“Dejé de ser una paria, ya no me siento una okupa” – GENTE Online
 

“Dejé de ser una paria, ya no me siento una okupa”

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Florencia de la V hizo historia. La Justicia argentina reconoció su derecho y la registró como mujer bajo el nombre de Florencia Trinidad. “La gente no tiene idea de lo que significa llevar la identidad de alguien que no existe, que no te representa”, dice la artista, que hasta ahora se llamaba legalmente Roberto Carlos Trinidad.

Ese hombre que nunca fue quedó definitivamente en el pasado. Por eso siente que a sus treinta y cinco años volvió a nacer. Su caso es el primero en la Argentina y en Latinoamérica, y sienta precedente: nunca antes se había cambiado el “Masculino” por el “Femenino” en un documento, sin necesidad de intervención quirúrgica y sin considerar que la persona sufría una enfermedad. Florencia sabe lo que es ser tratada como alguien enfermo sólo por su condición sexual, sabe de humillaciones y de soledad, pero hoy siente que cada dolor valió la pena. “Siempre me sentí mujer”, confiesa.

Emocionada, asegura que tener el DNI con su nombre marca un antes y un después y la fortalece para el próximo gran paso de su vida: convertirse en madre. De alguna manera tuvo que parirse a sí misma. Y como en cada instancia importante de su existencia, es en la memoria de su madre, muerta cuando ella sólo tenía dos años, donde encuentra refugio. “Pienso que ella estaría feliz por lo que me pasó”, dice entre lágrimas.

Con el corazón en la mano y un nudo en la garganta, se sienta frente al grabador de GENTE en su primera entrevista como mujer jurídicamente aceptada. “Ya no me siento una okupa”, afirma.

–Es la primera nota que das como Florencia Trinidad, siendo ésta tu identidad legal de mujer reconocida por el Estado.
–Tener el DNI con mi identidad es uno de los logros más maravillosos que me dio la vida, porque tiene que ver con ser aceptado como uno es. Hace mucho tiempo que elegí ser Florencia, pero por prejuicios, cuando era más chica, no creía que una persona como yo podía tener la posibilidad de elegir. Me costó mucho saber que no era así, y que yo tenía los mismos derechos que cualquier persona.

–Uno registra su identidad cuando nace. A vos te llevó una vida.
–Tal cual. Por eso esto es como un nacimiento. Te juro que cuando la jueza me dio el fallo lloré mucho en su oficina. A ella, Elena Liberatore, le voy a agradecer de por vida lo que hizo por mí.

–¿Cómo fue ese momento?
–Llegué al despacho con mucha incertidumbre y ansiedad por saber cuáles eran los pasos a seguir. Nunca me imaginé que la jueza iba a firmar y decirme: “Acá tenés tu identidad. La Justicia argentina dice que sos Florencia”. Yo me largué a llorar como hace mucho no lo hacía.

–¿Qué significa tener el documento con tu nombre?
–Para mí es un antes y un después. Porque al margen de la seguridad que siempre tuve, esto me termina de afirmar como mujer. Estoy parada de forma distinta ante la sociedad. Dejo de ser una paria, una okupa. Mi documento me representa a mí. ¿Sabés lo que es ir a sacarte la foto del DNI y que te digan “no... el pelo atado”, o “no te podés maquillar”? Es humillante. Yo creo que la gente no llega a comprender lo que es tener un documento que no te representa. Y no reniego de lo que fui, porque siento que de lo que fui vino lo que soy.

–Llevabas el documento de alguien que no existía.
–Exacto. Imaginate que era muy violento para mí ir a pagar una cuenta, viajar... Cuando iba a votar, por ejemplo, yo tenía que ir a la fila masculina. Con el tiempo te armás una coraza, vas y votás por el deber cívico, pero algunas veces dejé de ir, porque era tremendo sentirme discriminada. ¿Sabés algo? Llegué a preguntarme qué nombre iba a llevar mi tumba... Porque hasta eso te hacen: te ponen el nombre que figura en el DNI. Y para consolarme me decía: “Yo para la gente soy, y voy a ser, Florencia toda la vida”.

–Por fin te podés despedir de Roberto Carlos Trinidad.
–Sí... sí... (hace una larga pausa). La verdad que sí... Ya está... Queda en mi pasado para siempre.

