“Cumplí 40. Me retiro, como prometí… Pero empiezo otra gran etapa de mi vida” – GENTE Online
 

“Cumplí 40. Me retiro, como prometí... Pero empiezo otra gran etapa de mi vida”

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Yllegaron los 40… Y Julio, Julio Bocca (¿le suena?), a la sazón en Madrid, uno de los puertos de su última gira, la de la despedida, la del adiós para siempre que prometió hace un lustro (“A los cuarenta, se acabó… Baile, nunca más… Quiero vivir… Quiero comer pizza y tomar cerveza”), urdió una reunión nocturna como se debe: con torta, cuarenta velas, soplido, aplauso, lo de práctica. Pero, artista al fin, la instaló en un escenario y con un cuerpo de ballet único: cien almas, muy famosas algunas (Les Luthiers, Valeria Mazza, Norma Aleandro, Marilú Marini, Leonardo Sbaraglia, y siguen las firmas…), en la helada noche madrileña. En esa Villa del Oso y el Madroño, donde el frío serrano “no apaga un candil pero mata a un hombre”, como advierten los nativos. Eligió lo mejor, lo más cool del mercado local: restaurante La Viuda Blanca –con anexo de bar: La Viuda Negra, donde algunos se entonaron con copas y tapas–, una factoría reciclada que luce en su techo un tragaluz de cien metros cuadrados abiertos a luna, estrellas y relámpagos si los hay), que queda en Campomanes 6, centro, zona Los Austrias, patria chica de movida grande. Julio, un monarca de la puntualidad, caminó por la nevada calle el centenar de metros que median entre su hotel y La Viuda…, y entró allí a las nueve en puntísimo de la noche.

Una hora después, los cien invitados ocuparon las diez mesas –diez almas por mesa–, cada una con una silla libre “para que yo pueda estar en todas”, decidió el big dancer con sabiduría de coreógrafo. En los bolsillos de los caballeros y las carteras de las damas yacía la invitación, redactada también por Julio: “El mejor presente que puedes hacerme es tu presencia física y espiritual, que me acompañará por siempre. Agradeceré no me hagas regalos, ya que estaré en la mitad de mi gira europea. En esta nueva etapa que hoy comienzo a vivir, quiero estar rodeado de todos aquellos que me regalaron alegría y calor. Quiero que formen parte del sueño que comienzo: mi despedida profesional. Y que sean parte de uno de los recuerdos que conservaré por siempre”. Punto, aparte, y “The best present you can give me is…”: el mismo mensaje, en la lengua de Shakespeare.

Media hora después de las diez, el menú, bajo la batuta del chef César de Augusto (nombre con resonancias de imperio). Salmorejo de tomates Raf con juliana de jamón ibérico y oro de arbequina, Teri-yaki de pollo de corral con salsa de soya y arroz basmati, y sopa de chocolate blanco con helado de fresa. Vinos blanco, tinto y champagne. Un cuarto después de la medianoche (ya martes 6 de marzo), y de un solo soplido, Julio mató las cuarenta mínimas llamas. ¡Y todos a bailar! Primera pareja: Bocca-Mazza (Valeria viajó desde París, especialmente). Repertorio: agitados ritmos tropicales a la argentina, y hits de los 80 (área nostalgia…). En la pista, grandes afectos de la estrella: Norma Aleandro, Leonardo Sbaraglia, los cinco Luthiers, Lidia Segni –su maestra de toda la vida–, Paula (la mujer de Pupi Zanetti), y hasta Jorge, amigo de Julio desde la remota infancia en Munro, donde nació allá por el 6 de marzo de 1967. A las cinco de la mañana, en un Madrid todavía a oscuras y bajo la nieve, la legión se dispersó lentamente…

Al otro día, GENTE habló brevemente con Julio, que ya cerraba sus valijas para seguir el periplo: “Fue una fiesta maravillosa. Más de lo que soñé, y todo terminó como yo quería: con tranquilidad, sin descontrol, y con todos mis amigos pasándola genial. Quiero agradecerles a todos los que estuvieron, y también a los que no pudieron venir pero me colmaron de mensajes y tarjetas. Estoy muy, muy feliz por mis cuarenta, por la marcha de la gira, que está saliendo perfecta, y por la respuesta de la gente: ¡tenemos todos los lugares agotados! Y además, el 16 de abril, en España, me dan el premio Max. Pero algo me emocionó hasta las lágrimas. Supe que los tripulantes del rompehielos Almirante Irízar hicieron una torta y me cantaron el ‘Feliz cumpleaños’ en medio del hielo”.

Faltan nueve meses y tres semanas para la noche cumbre: diciembre 22, Avenida 9 de Julio, gran final-final ante una multitud récord. El 23, libres sus pies de las zapatillas que tanto honró, se embarcará rumbo a la Antártida. Rumbo al principio o al final “de una patria que estuvo, está y estará en lo mejor de mi corazón”.

Quince minutos después de la medianoche del lunes 5, Julio apaga las cuarenta velas. A su lado, el luthier Daniel Rabinovich y Norma Aleandro, que está haciendo teatro en España.

Quince minutos después de la medianoche del lunes 5, Julio apaga las cuarenta velas. A su lado, el luthier Daniel Rabinovich y Norma Aleandro, que está haciendo teatro en España.

Uno de los muchos brindis: Valeria Mazza, Daniel Rabinovich, Julio, Norma Aleandro y los también luthiers Marcos Mundstock y Jorge Maronna.

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Así lo levantaron, y sin que bailara El Corsario...

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