Amalia Granata no habla, declara. No polemiza, concluye. Y su materia de especialización es el carácter de Cristian Fabbiani, el padre de Uma, su hija de 2 años, con el que convivió en Rumania (donde él jugaba al fútbol) en tiempos más felices. Después llegó la turbulencia, la separación y la guerra mediática. Hace rato que Amalia viene advirtiendo que a Fabbiani no le garúa finito, que no va por la sombra digamos, y que lejos está de ser el hombre perfecto.
Pero ella ya pasó por “el infierno” del Ogro, y los resquicios de aquella relación son sólo cartas documento que viajan de ida y vuelta, de un abogado a otro, en vistas a resolver el juicio por alimentos para Uma.
Mientras tanto, Amalia (casi 29, los cumple el 26 de febrero) se prepara para la nueva temporada de Un mundo perfecto, el programa de Roberto Pettinato, y disfruta la calma de una relación estable (más de un año) con Juan Pablo, un empresario de 32 años.
–¿Te sorprendió la separación de Fabbiani y Vanucci?
–Pensé que la iban a caretear un poco más. Igual, yo ya sabía que tenían problemas desde hace rato: con ese chico no se puede estar bien.
–Sin embargo, en algún momento te sedujo.
–Al principio es un dulce. Te muestra una cara y cuando llegás a convivir, a ser su esposa o a “pertenecerle”, cambia totalmente, se convierte en otra persona. Es bipolar.
–La frase “es el padre de mi hija y siempre lo voy a querer”, tan usada en estos casos, ¿se aplica en tu caso?
–Es el padre de mi hija, yo lo elegí para tener a Uma y él me eligió a mí. Obvio que lo quiero, y me pone muy triste lo mal que la está pasando. No por su situación con Vanucci, sino con el fútbol. Pero bueno, si mi hija me lo pidiera, yo retomaría la relación que tuve con él... como padres, obvio.
–¿Fabbiani es un tipo violento?
–Tengo asentada una denuncia policial en su contra. Mucha gente vio cómo me agarró del pelo y me tiró al piso. Fue en la puerta de Esperanto: había ido con amigos, quise entrar y me dijeron que no podía, porque adentro estaba Cristian y había ordenado que yo no entrara. Después salió tipo prepotente, nos pusimos a discutir, me agarró de la nuca y pasó eso.
–¿Cuando vivían juntos ya habías tenido algún episodio de violencia?
–Uno solo, en Rumania, y fue lo que detonó que volviera a la Argentina. Yo estaba embarazada; nos íbamos a dormir y me pegó tal empujón que caí contra el piso y me pegué con la pared. Al día siguiente hice las valijas y me fui.
–¿Te fue infiel?
–Sí. En Rumania vivía de joda constantemente. Me dejaba sola y se iba a bailar. Al otro día mirabas el diario y decía: “Cristian Fabbiani estuvo en un boliche y, después de gastarse dos mil euros en champagne con sus amigos, mandó a pedir no sé cuántas prostitutas para terminar la noche”.
–¿Y vos cómo reaccionabas?
–Al principio me hacía la boluda. El detonante fue el empujón. Las infidelidades traté de bancarlas porque estaba embarazada, quería salvar la relación.
–¿Pensás que Vanucci está en la etapa de hacerse la boluda?
–Creo que apostó a una familia y ahora quiere aguantar, perdonar, esperar que cambie... Pero Cristian no va a cambiar nunca: él es así, se crió así y va a morir así.
–¿Es de jactarse de su tipo de vida?
–Totalmente. Piensa que es más hombre por alardear. “Mirá, mi mujer está en mi casa y yo estoy de putas”. Con los amigos se cree que es el rey de la noche, un superhombre que se las sabe todas... ¡Pobre de él! No sabe nada, sólo patear la pelota, porque no puede ni cambiar una lamparita.
–¿Aporta para la manutención de su hija?
–Por eso estoy en juicio, y no puedo hablar. Lo único que te digo es que a mi hija la mantengo yo sola. Uma vive de mi trabajo.
–Ultimamente está de moda usar la adicción al sexo como justificación. ¿Puede haber algo de eso?
–Pienso que sí. Incluso creo que no disfruta el sexo con todas las mujeres, que tiene sexo por tenerlo.
–¿Lo considerás un caso perdido?
–No puede estar en pareja, ni siquiera le agrada vivir en familia... Le gusta estar con los amigos, de joda y con distintas mujeres todo el tiempo.
–¿Es inseguro en la cama?
–Con las p... se hace el superhombre. Con ellas hace todo lo que se puede en el sexo. ¡Pero con su mujer no! Con su mujer sólo sexo normal, tiki-tiki, como un trámite y se acabó. Claro, porque es su mujer... Es un machista.
–La igualdad entre hombre y mujer, bien, gracias.
–Es un retrógrado. Quiere que su mujer esté en la casa y no haga nada. Es una mente así chiquita (forma un mínimo círculo con los dedos).
–¿Creés que se va a divorciar?
–No sé. Hay que esperar. No creo que sea tan rotundo. Pienso que Vanucci lo agarró cuando él recién entró a River y dijo: “Me caso con Messi”. Y después el tipo resultó un clavo.
–Tiene un tatuaje que dice Vicky. ¿Alguna vez quiso tatuarse “Amalia”?
–Noooo. Cuando lo conocí tenía un solo tatuaje en la pierna: una K. Le pregunté qué significaba y me dijo que era de una mujer que había sido el amor de su vida, una tal Karina, que no sé quién será. Y de repente ese tatuaje se transforma en “Vicky”...
–Bueno, al menos recicla.
–...
–El Ogro jura que a Vanucci nunca le fue infiel.
–Sí, a mí también me juró lo mismo. Es muy, pero muy mentiroso.
Al frente de la comparsa, Amalia bailó en el Corsódromo de Gualeguaychú, contratada por Brahma.
“Tengo tres trabajos para mantener a mi hija Uma yo sola”, asegura.
Hace más de un año que está en pareja con Juan Pablo (32). El la acompañó a Gualeguaychú, la esperó, la aplaudió y finalmente volvieron juntos a Buenos Aires. Al otro día, a seguir trabajando: esta vez en el Carnaval de Florencio Varela.
