“Cristian miente, cuando se sepa la verdad puede acabar su carrera” – GENTE Online
 

“Cristian miente, cuando se sepa la verdad puede acabar su carrera”

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Está recién operada, pero luce esplen-dorosa. Aún se le notan las heridas de su más reciente intervención en la columna, pero al parecer son más profundas las del alma, esas que le ha ocasionado uno de sus seres más queridos, su primogénito, Cristian Castro. Verónica Castro se ha negado a decir el verdadero motivo de la ruptura, porque aún queda algo de cariño y teme que el escándalo que provocaría decir la verdad termine con la carrera de su hijo.

–En su familia quien ha llevado la batuta es la mujer, incluso todos llevan artísticamente el apellido Castro…
–Yo llevo el apellido de mi papá, Sainz, y me lo quito para trabajar porque, obviamente, mi mamá está en primer lugar. Fue mi consejera, mi pilar, mi única amiga, sin ella no hubiera logrado nada. Económicamente me hice cargo de mis hermanos. Mi mamá hizo el papel de mamá y yo el de papá.

–¿Alguien en su vida representó la imagen paterna?
–No, ni lo necesité.

–¿Con esa responsabilidad cómo vivió su juventud?
–Mi niñez fue corta, tenía que dedicarme al quehacer, estudiar, cuidar niños mientras mi mamá trabajaba. Después hubo cambio de roles y nos cayó muy bien, porque ya estaba harta de ser la mamá de mis hermanos.

–Pero se embarazó muy joven, a los 22...
–Sí, pero ahí entra mi mamá como mamá y yo como papá.

–¿Qué fue lo que la enamoró del loco Valdés?
–Pues es una persona diferente, no me gustan las comunes y corrientes. Era muy coqueto, caballeroso, espectacularmente limpio, olía hermoso. No creo que haya quien hable mal de él. Yo no podría hacerlo; lo malo que puedo encontrar casi en la mayoría de los hombres, es irresponsabilidad o un grave problema mío: ser muy responsable.

–A propósito de sus amores, me gustaría que les dedicara una frase a cada uno de ellos. Primero, Manuel el loco Valdés…
–Muy buen recuerdo.

–Enrique Niembro.
–Muy divertido también.

–Jorge Martínez.
–Un gran error, grave.

–Omar Fierro.
–Correcto en su momento.

–Adolfo Angel.
–No sé, cuando conoces una persona y no es como pensabas, tienes un concepto equivocado.

–¿Está enterada de que el loco Valdés cuando va a Televisa y ve su foto, se persigna?
–No sabía, a lo mejor es para pedir que me vaya bien, porque yo siempre pedí eso para él.

–¿Algún día le gustaría tener una plática sincera con él?
–No sé, pero no tengo un sentimiento negativo hacia él. Si se diera no hay ningún problema y si no se da, tampoco.

–Dicen que las mujeres elegimos a los padres de nuestros hijos…
–No sé, yo estaba tan escuincla y tan deslumbrada porque en su momento era el comediante más famoso, el más querido.

–¿Cuando se embarazó de Cristian siguió con usted?
–No, ya no.

–¿Por decisión de ambos, de él o de usted?
–Fue una decisión que se tenía que tomar. El estaba ocupado con otras personas, tenía sus hijos y yo había decidido tener un hijo de un hombre que amaba.

–¿Qué sintió cuando ya tuvo a su hijo entre los brazos?
–Sí se siente muy fuerte.

–¿Padeció la llamada depresión postparto?
–No me dio tiempo porque tenía que trabajar a fuerza.

–Además de trabajar, durante su embarazo estudiaba Relaciones Internacionales, ¿terminó la carrera?
–Sí y hasta después me recibí. Tuve que empeñar mi coche para pagar el hospital.

–¿La maternidad fue lo que imaginó?
–No, tuve muchas complicaciones, me llevó un año bajar de peso. Tuve mucha leche, en el hospital nacieron tres pares de gemelas y a todas las amamanté. ¡Traía torta bajo el brazo! Me pude cambiar a un departamento chiquito. Teníamos una cama donde dormía mi mamá, Cristian y yo. Después, cuando nace Michelle, ya éramos cuatro. Por eso cuando me fui a trabajar a Argentina fue de mucho llanto porque dejaba lo que más quería. Pero me iban a ver a Argentina, venía yo a México. Mejor me los llevé a vivir un tiempo allá, pues todo lo gastaba en llamadas telefónicas.

–¿Cómo fue el embarazo de Michelle, de qué manera cambió la experiencia?
–Estuve acompañada por Enrique Niembro, su papá, pero igualmente al poco tiempo de que nació, desapareció.

