«Cuando era hippie, en materia de sexo probé de todo» – GENTE Online
 

"Cuando era hippie, en materia de sexo probé de todo"

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Todos tenemos un lugar en el mundo, incluso los peregrinos. Paulo Coelho vive
en dos habitaciones del Henri IV, un hotel de tres estrellas sin más lujos que
aire acondicionado y televisión por cable. Su refugio está ubicado al pie de los
Pirineos, en el corazón de la pequeña ciudad de Tarbes, un puñado de manzanas
cuyos atractivos turísticos -una catedral del siglo XII, un parque de flores, y
un haras que alguna vez supo criar campeones- tan sólo merecieron unas pocas
líneas en la última edición de la guía Michelin.

-¿Por qué eligió Tarbes, Coelho?

-Siempre me hacen la misma pregunta y, sinceramente, no sabría cómo explicarlo.

-Usted es un hombre de fortuna, podría vivir en cualquier lugar del mundo...
-Quizá sea por ello que elegí Tarbes, ¿no? No encuentro una razón que justifique
mi estadía aquí, pero tampoco la necesito.

Paulo Coelho conoció Tarbes hace diez años, cuando visitó por primera vez a la
Virgen de la vecina ciudad de Lourdes. Y echó raíces poco después, cuando
repitió Tarbes para recorrer El camino femenino. "Tú sabes, El camino masculino
es La ruta de Santiago: sabes de dónde sales y adónde llegas, tu problema es el
espacio. En cambio en El camino femenino tu problema es el tiempo: tienes que
quedarte en un sitio por equis días, que en mi caso fueron setenta. Hoy, una
década después, sigo en Tarbes, adonde me siento en casa y ya me han nombrado
Ciudadano Ilustre..."
, resume orgulloso el autor de El Alquimista, libro que, en
poco tiempo, Hollywood convertirá en película, con 80 millones de dólares de
presupuesto, Jeremy Irons en uno de los protagónicos, música de Peter Gabriel,
los paisajes de Jordania ambientándolo todo y la actuación y dirección de
Laurence Fishburne -el Morpheus de Matrix-, quien hace quince días se reunió con
Coelho en Londres para acordar detalles de la película, cuyo estreno está
previsto para fines del 2004.

Coelho acaba de publicar su última obra. El tema central de esta novela es el
sexo, y tiene como hilo conductor la historia de María, una prostituta
brasileña. Su título fue inspirado en una novela de Irwing Wallace que trata de
una batalla legal por la publicación de un libro que describe minuciosamente los
siete minutos que dura una relación sexual. Sin embargo, Coelho consideró el
cálculo de Wallace "un tanto conservador" y bautizó su trabajo Once minutos.

-¿Se puede describir al sexo como un acto de once minutos?
-En su diario, María escribe: "...las personas que me tocaron el alma no
consiguieron despertar mi cuerpo, y los que tocaron mi cuerpo no consiguieron
llegar a mi alma".
Este es un problema común a casi todos los que vivimos sobre
la Tierra. Y cuando esta disociación ocurre, el sexo se reduce a once minutos.

-¿Por qué se decidió a escribir sobre sexo?
-Porque todo en este mundo gira alrededor del sexo: la seducción, la moda, el
poder... El sexo es un sitio lleno de mitos y tabúes, en el que la mentira está
permitida. Todos mentimos alguna vez para dar placer o para agradar: "tuve un
orgasmo fantástico
", "sos la mujer más maravillosa del mundo"... ¿Por qué nos
comportamos así en algo tan importante? Siempre quise abordar el tema, aunque no
encontraba un hilo conductor. Finalmente, cuando conocí a esta prostituta y me
empezó a hablar de la vida sin amor y del luchar contra todo, supe que tenía un
punto de
partida.

-Antes de llegar al punto final, ¿pudo descifrar por qué nos comportamos así en
el sexo?
-Porque vivimos en un mundo lleno de patrones. El patrón sexual está basado en
una serie de mentiras tales como el orgasmo vaginal, la virilidad por encima de
todo, mejor fingir que decepcionar... La gente vive sus relaciones sexuales bajo
una presión asfixiante. Los que mienten "hago el amor todos los días" han creado
un parámetro inalcanzable para el común de los mortales. Estas actitudes dejaron
a millones de personas frustradas, infelices, con sentimientos de culpa.

-¿Por qué, a pesar de tantos avances tecnológicos y médicos, el cuerpo femenino
sigue siendo un jeroglífico indescifrable para la mayoría de los hombres?

-No tengo ni la más mínima idea. De todas formas creo que el objetivo no debe
ser descifrar, sino entregarse por completo. Se trata de guiar y ser guiado por
una relación. El problema es que cuando estamos en la cama nos comportamos como
niños: no nos atrevemos a preguntar y seguimos el viejo manual.

-¿Cuánto tuvo que aprender de mujeres para escribir Once minutos?
-Utilicé los conocimientos que fui adquiriendo a lo largo de mi vida. Mi primera
mujer fue muy importante en mi vida sexual. Ella era eslava, once años mayor que
yo, me enseñó que vivimos en un mundo de tabúes, y me habló del mito del orgasmo
vaginal por primera vez. Después, cuando era hippie, en materia de sexo probé de
todo y en las formas más exageradas. Sí, imagine lo que quiera... Y el resto
proviene de mis charlas con María, y de las enseñanzas sadomasoquistas de mis
amigos...