–¿Sabías que tu caso es el primero en que se acepta el cambio de identidad de hombre a mujer sin considerar que la persona padece una enfermedad?
–Sabía, y es muy fuerte. Es que por elegir una sexualidad diferente la gente te juzga. Y por eso te digo que si el año que viene la ley llega al Congreso voy a estar muy feliz.

–¿Te pasó que te trataran como una enferma sólo por tu elección?
–La verdad que sí. Y por eso creo que estamos muy avanzados los argentinos, y que con este tipo de leyes nos estamos curando como sociedad, estamos dejando todos de estar enfermos.

–El tuyo también es el primer caso en que no debe mediar una operación de cambio de sexo para que se otorgue el cambio de identidad.
–Eso no lo sabía.

–A propósito, ¿pensaste alguna vez en operarte?
–Hay mucha gente que se lo plantea y mucha que no. Creo que el paso de la operación tiene que ver con otra instancia, no sólo mental, sino de la vida de cada persona. Yo siento que hoy por hoy no lo necesito. No sé si el día de mañana. El tiempo lo dirá. Bibi Andersen (la actriz transexual española célebre por la película Cambio de sexo) vivió hasta los cuarenta años su vida normal y después se operó porque sintió la necesidad.

–O sea que lo vivís como una búsqueda y no lo descartás.
–Exacto.

CHARLA DE MUJERES. Hay silencios hondos en esta conversación femenina cara a cara. También hay lágrimas y estremecimientos. Hay heridas abiertas y confesiones impensadas para la que habla y para la que escucha. Las fotos tuvieron la naturalidad de un domingo con sol, y a Florencia la envuelve un halo de paz que transmite claridad de rumbo. Ya se calmó el bullicio de sus tres cachorros –García, Cayetano y Francia–, que no se resignaron a quedar afuera de las tomas. Solamente persiste el olor de los jazmines que pueblan la casa. Y el diálogo que se desgrana cuando cae la noche tiene la intensidad que sólo emana de los momentos trascendentales. En uno de esos hitos de la vida está parada la protagonista de esta historia.

Tomamos té en el rincón donde Florencia instala su máquina de coser. La costura la transporta hasta tiempos recónditos. De alguna manera representa a su madre, pero también a su primera vocación y sus primeros trabajos. Curiosamente vino con un nombre de mujer desde la fábrica: Florencia.

–¿Vos le pusiste “Florencia 45” a la máquina de coser?
–No, la historia es así. Yo me la compré cuando trabajaba en un negocio donde cosía vestidos de novia. Me acuerdo que junté un aguinaldo y una plata que tenía por vacaciones y fuimos con una amiga y vimos que se llamaba “Florencia 45” y la compré.

–Ya buscabas el nombre...
–(Se ríe) Claro. Puede ser. Uno no hace nada por casualidad.

–¿Te acordaste de tu mamá el día en que recibiste la noticia de tu DNI?
–Pensé mucho en mi mamá. Porque cuando tus padres te bautizan y te ponen el nombre es como una ceremonia importante para la vida de una familia. Y yo estaba poniendo mi nombre en el documento. Pensé que ella estaría contenta por mi felicidad.

–Hoy la ley te lo reconoce, pero vos te sentías mujer desde nena.
–Toda mi vida, desde muy chiquita. Siempre pensé en femenino. ¿Sabés lo difícil que es crecer así, sintiéndote diferente y no pudiendo contárselo a nadie?

-Y sin saber qué te pasa.
–Encima, sin entender... Crecí preguntándome por qué era diferente a los demás. Sentía que era única en el mundo, que no le pasaba a nadie lo mismo. Es una de las discriminaciones más solitarias que hay en la vida. Si a vos te agreden en el colegio por ser gorda o por tener la piel oscura, vos lo contás en tu casa y te contienen. Con esto no: te dicen “maricón” y tenés que llorar en soledad. Por eso digo que yo soy lo que soy porque trabajé para construirme a mí misma. No existe el “Manual del Travesti Argentino”, lo que debés o no hacer.

–¿Sos consciente de que hoy estás haciendo historia?
–Siento que la fama tiene otro sentido. Me pone feliz que desde mi lugar se haya logrado esto. Y es muy gratificante. Creo que va a ayudar a muchas personas que no tienen posibilidades, que no saben ni siquiera qué es un amparo, que no pueden contratar un abogado, que no saben que tienen derecho. Porque estamos hablando de eso, simplemente de derecho.

