Vuelo AZ681 (Roma-Buenos Aires). A pesar del retraso –“que parecía un capricho del destino como para dar más chance a la reflexión”–, los cinturones estaban bien ajustados en una cabina muy presurizada.
–Mamma, ¿stai bene o un po giù?
–Ho paura di volare, Valentino.
–Tranquilla. Le auto sono più pericolosi.
El pequeño intentó calmar su fobia con la misma frase con la que lo hacía su papá. Wanda Nara (27) mordió sus labios durante kilómetros esperando que Valentino (4), Constantino (2) y Benedicto (1) se durmieran. Entonces (y sólo entonces), lloró.
VEINTICUATRO HORAS DESPUES. Marida sus calzas Hello Kitty con los últimos lentes Chanel. Y se excusa por eso en la bienvenida a su casa del barrio Santa Bárbara. “Esta entrevista es como alivianarme la espalda de tanta especulación”, justifica. Finalmente decidirá lookearse, como quien apuesta a un ejercicio terapéutico: “Porque necesito verme bien”. Tras siete años –seis de casada– y tres meses de “duelo silencioso”, puso fin a su matrimonio con Maxi López (29). “Zaira y Pico (Mónaco) llevaron a los chicos a la plaza. Ni puedo prender la tele, porque ven a Maxi y empiezan: ‘¡Papá!’”, explica abriéndose camino entre vestigios del desempaque. “Me siento confundida. Mareada. Angustiada. Pensar que estando tan lejos decía: ‘En casa voy a estar mejor’”.
–¿Qué pasó?
–Exploté. Fue una seguidilla de motivos. Hasta acá tuve una vida que parecía atractiva, pero en realidad vivía tapando el dolor. Mi gran error fue dejar pasar algunas situaciones. Evitaba reaccionar en caliente, o porque estaba embarazada, o porque mis hijos todavía tomaban teta... ¡qué sé yo!
–¿Cuándo comenzó el duelo del que hablás?
–Cuando vinimos a la Argentina (en mayo, para el bautismo de Benedicto) me sentí en paz, volví a encontrarle sentido a mi vida. Había pasado tanto... ¡Yo perdí un embarazo en Rusia, sola y con 20 años! Tuve que hacer mi bolsito e ir al raspaje con médicos a los que no les entendía una palabra. Ahí sentí por primera vez qué es la soledad (se quiebra).
–¿No querías regresar a Catania?
–Volver allá me hizo mal, me trajo malos recuerdos. Yo le dije a Maxi: “Basta. Me quedo”. El me rogó que lo acompañase, que se venían cambios fuertes en su carrera y me necesitaba a su lado.
–Y entonces, la crisis...
–La alerta fue extrañar mi país y a mi familia. Mientras estás feliz con alguien podés vivir en un iglú. En siete años, era la primera vez que me pasaba. Supe que todo se venía abajo.
Leé la nota completa en la última edición de Gente. 
Desde su última visita, en junio pasado, dice haber vivido en crisis personal y de pareja. El sábado 10 volvió a instalarse en su casa del barrio Santa Bárbara, donde nos recibe. “Ya tenía un comprador y anulé la venta”, dice.
“Le confesé a Maxi que ya no era feliz, que ya no podía superar algunas cosas. Lloramos abrazados y me dijo que nadie me amaría como él”
Wanda y Maxi se casaron el 23 de mayo de 2008, un año después de haberse conocido. “Quería que lo siguiese a Rusia, el destino más difícil, donde perdí un embarazo. Con 20 años tuve que hacer mi bolsito e ir al raspaje con médicos a los que no les entendía una palabra. Ahí supe qué es la soledad”, recuerda Nara.
