“Decidí concretar mi sueño y dedicarme a ser actriz” – GENTE Online
 

“Decidí concretar mi sueño y dedicarme a ser actriz”

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En Palermo, en el seno de una familia conservadora, el 28 de noviembre de 1979 nació Gabriela Vaca Guzmán. Hija de Luis, –un hombre dedicado al campo, y además odontólogo–; y de Cristina, psicóloga. Hermana de María, abogada y veterinaria, y Santiago, psicólogo, cuatro años mayor y cuatro años menor, respectiva y prolijamente programado.

No había dudas, Gabriela tenía el camino marcado. Del colegio primario y secundario en el Northlands –el mismo al que asistió la princesa Máxima– pasó a estudiar Administración de Empresas y de Recursos Humanos en la Universidad del Salvador. Se recibió a los 24, trabajó en consultoras y fundaciones y se calzó los típicos tailleurs de ejecutiva. Hasta entonces, todo dentro de los cauces previstos.

“Estaba bastante cómodo todo, ¿no?”, sonríe la morocha, y se acomoda el larguísimo pelo azabache, bastante despeinado. El Blackberry suena; ella se disculpa y lo sostiene, dejando a la vista las uñas pintadas mitad de rojo, mitad de negro (en la mano derecha), mitad de verde y mitad de negro (en la izquierda). “¿Ves qué lindas fotos?”, invita a curiosear. Como fondo de pantalla, ella y su mejor amiga, con la torre Eiffel como paisaje. En la galería de imágenes, más fotos con su mejor amiga, fotos con su ex cuñado, con sus ex suegros, con su ex novio en un encuentro breve de aeropuerto… “Tenemos la mejor onda, por suerte. Mirá, acá están Fernando –ah, es el ex presidente, Fernando de la Rúa– e Inés, que los adoro. Nos vimos en París unos días. Bueno, acá con Shaki y Antonio…”. Shaki, claro, es Shakira, su mejor amiga desde hace ocho años, cuando se conocieron en la quinta La Esperanza, de los De la Rúa, y se hicieron inseparables.

Por entonces Gabriela tenía apenas 21 años. Estudiaba en la Universidad del Salvador, trabajaba y comenzaba su relación con Aíto de la Rúa, a quien había conocido en una fiesta. En paralelo y silenciosamente estudiaba teatro con Luis Agustoni y se preparaba para cumplir el sueño que tenía desde chica: ser actriz y lograr un lugar en el show business.

En el año 2003, antes de mudarse (directamente desde la casa de mamá) a España junto a Aíto y encarar el proyecto de poner una cadena de heladerías artesanales, hizo participaciones en Floricienta. El año pasado fue parte de la remake de la película Los Superagentes –que dirigió Carlos Mentasti– y este año encarnó a Lorena, una “mala” en la novela Herencia de este amor, que transmite Telefe de lunes a viernes a las 15. Su personaje se fue, pero promete volver en breve.

“Desde que tengo memoria quise ser actriz. Pero bueno, mi familia siempre fue muy tradicional. Pienso que mis papás nunca se imaginaron que iban a tener una hija artista”, sugiere. Pero todos los Vaca Guzmán están siempre al lado del televisor, para ver a Gaby cumpliendo su objetivo.

–Por lo que contás, tuviste una infancia sin sobresaltos…
–Sí, por suerte. Mi mamá me inculcó mucho el tema de la disciplina, el trabajo. Así que siempre me esmeré mucho. Fui a un colegio muy exigente, después estudié dos carreras, trabajé mientras estudiaba...

–¿Cuándo dijiste “lo mío es la actuación”?
–No sé si hubo un momento puntual; siempre me gustó. Creo que fui creciendo y me di cuenta de que en la vida hay que hacer lo que nos gusta. Y el trabajo es aquello que nos lleva más tiempo. Por eso, me parece importante estar haciendo lo que siento, lo que me dicta el corazón, divertirme. Levantarme a la mañana y pensar cómo componer un personaje, trabajarlo, para mí es un placer. No lo siento como un trabajo: actuar es como salir a jugar.