–¿Es cierto que tenía planes de matrimonio y que la separación fue porque se iba a Argentina?
–Para nada. Fueron razones nada agradables. Hubo mucha culpabilidad e irresponsabilidad.

–¿Pero él no estaba comprometido?
–Que yo sepa no, sólo con su hijo, pero si los papás deciden retirarse, pues está bien.

–¿Estaba casado, tenía otra pareja?
–Me imagino. De lo contrario, me hubiera buscado. Cuando salí para Argentina todo mundo se enteró de lo que hacía él y entonces... ¡adiós!

–¿No quiso ponerle a Michelle el apellido de su papá?
–No, de hecho ninguno de los dos lleva el apellido de su papá porque no se acercaron. Luego Cristian se quitó el apellido de mi papá. Lo registré como Kristian Sainz Castro y se puso nada más Castro, parece que no es mi hijo.

–¿Dice que Cristian no tiene madre?
–Pues eso parece. Yo le había puesto Kristian con K, por Kristo, que así se escribe en italiano. Cuando se fue para Estados Unidos, se cambió el nombre y ahora ya no es ni mi hijo natural. Se puso Cristian con C y se quitó el Sainz, la verdad no sé si le hizo falta.

–¿Cree que por ser una mamá tan buena le dio de más y por eso no aprendió a valorar lo que usted le daba?
–Es que en esta vida no hay un libro donde podamos aprender a ser papás. No sabes cuánto es más, cuánto menos, cuánto lo correcto. Di todo lo que pidió: amor, cariño, atención, convivencia, momentos en que no podía verlo, viajaba. Una vez viajé desde Italia. El debutaba en teatro (Mame) y me dieron permiso de un día. Volé de madrugada para estar con él y regresarme. Prácticamente estuve 40 horas metida en un avión para venir a verlo. Lloré como loca de felicidad.

–¿Consideró necesario que Cristian manifestara que estaba distanciado de usted?
–Creo que para él era importante por lo que había sucedido, no por lo que yo hubiera hecho o dicho. Todo mundo se enteró cuando nació Simone, pero a mí no me llamaron.

–¿En ese momento le hubiera gustado decir su versión?
–Tengo muchas cosas que decir pero no lo voy a hacer, porque no soy la que tiene que hablar. Creo que lo que más odio son las mentiras. No es verdad nada de lo que se ha dicho, tanto no es cierto que hasta acompañé a mi hijo a Argentina para entregar el anillo de compromiso y pedir la mano de Valeria. Sí hubo un regaño bastante fuerte de mi parte. Estaba Cristian, Valeria, sus papás y yo, y a ella le llamé la atención porque le dije que a mí no me gustaba la gente majadera con sus papás y mucho menos que le faltara al respeto a su mamá. Le gritó horrible y dije: “¡No! ¿Malos ejemplos? No, y menos a mi hijo”, porque lo único que tuvo Cristian fue respeto para su abuela y para mí. Le dije: “Evítate el problema de que me moleste contigo enfrente de tus padres”. Desde ahí hubo una fricción. Ella no me soportaba y sabía que ella a mí no me gustaba del todo. En Argentina saben cómo es ella, cómo es él, lo que hace su familia, cómo me conduzco, hasta dónde soy capaz.

–¿La familia de Valeria es de abogados?
–Creo que es una investigación que podrán hacer muy bien en Argentina. Cuando fuimos a pedirla, llevaba un anillo de compromiso de un diamante importante que me había pedido Cristian... ¡Pero no! Valeria quiso un diamante mandado a hacer por ella. Entonces nos regresamos con el que le habíamos elegido. Después tuve acercamientos con sus fans en Argentina y estaban bastante molestas.

–¿Por qué?
–Porque se casaba con Valeria (antes de que lo hiciera con Gaby Bo). Yo le expliqué a Cristian lo que estaba pasando. El habló con la jefa del club en Argentina y les dijo que tuvieran paciencia, que Valeria tenía un carácter muy fuerte pero que iba a cambiar. Me despedí bien de sus papás. Le dije a Valeria: “Ya sé que no te caigo bien, ¡y tú tampoco! Pero tenemos en medio a una persona que es mi hijo, que adoro y es mi vida. Entonces tratemos de llevarla leve, de hablarnos y vernos de vez en cuando, pero definitivamente no me gusta tu manera de ser”. A veces soy muy fuerte para hablar, pero prefiero las cosas claras desde el principio para que sepan cómo soy, lo que me gusta y lo que no.

