine (así se escriben), pero no. Es viernes,
octubre 17, noche, etcétera, vida real. Fue. Pasó. Primero, antes del microcine,
antes de ver Soy tu aventura (protagonista: Luis Aguilé) en DVD, el grupo comió
algo, y recién después se metió en la penumbra y en la ficción. El grupo: Mirtha
Legrand, Teté Coustarot, Ricardo Darín (más Florencia Bas, su mujer, y los hijos
de ambos), Lucía Pimpinela Galán y Christian Castro (su novio), Mercedes (la
hija de Susana) y Eduardo Celasco (su marido), Pet Figueroa (amigo
incondicional), y -claro- Susana Giménez. Afuera -obvio, más que obvio- alguna
guardia periodística, que empieza a tener visos de eternidad: mañana, tarde,
noche, con sol, con lluvia, y con huracán si soplara. Pasada la medianoche, el
grupo sale de la casa. La prensa (¿cómo no?) pregunta. Legrand toma la posta con
serenidad:

-Susana está muy sola. Hay que ayudarla. Y la estamos ayudando. No hay nada
más que decir.

Sin embargo, algo más se filtra: la noticia tiene caminos que, como el amor, la
razón no entiende. Se filtra que la reunión fue, para Susana, muy terapéutica, "porque
Ricardo (Darín) estuvo especialmente gracioso"
, dijo alguien.

Y otros alguien, amigos, íntimos, testigos, casi hermanos, oyeron a Susana, y
deslizaron este testimonio: "Susana está muy, muy, muy triste. Dejó de
atender el teléfono porque, aunque la llamen para hablar de bueyes perdidos,
aunque no toquen el tema, siente que le dan algo así como el pésame, y redobla
su crisis de soledad".
No es todo. Los mismos aseguran que Susana jura que
"ni remotamente hubo, en la separación, terceras personas. Ni por su lado ni
por el lado de Jorge. Que la relación de los dos -esos seis años que ella define
como 'espectaculares, riquísimos'- no estaba atada por papeles, contratos,
intereses: sólo por los sentimientos".
Tampoco es todo. Sigue: "Confiesa
que, a pesar de haber pactado con Jorge no hablarse por lo menos durante un mes,
poner distancia, se mandan mails, y que los mails de él suelen ser más largos
que los de ella".

A veces, cuentan, "la bronca puede más que la melancolía, y se enfurece,
sobre todo con los medios que le inventaron (de ella es la palabra) una relación
con el cardiólogo Jorge Belardi,
'al que nunca le vi la cara', dice. Y
explica: "Quise alojarme en el hotel de Carmelo, y estaba a full. Entonces,
Celasco, el marido de mi hija, me consiguió, a préstamo, la casa de este señor
Belardi, que está enfrente del hotel, porque su dueño no iba a usarla en esos
días. Fui, y la cosa estalló de la peor manera. El pobre señor estaba operando,
y en la calle lo esperaban periodistas, fotógrafos, camarógrafos, listos para la
gran primicia:
"¡¡¡Exclusivo!!! ¡¡¡Habla el nuevo novio de Susana!!!".
Flaco favor le hice al alojarme en su casa…".

Más cosas se saben, sí. Se sabe que desde la separación, Susana no soporta
llegar a su casa con la certeza de que sólo Jazmín, su ya famoso perro, la está
esperando. Se sabe también que insiste en decir que "lo que anuncié públicamente
en mi programa es la estricta verdad". Vale recordarlo: "Después de seis años
de amor, mi relación con el señor Jorge Rodríguez ha terminado
". Vale
recordarlo, porque -según los relatores de la historia-"Susana está
arrepentida de no haber sido la primera en confesarlo
" (la primicia la dio,
como se sabe, el diario Crónica). Y dice entre sus muy íntimos al respecto que "eso
no debió haber sucedido: tengo una carrera, una edad y una relación tan íntima y
de tanta confianza con el público, que no puedo engañarlo ni escamotearle un
episodio tan importante -y tan doloroso- de mi vida. Por eso salí al toro (como
decimos en el teatro cuando improvisamos, cuando pisamos el escenario sin ensayo
previo), y dije estrictamente la verdad. No sé si hablé bien, si usé las
palabras justas, pero fue -repito- estrictamente la verdad".

A lo largo de esas charlas con sus amigos, no deja de elogiar ciertas palabras
de Jorge dirigidas, en especial, al periodismo: "Cuiden a la rubia. Yo me
pongo la armadura de amianto y aguanto todo: cualquier pregunta, cualquier
insinuación, cualquier invento. Pero la rubia no tiene una armadura de amianto,
es muy vulnerable, aunque no lo demuestre. De modo que insisto y les pido:
cuídenla, porque se merece todo el respeto del mundo".
Y la palabra respeto
no es casual, no. Porque ella, Susana, la diva de apariencia inconmovible (sólo
de apariencia…) jura que "la relación con Jorge fue la más respetuosa que
tuve y de una franqueza enorme".