–¿El tener tu documento como Florencia Trinidad te hace reconsiderar la posibilidad de casarte?
–No habíamos pensado el tema, porque yo no iba a pasar por un Registro Civil con Pablo (Goycochea, su pareja desde hace doce años) y soportar que dijeran un nombre que no me representa, porque no podía casarme con mi nombre artístico. Hoy sí lo pienso seriamente.

–Hubo otra madre en la que pensaste ese día inolvidable, ¿verdad?
–El viernes estuve muy mal. Tenía la alegría y la satisfacción por el fallo, pero sentía un inmenso dolor por lo que le pasó a Merlina (Licht, la panelista de Mañaneras que falleció víctima de un cáncer), esta mujer tan joven, comprometida por los derechos de las personas y que dejó dos hijos. El tema de la maternidad me pega desde un lugar muy profundo, porque mi mamá falleció cuando yo tenía dos años.

–Imagino que te habrás visto un poco en los hijos que dejó...
–(Hace un largo silencio) Yo amo mi trabajo, porque me ayudó a vivir como una persona digna, pero no quiero que sea toda mi vida. Ahora quiero tener la familia que nunca tuve (se quiebra y rompe en llanto)... Por eso me tocó tanto lo de Merlina, y por eso digo que el fallo llega a mi vida en un momento de mucha plenitud exterior e interior, y me fortalece más para el segundo paso que estoy por dar.

–¿Y cuál es ese paso?
–Ser madre.

–¿Pensás en adoptar o en alquilar un vientre?
–(Titubea) El destino lo va a decidir. Voy a buscarlo del modo que sea. Para mí no tiene que ver con que sea tuyo o no. No me quiero ir de la vida sin pasar por eso.

–¿Cómo descubriste que querías ser madre?
–Me cuesta hablar de esto... (vuelve a quebrarse). Sé que conseguí muchas más cosas de las que pude haber soñado, pero a veces siento que ya no me llena nada... Hay algo en mi interior que no sabía qué era y me pedía otra cosa. Hoy necesito cambiar mi vida. Necesito tener un hijo. Todos dicen que ser madre es el amor más puro que se pueda tener.

–¿Ya iniciaron consultas con Pablo para avanzar en ese plan?
–Sí. Y creo que estamos en buen camino. Decidí no hablar mucho, porque me provoca más ansiedad. Por eso estamos haciendo todas las cosas necesarias, pero en silencio.

–Mientras tanto, el próximo gran día será cuando te den tu nuevo documento.
–¡No lo voy a poder creer! También quise cambiar el año de nacimiento además del nombre y el sexo, pero parece que eso no se puede (carcajadas). Le dije: “¿Me ponés 1985...?”.

Florencia se encarga “de todo” en su departamento de Palermo. Las flores, el orden, la comida. “Desde chiquita siempre me sentí mujer. Crecí preguntándome por qué era diferente a los demás, por qué esto me pasaba a mí”, confiesa.

Florencia se encarga “de todo” en su departamento de Palermo. Las flores, el orden, la comida. “Desde chiquita siempre me sentí mujer. Crecí preguntándome por qué era diferente a los demás, por qué esto me pasaba a mí”, confiesa.

“Mi madre era costurera. Y aunque murió cuando yo tenía dos años, heredé de ella la pasión por la aguja y el hilo. Empecé a usar esta máquina cuando trabajaba en un negocio donde cosía vestidos de novia”, cuenta Florencia.

“Mi madre era costurera. Y aunque murió cuando yo tenía dos años, heredé de ella la pasión por la aguja y el hilo. Empecé a usar esta máquina cuando trabajaba en un negocio donde cosía vestidos de novia”, cuenta Florencia.

“Llegué a preguntarme qué nombre iba a llevar mi tumba, porque ahí te ponen el del DNI. Para consolarme me decía: Para la gente voy a ser Florencia toda la vida’, asegura.

“Llegué a preguntarme qué nombre iba a llevar mi tumba, porque ahí te ponen el del DNI. Para consolarme me decía: Para la gente voy a ser Florencia toda la vida’, asegura.

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