«De esta crisis tiene que nacer un nuevo país» – GENTE Online
 

"De esta crisis tiene que nacer un nuevo país"

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El Vasco (abogado, 50 años, casado, 4 hijos, desarrollista) es, desde hace dos meses, el presidente de la
Unión Industrial Argentina. Peleador incansable, enamorado de su país, a José Ignacio de Mendiguren su frontalidad le ha provocado más de un problema desde que asumió. A pesar de todo, sueña con que la crisis sirva como plataforma. 

Esta tiene que ser una crisis fundacional. Tiene que nacer un nuevo país. Hay que hacer un llamado al sentimiento patriótico sin
demora
”. Para eso se reúne con Alfonsín, Duhalde, De la Sota, los representantes de la Iglesia, las tres centrales obreras, el Gobierno, y los intelectuales, escribe borradores, da charlas, estudia e insiste con la idea de lograr un acuerdo sobre qué clase de país queremos, y luego sí encolumnarnos detrás de un proyecto serio.
La nuestra es una Nación que no tiene clara su voluntad de ser una Nación.
Nos duele la Argentina y los argentinos que bajaron los brazos. Desde mi grupo advertimos:
‘No toquen a jubilados y empleados. Hay otras alternativas’. Tenemos que reconstruir la Nación, y recién entonces abrir las puertas al mundo. Me critican: ‘Vasco, ¿vos sos Monseñor Casaretto o sos el Presidente de la Unión Industrial?’.
Es que la democracia peligra con tanta pobreza. Peligra como ideal. Pero vamos a arrancar y a
vencer.

–Paul O’Neill, secretario del Tesoro norteamericano, dijo cosas muy duras:
Argentina necesita menos fondos y más inteligencia”. “Hace 70 años que tiene los mismos problemas”. “Nunca exportó nada que valga la pena”. “Los plomeros nuestros no tienen por qué pagar los errores de
ellos
”. ¿Tiene razón?
–En algunas cosas coincido. Y más que ofenderme o asustarme, me despierta un desafío. Es mi desafío agregar valor, entusiasmar a los argentinos para que tengamos un proyecto de país distinto. Lo que O’Neill no dice es que las reglas del juego que él aplica no son transparentes. Porque cuando nosotros hicimos lo que a él le gustaba, no nos fue mejor. Por ejemplo, a los productores de miel les dijimos que tenían que ser competititvos, producir calidad, ganar los mercados, y lo hicieron. Entraron al mercado americano y a los dos meses, para proteger a sus productores de miel,
el gobierno norteamericano les puso un 70 por ciento de arancel, lo que los quitó del mercado. Lo que O’Neill propone hacia el exterior no es lo que aplica internamente. Pero hay algo que me pareció ofensivo. Eso de los plomeros norteamericanos. Le aseguro que si nosotros hacemos la cuenta de los últimos 50 años, son muchos más los plomeros y jubilados argentinos que han contribuido con los norteamericanos, que al revés. Si usted mira la balanza comercial de los Estados Unidos con la Argentina, siempre fue favorable a ellos. 

–Entonces, ¿qué nos pasa?
–Los argentinos hace mucho tiempo que debatimos las mismas cosas. Y no logramos sentarnos a una mesa y, entre todos, con la riqueza individual que tenemos, hacer un proyecto colectivo de nación. La Argentina me parece un país alucinante. Cuando uno hace una pequeña proyección al año 2019 –y 19 años en la vida de un país no es nada–, con este crecimiento vegetativo, la Argentina tendrá 51 millones de habitantes. Y a un crecimiento del 4,5% anual –que es factible–, la Argentina tendría 2.000 millones de dólares de producto bruto. Podemos aspirar a ser un país de
20.000 dólares per cápita. Muy pocos países en el mundo ofrecen esa posibilidad. Pero a esto no se llega sin plan, haciendo la plancha.