-¿Sus amigos son sadomasoquistas?

-(Ríe). Sí, y yo también me sorprendí en un principio. No lo sabía, pero todos
tenemos un sadomasoquista en nuestra cuadra. De cada cinco personas, una debe
ser sadomasoquista.

-¿Cuál fue el comentario de su mujer luego de leer el libro?
-Ella fue la primera en leerlo y le encantó. Dice que cada vez comprendo mejor
mi lado femenino.

-El lado femenino, un concepto difícil para los que crecimos bajo el estereotipo
de "el macho latino"...
-El lado femenino no tiene nada que ver con sexo, sino con una percepción
distinta del universo. El arquetipo del macho sudamericano es una tontería, no
existe. Hay muchos más machos en otros países. Odio esos prejuicios con
Latinoamérica, me vuelven loco.

Aún resistido por los críticos, Paulo Coelho, cuya obra fue traducida a 41
idiomas, es el segundo autor más leído del planeta (el primero es el novelista
norteamericano John Grisham), con 60 millones de libros en todo el mundo, de los
cuales un millón y medio fueron vendidos en la Argentina.

-¿Cómo es su proceso creativo?
-Yo escribo un libro cada dos años, cuando siento que el universo comienza a
organizarse para que así sea. Cuando finalmente me siento frente a mi
computadora, el texto ya está escrito en mi alma y lo desarrollo de una manera
muy espontánea, sin siquiera utilizar apuntes.

-¿Cómo definiría su estilo?
-(Ríe). Yo soy "coelhista puro": un estilo muy directo y basado en la
sinceridad.

-¿Le molesta que aún muchos definan sus trabajos como "de autoayuda"?
-Sinceramente, yo no sé qué estilo es "de autoayuda". Es más, vaya a cualquier
librería de Francia y no va a encontrar ningún escaparate con ese rubro.

-¿Qué siente usted al saberse el segundo autor más leído del planeta?
-Un gran orgullo. Me siento capaz de compartir un poco de mi alma. Pero al mismo
tiempo soy consciente de que la gloria es transitoria. Siempre escucho a las
celebridades quejarse de la fama y eso es una tontería: todos tenemos nuestra
privacidad cuando la queremos. A mí la fama me dio la posibilidad de escribir
"Gracias señor Bush", un artículo contrario a la guerra de Irak que se editó en
todo el mundo y fue el más leído en la historia. Es decir, gracias a mi fama
tengo voz, opinión.

-Lo que también lo deja al filo de la tentación de opinar respecto de todo...
-Soy muy terminante al respecto. Cuando no sé de algo, simplemente digo: "No
tengo ni idea"
. Pero es cierto, muchos periodistas creen que tengo respuestas
para todo. ¡Si hace poco me preguntaron qué pensaba del último modelo de Peugeot!

-¿Sus lectores lo hacen sentir un maestro, un gurú?
-Ellos son muy inteligentes y, como tales, saben que yo no tengo nada para
enseñar sino mucho para compartir.

-¿Cuáles son sus lujos, aquí en Tarbes?
-(Piensa). Viajo sin más equipaje que mi teléfono celular y una tarjeta de
crédito: salgo de mi casa con lo puesto y en cada destino siempre tengo quien se
encargue de todo. Puedo importar mis cigarrillos desde Brasil... Todos me dicen:
"¡Paulo, pero tú tienes tanta plata que podrías vivir en el lujo!". Y es cierto,
tengo muchísimo dinero, pero aquí no siento que me falte nada. La vida de hotel
no es mala, incluye room service. No creo que sea necesario caer en los lugares
comunes de los ricos. Por ejemplo, me encantan las Ferrari, pero ¿qué podría
hacer aquí con una Ferrari si Tarbes es una ciudad de montaña? Yo me había
impuesto quedarme aquí un año, aunque ya voy por el segundo... Pero no puedo
permanecer en Francia más de seis meses al año porque si no debo pagar impuestos
aquí. Y si bien no estoy seguro de adónde vayan a parar, prefiero pagar
impuestos en mi país y creer que de este modo estoy ayudando a los brasileños.

Pasaron dos horas y la charla llega a su fin. Coelho se despide con un apretón
de manos, posa frente a cámara, y regresa a la altura de su segundo piso en el
Henri IV. Tan sólo algunos segundos después, regresa al lobby con un arco entre
manos. "¿Querías saber de mis lujos? -vuelve a la carga-. En Río de Janeiro yo
era campeón mundial de pinball. Acá tengo un arco y practico kyudo en las
montañas. Es mi forma de relajarme, un verdadero lujo que sólo algunos nos
podemos dar..."

Hace dos años que Paulo Coelho eligió a la pequeña ciudad de Tarbes -a 120 kilómetros de Toulouse- como su refugio, su lugar para encontrar inspiración.

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Coelho se encontró en Londres con Laurence Fishburne -el Morpheus de Matrix-, quien actuará y dirigirá <i>El Alquimista</i> en Hollywood.

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