“Coqui no me echó: yo ya le había pedido el divorcio” – GENTE Online
 

“Coqui no me echó: yo ya le había pedido el divorcio”

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Los coletazos de la hiper se sentían fuerte en el bolsillo del ahora gobernador de Chaco, Jorge Milton Capitanich (44) aquel 9 de marzo de 1990. Sin plata, unos cuantos amigos habían hecho “una vaquita” para comprarle el traje azul que llevaba puesto esa noche, cuando se casó en la catedral de Resistencia con Sandra Marcela Mendoza (46). Un par de días después, los recién casados se subían a un Renault 4, que les había prestado Elizabeth, la hermana mayor de Sandra, y se iban, con plata que les había regalado un tío, de luna de miel a Camboriú, Brasil.

“Nos hicimos los súperhéroes. Estuvimos un día en un hotel y enseguida nos fuimos a otro lado, porque no nos alcanzaba más la plata”, recuerda con gracia Sandra, mientras un colaborador entra al departamento de la calle Sarmiento con un chango lleno de cajas, bolsas y cuadros. “Dejá todo por ahí, por favor”, le indica ella. La secuencia se repetirá varias veces durante las casi cuatro horas que dura la entrevista. Las pertenencias de la primera dama provincial llegan embaladas desde la residencia oficial, en la que vive el gobernador Capitanich, de la que Sandra fue expulsada el viernes 2 por la noche. “Bah... En realidad no me echó. El día anterior me enteré que había presentado el divorcio y digo: ‘Bueno, me voy a mi departamento, entonces’. Pero, viste, los abogados te dicen que no te vayas, para que no digan que hiciste abandono de hogar”, aclara.

El departamento huele a esencias. Detrás de las velas y las estampitas, Capitanich sonríe desde la pared. Las fotos familiares inundan las paredes. “Este es mi papá”, señala. Guillermo Mendoza, hombre respetado por donde se pregunte, peronista histórico que sufrió los embates de la Revolución Libertadora y la dictadura militar, fue presidente del Tribunal Superior de Justicia de Chaco y murió en 2004. Junto con Elba Tita Fernández (ex titular de Cáritas, hija de dos emblemáticos educadores de la ciudad de Sáenz Peña) tuvieron cinco hijos: Elizabeth (subsecretaria de Educación de la provincia), Gustavo (murió a poco de nacer), Claudio (médico, defensor de los Derechos Humanos, que fue diputado nacional y murió en 2006), Sandra y Rodrigo (abogado y el único que no se dedicó a la política). “Somos todos diabéticos tipo 1, insulino-dependientes, como mi mamá. Eso es lo que heredamos en vez de plata…”, bromea.

La ex ministra de Salud del Chaco habla con un tono amable. Su celular no para de sonar. En el ringtone, Soda Stereo canta su hit De música ligera –y ella agrega que es fanática del rock nacional– y, desde el fondo de la pantalla, Capitanich y Sandra sonríen junto a sus hijas, Guillermina (15) y Jorgelina (11). “Mi papá nos inculcó valores. Nos enseñó a ser muy sencillos, honestos y a respetar y hacer cumplir la Constitución, por sobre todas las cosas. Por eso, los Mendoza molestamos en los lugares de poder; no somos comprables”, dice Sandra con orgullo. Y luego relata su historia de militancia en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), en la que estudió Kinesiología: “Era consejera por la JUP (Juventud Universitaria Peronista). En el ’82 andábamos trepados a los techos de la morgue de Medicina escribiendo ‘Queremos la Democracia’. Una época difícil, pero qué linda…”. Fue durante esa militancia que se cruzó por primera vez con Jorge Capitanich, a quien en el Chaco todos conocen como Coqui.