–¿Ninguno de tantos ministros de Economía acertó con un proyecto sensato?
–No. Con este modelo de globalización la Argentina ha sobreactuado, ha tomado lo peor. ¿Cuál es nuestro lugar como país dentro de ese proceso? Si no queremos ser objeto de los países que tienen la iniciativa, en algo debemos ser sujeto. Los países que hoy tienen éxito –España, Chile, Holanda, Italia– crearon foros para debatir un proyecto nacional. Nuestro último canciller, Di Tella, decía que la mejor estrategia es la falta de estrategia. Es una definición nacional. En la Argentina hablamos de todo menos de lo importante: ¿qué clase de país queremos? 

–¿Y qué sería lo más importante a discutir?
–Todavía la Argentina no tiene claro si quiere ser un país productivo y exportador. Hasta hace muy poco, daba lo mismo importar que producir. Cuando usted destruye su aparato productivo, se queda sin trabajadores. Y por más baratos que lleguen los productos de Taiwán, nadie los puede comprar.

–Las encuestas dicen que tenemos 14 millones de pobres. ¿Qué le provoca esa cifra?
–A nosotros no nos sorprende lo que sucede. No es casual. Al contrario, es causal de una política económica inconsistente, una política económica que se guió por la lógica del capital financiero. Esta lógica dice que los mercados deben abrirse eternamente, permitir que los flujos financieros internacionales circulen libremente, y que ellos asignarán los recursos equilibradamente.
Es una teoría absolutamente ingenua, porque está claro que muy pocos países del mundo la aplican. La inversión especulativa quiere que haya
escolaso. En cambio, las inversiones de riesgo vienen y se instalan. Estas son las que necesita la Argentina. Pero esa inversión no llega a los países que no son socialmente sustentables. ¿Usted invertiría en un país donde el 50% de los chicos vive en hogares pobres y nadie reacciona? Entre Capital Federal y Gran Buenos Aires hay 2 millones de chicos de entre 12 y 22 años que ni estudian ni trabajan.

–¿Las políticas productivas se descuidaron por incapacidad o por corrupción?
–Por una visión economicista equivocada. En este período en que se descuidó a la economía real se protegió a sectores que han obtenido rentas enormes. Hay gente a la que le ha ido muy bien en estos últimos siete años. Y justamente han sido los sectores que no compitieron –se llaman los nuevos proteccionistas de la década del 90–, que han gozado de un proteccionismo como no conoció nuestra historia. Fue de una ingenuidad tremenda creer que nosotros podíamos abrir la economía sin previamente hacerla competitiva. Nosotros, el grupo al que represento, aceptamos la competencia, queremos vivir una economía moderna y abierta, pero si se abre la economía con estos costos internos, se está subsidiando la importación, el empleo externo y se está fomentando el desempleo local. Esto que parece simple, los economistas no lo vieron.

–No los escucharon.
–Esto se fue agravando con el tiempo. El sector productivo, tanto el agro como la industria y la construcción, empezaron a perder rentabilidad, y la Argentina no lo notaba porque reemplazaba el crecimiento y las exportaciones con endeudamiento. La Argentina no emitía porque el Plan de Convertibilidad no lo permitía. No generaba recursos genuinos porque no exportaba y no entraban dólares, por lo tanto el país cada vez se endeudaba más. Fuimos ahogando la producción, porque cada vez fue más difícil exportar y teníamos que pedir más plata prestada. Por lo tanto, como pedíamos más plata y no podíamos crecer, un día nos dijeron:
No les prestamos más porque ustedes no son más solventes”.

–Y así llegamos a estos días. Estamos sudando tinta para que nos presten unos pesos.
–Hace muchos años que subestimamos estos problemas. Nosotros advertimos:
La Argentina tiene enormes problemas de competitividad por los altos costos que nos impiden competir con el
exterior
”. Pero se negó esta realidad. Y lo que se decía era que debíamos seguir mejorando nosotros, los sectores productivos, que ya habíamos hecho el equipamiento y no teníamos crédito. En vez de entender que si no se bajaban los costos internos, la presión fiscal, la presión impositiva, la presión de las tasas de interés, la Argentina se tornaba inviable hacia el futuro. Siempre se encontraba el chivo expiatorio, algún sector al que se lo demonizaba, para no ver el problema real. Por ejemplo, se hablaba del gasto público. No tenemos duda de que el gasto público y el costo político son temas que hay que tocar. Pero lo que hay que ver es cuáles fueron las verdaderas causas que nos llevaron a esta recesión de 37 meses, a esta falta de competitividad de la economía argentina. Hoy no es negocio producir un ternero en la pampa húmeda. El productor pierde plata. ¿Por qué, si el precio internacional de la carne hoy es muy bueno, casi 90 centavos el kilo de carne? Porque los costos internos, valuados en dólare
s, no le cierran. Paga un litro de nafta o de gasoil tres veces más caro que un productor americano. El productor nacional está desprotegido, nadie lo defiende.