–No es capaz de aparentar algo que no siente.
–No, esto fue a mitad del año y se casaban la primera semana de diciembre. Una semana antes me habla Cristian y me dice: “No me caso”. “¿Me puedes decir qué pasó?”, pregunto. “No, no puedo”, me contestó. Obviamente traté de investigar. Nada más me pidió que checara las cuentas del banco, que fuera a ver lo de su coche, su casa... ¡Y ya no había nada! Estaba muy molesto. Yo hablé con su manager (Darío de León), entonces me enteré que había desaparecido todo. Eso fue lo que yo entendí, no sé hasta dónde fue verdad o mentira. Después fui con su manager a Miami y efectivamente no existían las cuentas. Quedó ella en mandar el dinero en enero, pero parece que no llegó. Hablé con Darío y me dijo que también se había quedado con todos los anticipos que faltaban para acabar de trabajar en diciembre y Cristian tuvo que cantar el resto del año sin recibir dinero porque lo había recogido ella.

–¿Tuvo toda la facilidad para disponer de sus bienes?
–Sí, él ya le había puesto todo a su nombre. Iba con todo, quería ponerle casa, coche, las cuentas, todo a su favor, lo cual me parece muy bien, es muy de un hombre.

–Según sé, ella tiene dinero…
–No sé, la verdad. Pueden investigar quiénes son, a qué se dedican. Fue la historia que yo viví. Entonces le pregunté: “¿Te va a regresar el dinero?”. “Sí, en enero, no te preocupes, ya se acabó todo”, me contestó.

–¿Entonces qué pasó?
–Pues a empezar de cero. Poner otro departamento, otra vida para él en Miami y en México porque había desaparecido todo lo que había llevado de carrera, que eran, no sé, diez años. Se fue de vacaciones a Punta del Este y de repente me dice: “Mamá, me caso”. ¿Con quién?, “Con Gaby Bo”. Fuimos a entregar el anillo, conocí a sus papás, se casaron. La chica me encantó. Se fueron a vivir a Miami. Nos hablábamos, venían para México, íbamos. Pero de repente me dice: “¡Me divorcio!”. “¿Cómo?, ¿de qué se trata?”, digo. Realmente somos muy discretos en nuestras relaciones y hasta donde me quieran contar y hasta donde pueda tomar partido.

–¿Cómo asimiló la noticia?
–Estaba en Big Brother, fue en esa misma época cuando viene el problema que me tira el elefante y me rompe los huesos.

–¿Y el corazón de Cristian?
–Fue muy raro, porque apenas se acababa de divorciar y me llamó para decirme que nuevamente se casaba. Yo estaba en Europa con Michelle en un tratamiento por el accidente, pero él insistió en que fuéramos. “Me caso en 6 días, vengan para acá”, dijo. Le contesté: “No puedo, estoy metida en hospitales”. “Entonces que venga mi hermano”. Le dije: “¿Y yo cómo quieres que camine sin el apoyo de tu hermano? Estoy con pastillas y tratamientos, no podemos”. Total, se casó. Yo creo que le avisó a muy poca gente porque la única que pudo ir fue mi mamá.

–¿Se malinterpretó su ausencia?
–No, todo quedó muy bien. Se casó con Valeria. Recapacitó. No era la otra persona a la que quería bien. Regresaron a México. Convivimos varias veces.

–¿No tenía resentimiento hacia Valeria por el dinero que le había quitado a Cristian?
–Yo tenía varios antecedentes, por eso no entendía muchas cosas. Regresé a Argentina y fui al programa de Susana Giménez. En el camerino platiqué con la mamá de Valeria, estuvo muy amable porque de alguna manera yo la había defendido frente a su hija. Yo pensé que no iba a haber ningún problema. Me enteré que estaba embarazada. Estaban felices, vinieron a México y todo muy bien, hasta que aparecieron un día en la casa de mi madre (hace una pausa y se le entrecorta la voz). Y de ahí no te puedo seguir contando porque esa verdad la deben de contar ellos. Perdón… Ese día aparecieron en la casa de mi madre, yo salía de trabajar en Big Brother y ya no te puedo seguir contando… Ese último día tienen que contarlo ellos y si no, serán los testigos, fue algo bastante desagradable. Ese fue realmente el problema, que no lo voy a contar yo y tendrán que ser ellos porque lo hicieron de común acuerdo.

Verónica nació para ser actriz, pero nunca imaginó los alcances de su carrera de casi 40 años, que ha traspasado todas las fronteras.

Verónica nació para ser actriz, pero nunca imaginó los alcances de su carrera de casi 40 años, que ha traspasado todas las fronteras.

“Me quito el Sainz para trabajar porque obviamente mi mamá está en primer lugar: es mi amiga, mi consejera, mi todo”.

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“A veces soy muy fuerte para hablar, pero prefiero las cosas claras desde el principio, para que sepan como soy, lo que me gusta y lo que no”.

“A veces soy muy fuerte para hablar, pero prefiero las cosas claras desde el principio, para que sepan como soy, lo que me gusta y lo que no”.

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