Ahora, el guión de cine sufre un corte y le abre paso a esta crónica. Atención:
"En las últimas semanas, Susana vivió dos emociones -y dos pueden ser
demasiadas- en avalancha: el adiós a Jorge y la pérdida del embarazo de nueve
semanas de su hija Mercedes. No tuvo más remedio que mostrarse fuerte ante
Mercedes
'para que no se deprimiera', dijo, pero estaba realmente
quebrada. En cuanto a su relación con Jorge, quedó escrita en el cuerpo y en el
papel. En uno de los brazos de Jorge, el tatuaje de un corazón con rosas,
espinas (dato sugestivo…) y el nombre de Susana en una cinta. Y en el secreter
de ella, las cartas de amor que él le mandó a lo largo de sus días de vino y
rosas (amarillas). Dato clave: el viernes, después de la reunión en el microcine,
ella les dijo a sus invitados
: 'Descubrí, por primera vez, que una historia
de amor puede terminar sin peleas, sin locura, civilizadamente. Yo, a esta
altura de mi vida, no me peleo por estupideces. Cuando el amor se acaba…, se
acaba realmente. Y eso es lo que más duele. Con Jorge no nos ataban papeles,
libretas, nada. Solo estábamos juntos por el sentimiento. Por eso esto es tan
doloroso, y cuando hablo de él tengo ganas de llorar'. Al volver de Carmelo
hizo su programa sin que se notaran su soledad y su dolor, almorzó con su hija y
sus nietos en su casa, les confesó a muy pocos -a poquísimos- que extrañaba las
rosas amarillas y la copa de vino tinto Montchenot que compartía con Jorge… y
pasó en soledad el Día de la Madre: ni siquiera fue a Tortugas a ver la final
del campeonato de polo, algo que tanto le gusta
". Fin del informe.

¿Pero -se preguntan todos-, si tanto se querían, si tanto se respetaban, si
tanto les costó armar esa relación (palabras textuales de Susana y de Jorge), si
tanto les duele la separación, si… (etcétera), por qué no siguieron juntos?
Aquí, el guión -no el de cine: el de la vida real- empieza a despejar el gran
enigma. No a través de chimentos, de versiones, de conjeturas: a través de
testigos calificados, como suele decir el periodismo cuando tiene la posta pero
no puede revelar la fuente. Así. La crisis empezó hace, día más o menos, unos
ocho meses. La semilla que germinó hacia el adiós fue una grieta -pequeña
primero, insalvable después- en los proyectos de vida de ambos. Proyecto de
Susana: seguir siendo Susana, y con opciones: ya superestrella, puede hacer -o
dejar de hacer- lo que quiera, y cuando quiera. Porque fue todo lo que quiso
ser, y llegó a la absoluta cumbre de su camino. Proyecto de Jorge Rodríguez:
afirmarse como empresario más allá de algunos negocios que compartía e incluían
a Susana. De pronto, ella le dijo algo así como: "¿Por qué no nos vamos dos
meses a Miami y nos tiramos panza arriba en Fisher Island?".
Jorge,
silencio. Pero pensando: "No puedo. En esos dos meses de ocio se me desarma todo
lo que estoy construyendo. No puedo parar, porque como empresario no estoy
hecho, y ya tengo cuarenta años: el tiempo no me sobra". Una cosa eran los
proyectos conjuntos, "el remar a dúo" (palabras de él…), y otra muy diferente
los proyectos individuales. Esa fractura -la primera- no se soldó con rosas
amarillas, cenas románticas ni safaris africanos. Esa fractura fue la peor que
suele caer sobre las parejas: tiempos distintos, visiones distintas, ritmos
distintos. Entonces -jura el testigo- "empezaron los silencios, los tiempos
muertos, el vacío. Ellos, que siempre tuvieron mucho diálogo y -sobre todo-
mucha franqueza, empezaron, lentamente, a distanciarse…". Desde luego, otra
ficha -otra pregunta- cae, inexorable: ¿y la pasión, adónde quedó esa pasión que
tanto proclamaron y exhibieron en mil reportajes y mil fotos? El dedo en la
llaga. El clavo ardiente. Entonces (y mucho más hoy), Susana no quiere hablar de
pasión, "porque la gente la relaciona, de inmediato, únicamente con el sexo,
sin comprender que a cierta altura puede haber sexo, pero pesa mucho más la
comunión espiritual, el diálogo, los sueños compartidos, y que si esos lazos no
funcionan, el sexo no puede recomponer nada"
.

Lunes 20 de octubre, casi medianoche, cierre de edición, casa de Susana Giménez
en Barrio Parque… El guión podría seguir así. Pero esto no es cine, no es
teatro, no es radio, no es televisión. Lunes, 20 de octubre, casi medianoche,
casa de Susana Giménez, que está sola y se duerme (o trata de dormirse), acaso
con una furtiva lágrima que también se seca en soledad. Porque la escena ya fue
escrita por el poeta: "Amor, mientras duró, de todo hizo placer / Cuando se
fue, nada dejó que no doliera".

por Alfredo Serra
informe: Pablo Procopio y Fátima Della Pera
fotos: Christian Beliera, Alejandro Carra, Fabián Uset, Julio Ruíz,
Walter Papasodaro y Enrique García Medina

Al mando de su Mercedes-Benz y con la única compañía de Jazmín, Susana vuelve a su casa de Barrio Parque después del programa. Son sus primeros días en soledad, tras seis años junto a Jorge Rodríguez, su último gran amor.

Al mando de su Mercedes-Benz y con la única compañía de Jazmín, Susana vuelve a su casa de Barrio Parque después del programa. Son sus primeros días en soledad, tras seis años junto a Jorge Rodríguez, su último gran amor.

Viernes 17 de octubre. Susana y Jazmín reciben a las visitas en su casa de Barrio Parque. Los amigos de siempre no le fallaron y aceptaron acompañarla en estos tiempos de soledad. La cita tuvo una excusa: ver Soy tu aventura, la película protagonizada por Luis Aguilé.

Viernes 17 de octubre. Susana y Jazmín reciben a las visitas en su casa de Barrio Parque. Los amigos de siempre no le fallaron y aceptaron acompañarla en estos tiempos de soledad. La cita tuvo una excusa: ver Soy tu aventura, la película protagonizada por Luis Aguilé.

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