–¿Cómo reaccionan otros países frente a las avalanchas de productos importados más baratos?
–En los Estados Unidos hay una relación muy seria y directa entre la política aduanera, la política fiscal, la política de comercio exterior y la política de empleo. Cuando usted baja el arancel para una camisa, hay un índice que le demuestra en cuánto se beneficia el pueblo americano por comprar la camisa más barata. Pero en el renglón de abajo está el dato de cuántos puestos de trabajo se pierden. Analizan costo-beneficio, y luego se toman las medidas en consecuencia.

–Dicen que cuando la deuda es tan grande, el problema es del acreedor.
–Mire, para que estos gurúes económicos que tenemos no nos sigan mintiendo, tenemos que saber qué nos llevó a esta situación. Todos entendemos que el problema es el déficit fiscal. Pero el déficit fiscal no es lo que causa hoy el problema. El déficit fiscal es el efecto de una política económica que endeudó al país, haciéndolo caer en una recesión de más de 37 meses. Por eso no se recauda y tenemos déficit fiscal. No hay que bajar la fiebre, que es el síntoma. Hay que ir a las causas. Y la causa es la falta de competitividad.

–¿Cuál sería la solución, entonces?
–Cuando Cavallo llegó, hizo un diagnóstico que nosotros compartimos. Dijo:
El problema es la falta de competitividad”. Para eso ejecutó los acuerdos de competitividad. Hoy desde Economía dicen que para ser competitivos hay que bajar salarios. Yo no lo comparto. Después Cavallo dijo:
Argentina tiene una revaluación de su moneda de un 20 por ciento promedio”. Y un tercer diagnóstico en que coincidimos:
El mayor causante del déficit es la caída del nivel de actividad económica”. El Ministro explicó que tenemos que trabajar en la reactivación de inmediato, en los acuerdos de competitividad, para mejorar nuestro tipo de cambio real. Bueno, todavía hoy no pudimos hacerlo. El problema es que pasamos de la recesión a la deflación. Y la deflación implica depresión económica, y caen todos los índices sin encontrar un piso. Caen los precios, caen los salarios, cae el volumen que las empresas producen. La única depresión económica que conocemos fue la americana del año 30. Estados Unidos tenía un 27 por ciento de desocupación. Hoy en la Argentina, entre empleo y subempleo, tenemos casi el 30 por ciento. ¿Qué hizo Estados Unidos en aquel momento? Siguió la teoría tradicional: bajó los sueldos, para que las empresas tomaran más empleados, bajaran los salarios y los precios, y la gente comprara más. Esto es lo que los economistas llaman Teoría de la oferta. El resultado fue que cuanto más bajaban los salarios,
más profundizaban la crisis. Entonces llegó Keynes y dijo:

No, acá hay un problema de demanda. Esta economía no logra generar
demanda. Y si la gente no empieza a comprar, no paramos más la caída de estos
índices
”. Entonces, lo que la Argentina necesita hoy, que está en depresión, es generar demanda. Recuerde que actualmente tenemos un mercado interno con
13 millones de marginados. Es decir, un mercado que enseguida puede empezar a consumir. Por eso hace un tiempo propusimos un seguro de desempleo y de inserción laboral en forma urgente. Esto, además de atender un problema social importantísimo, genera demanda. Porque nadie al que usted le da 200 pesos los ahorra. Es dinero que va a consumo puro. Es decir que se genera un círculo virtuoso.