–¿Qué rescatás de tu carrera de Administración de Empresas?
–Es algo que me gusta, sinceramente. Sé que lo puedo hacer, soy capaz. Mi carrera y mi trabajo me dieron estabilidad, me permitieron tener una rutina, horarios, tranquilidad económica. Todo el mundo sabe que el trabajo de los actores es inestable. Pero elegí lo que me gusta.

–¿Tu familia te apoyó en la decisión?
–Nunca se opusieron, pero fue difícil, claro. No tanto por ellos, sino más por mí. Además, uno no puede vivir siempre pensando en la mirada de los demás. Yo tenía un estilo muy internalizado, una estructura con la que había crecido. Se sufre para romper con todo eso.

–¿Vas al psicólogo?
–Dos veces por semana. Me encanta destapar mis fantasmas. La terapia es liberadora. Me parece fundamental para la actuación, porque te ayuda a ser más libre, a descubrir lo que sos, a encontrarte con vos mismo. Yo al psicólogo lo llamo “cirujano del cerebro”.

–¿Al cirujano del cuerpo fuiste?
–Jaja. No, por suerte… Es todo natural.

–¿Cómo es tu relación con Aíto, tu ex?
–Bárbara. Estuvimos de novios siete años y medio. Hace casi ya dos que nos separamos. Fui muy feliz con él. Tenemos la mejor onda y es un amigo para toda la vida. Nos une una complicidad muy difícil de romper.

–El tiene novia, la modelo y actriz Calu Rivero. ¿Y vos?
–(eludiendo la respuesta) Ja, ja. Lo quiero mucho y quiero que sea feliz. Que lo que haga sea porque le hace bien y lo elige.

–¿Con los De la Rúa también mantenés la relación afectiva?
–Son como mi familia. Los quiero muchísimo. Me adoptaron como si fuera una más. Son divinos: Fernando e Inés siempre me cuidaron y protegieron. Suelo verlos cuando estoy con Shakira y Antonio.

–Con Shakira mantuviste tu amistad, más allá de que ya no son cuñadas...
–Sí, somos amigas íntimas. La quiero mucho. Nos divertimos juntas, es buena persona, buena mina, talentosa, muy generosa... Realmente, la admiro mucho.

–¿Ella tuvo alguna influencia en tu decisión de volcarte al teatro?
–Siempre me dice que trate de cumplir mis sueños, que haga lo que quiero. Que trabaje duro, que si persigo mis sueños los voy a conseguir.

–Ya elegiste tu vocación, estás por cumplir 30... Sólo te falta un novio, ¿o ya lo tenés?
–¡No! Por ahora estoy sola, pero muy bien, muy concentrada en mi carrera. Ya va a llegar la persona. La vida siempre es más linda cuando la compartimos con alguien. ¿No? No quiere saber nada con los números y la formalidad. “Voy a cumplir treinta años y quiero hacer lo que me gusta, aunque la actuación sea muy inestable”, jura Gaby.

No quiere saber nada con los números y la formalidad. “Voy a cumplir treinta años y quiero hacer lo que me gusta, aunque la actuación sea muy inestable”, jura Gaby.

“Levantarme a la mañana y pensar cómo componer un personaje, trabajarlo, es un placer. No lo siento como un trabajo: actuar es como salir a jugar. Es maravilloso”.

“Levantarme a la mañana y pensar cómo componer un personaje, trabajarlo, es un placer. No lo siento como un trabajo: actuar es como salir a jugar. Es maravilloso”.

“Con Aíto salimos siete años y medio. Fui muy feliz con él. Tenemos la mejor onda y es un amigo para toda la vida”.

“Con Aíto salimos siete años y medio. Fui muy feliz con él. Tenemos la mejor onda y es un amigo para toda la vida”.

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