–¿El déficit cero es la solución? ¿Lo vamos a lograr?
–En el mundo no hay ideologías sino intereses. Hasta hace tres años, para los norteamericanos éramos los niños modelo del Modelo. Mostraban a la Argentina como el
leading case” en el mundo de una economía que se abría, que había hecho las reformas estructurales. ¿Cómo puede ser que ahora de golpe nos ponen casi como Nigeria? Que nos quede claro: nadie en el mundo tiene el mandato de bregar por los intereses argentinos. Por eso de esta crisis hay que hacer responsables a los mismos argentinos. Fíjese qué fácil es tomar plata al 2 o 3% en el mundo y prestarle a la Argentina al 15 o 16%. Y además con una particularidad: con un seguro de cambio gratuito, que es la Ley de Convertibilidad. ¿Esto es competencia? No. Es como ir a cazar al zoológico: no tiene ningún riesgo.

–¿Y cómo se detiene la caída?
–Hace muchos años que la Argentina paga la deuda con más deuda, no con crecimiento. Lo que hoy nuestros acreedores han visto con claridad es que no podemos generar los dólares necesarios para pagar. Es lógico que, cuando les pedimos más plata, pregunten: “¿Pero de qué forma van a crecer para garantizar la capacidad de pago, que no sea con lo que nosotros les
prestamos?
”. Así que el gran desafío de la Argentina es cómo hará para crecer. Fíjese, a pesar de que hace 37 meses que el país no crece, el déficit fiscal es el 3% del producto bruto. Su endeudamiento global es el 54% de su producto bruto. Para que tenga una idea, Italia tiene el 115% de endeudamiento. ¿Pero sabe por qué no nos prestan? Porque la Argentina no muestra futuro. Entonces la deuda, aunque nominalmente no sería grande para un país que crece, para un país que no crece es infinita. Le aseguro que afuera prefieren que les mostremos un proyecto creíble de crecimiento, aunque implique un déficit fiscal transitorio.

–¿Por qué todos nuestros técnicos apuntan entonces al déficit fiscal?
–Hace muchos años la política ha tercerizado la economía. La economía no puede estar por delante de la política. La Fundación Mediterránea y Cavallo, después pasó a la del CEMA con Roque Fernández, luego al
FIEL con López Murphy, y ahora la Millenium. Me pregunto dónde está la política en esto.
Los economistas nos intoxicaron a todos. El mismo país donde esta gente estudia no aplica lo que ellos dicen. Esos países fueron primero fuertemente proteccionistas. Y cuando crecieron con el proteccionismo, recién fueron librecambistas. De esta crisis, que es terminal, podemos salir o caer en Nigeria. Un mes antes de las elecciones nosotros vamos a organizar una convención en Parque Norte con visitantes extranjeros. Allí estableceremos diez medidas fundamentales a cumplir. Y les vamos a pedir a los políticos que se definan si están de acuerdo o no. Ya le hemos permitido a la clase política jugar con las indefiniciones por demasiado tiempo.

Desde mi grupo advertimos: No toquen a jubilados y empleados. Hay otras alternativas. Tenemos que reconstruir la nacion y recien entonces abrir las puertas al mundo".">

"Desde mi grupo advertimos: No toquen a jubilados y empleados. Hay otras alternativas. Tenemos que reconstruir la nacion y recien entonces abrir las puertas al mundo".

Nuestro ultimo canciller, Di Tella, decia que la mejor estrategia es la falta de estrategia. Es una definicion nacional. En la Argentina hablamos de todo menos de lo importante:¿que clase de pais queremos? ".">

"Nuestro ultimo canciller, Di Tella, decia que la mejor estrategia es la falta de estrategia. Es una definicion nacional. En la Argentina hablamos de todo menos de lo importante:¿que clase de pais queremos? ".

No tenemos dudas de que el gasto publico y el costo politico son temas que hay que tocar. Pero el deficit no es hoy la causa principal de nuestros problemas. No hay que bajar la fiebre, que es el sintoma. Hay que ir a las causas. Y la causa es la falta de competitividad".">

"No tenemos dudas de que el gasto publico y el costo politico son temas que hay que tocar. Pero el deficit no es hoy la causa principal de nuestros problemas. No hay que bajar la fiebre, que es el sintoma. Hay que ir a las causas. Y la causa es la falta de competitividad".

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