“Era de origen radical, pero tuvo un gran maestro, Juan Carlos Benítez, el ministro de Economía más joven que tuvo Chaco y el único amigo que tiene hoy, que lo llevó hacia el peronismo. Coqui militaba en la Facultad de Ciencias Económicas, en Resistencia, pero todos formábamos la Agrupación Evita, que era un frente más amplio”, relata. Según cuenta ella, fue el entonces futuro gobernador quien pidió conocerla. “Mis amigas me decían que tenían alguien para presentarme. Yo no quería saber nada, porque venía de un noviazgo largo, pero me insistían. Un día que nos juntamos todos los de la FUNE (Federación Universitaria del Nordeste) se me acercó a hablarme ‘el famoso Capitanich’. Me dijo que quería ser consejero y necesitaba votos. Me pidió si lo podía ayudar, porque yo era una militante bastante conocida. Le dije que no tenía tiempo, que estaba con parciales. Pero me insistió. Un día apareció en mi departamento en Corrientes y le dije: ‘Te quiero aclarar que tengo poco tiempo; estoy estudiando’. Me dijo que no había problema y se ofreció a lavar los platos. Empezamos a salir un año después, en 1986”. Gracias a los buenos oficios de su suegro fue que, en 1987, Capitanich se convirtió en secretario privado del entonces gobernador Danilo Baroni. “Nadie a los 23 años entra como secretario privado del gobernador si no es por pedido de alguien muy especial, como mi padre. Coqui ni siquiera sabía manejar, sólo tractores, porque su familia vivía del campo, del cultivo de algodón”, dice Mendoza.

Después del casamiento, el matrimonio se instaló en Buenos Aires (Sandra ya estaba desde el año ’88, estudiando). Allí nacieron sus dos hijas: Guillermina (15) y Jorgelina (11).

Más de veinte años después, el nombre de Sandra trascendió a los medios nacionales por distintos escándalos y peleas conyugales: el múltiple choque de autos en el estacionamiento de la Casa de Gobierno, su cuestionadísimo papel como ministra de Salud del Chaco –la provincia más afectada– en plena epidemia de dengue, su pelea e insultos con la diputada Marita Barrios en la Legislatura provincial (ver recuadro) y la última: los incidentes en la plaza 25 de Mayo, cuando un grupo de manifestantes desocupados protestaba contra el gobierno de Capitanich y la diputada nacional electa se lanzó en su defensa, contra la represión ordenada por el gobernador. A eso le siguieron la prohibición de su entrada a la Casa de Gobierno, el desalojo de la residencia oficial y la presentación de la demanda de divorcio hecha por su marido. “Yo ya le pedí el divorcio a Capitanich en Buenos Aires hace dos meses. Tiene que ir a contestar allá, en realidad, que es donde corresponde, porque allí tenemos nuestro domicilio”, afirma ella.

–¿Esta vez se va a divorciar del gobernador?
–Estamos en crisis. El se enojó mucho porque yo fui a la plaza a evitar la represión. Y bueno... Si le molestó, lo lamento. Mis principios yo no los cambio. Por ahora no estamos separados, pero... Siempre fuimos una pareja que nos respetamos los tiempos. No me gusta que me invadan, y a él tampoco. Si quieren, en Buenos Aires, mi abogada, Alcira Ríos, tiene los papeles listos. El 99,9 por ciento de nuestras peleas son por política, no por temas personales. Si le digo “no me gusta aquel hijo de p… porque es un chorro, corrupto, te va a perjudicar”, él se pone loco, porque dice que me meto con sus ministros. Así empezamos.

–En el año 2003 también estuvieron a punto de divorciarse. Incluso, pasó algo similar: él le prohibió la entrada al Senado de la Nación.
–Sí, fue así. Dictó un memo ilegal para que no pudiera entrar. Cristina Kirchner y Mercedes Oviedo se lo hicieron levantar. Me presentó el divorcio y luego se arrepintió. Le presentó una carta a la jueza diciendo que Dios lo perdonara por su soberbia, que quería estar con su familia. Sucede que él viene de una familia muy humilde, sin experiencia de poder, tiene una seria falencia en ese aspecto. Papá me enseñó que el poder no te cambia. Pero cuando no tenés experiencia…

–¿Esa fue su demostración de poder?
–Claro. Eso les pasa a los políticos cuando llegan sin haber mamado en su casa lo que es el poder. Se obnubilan. Coqui estaba enojado porque yo le había dicho que sino armaba un frente, no iba a ganar las elecciones a gobernador. Y en el 2007, cuando me hizo caso y armamos el frente Chaco Merece Más, ganó.

–¿Usted dice que el poder lo cambió a Capitanich?
–Por supuesto. Les pasa a todos. Todos te adoran, te dicen que sos lindo, inteligente. Lo mismo le dicen a él, que es el más capo del mundo.

–¿Entonces tuvo problemas con su hermano?
–Sí, se llevaban muy mal, porque Claudio decía que no era peronista, que era neoliberal. Y coincido, porque Coqui no mamó la doctrina nacional justicialista.

–¿Qué piensa del gobierno de su marido?
–Está haciendo las cosas bien, aunque recién van menos de dos años de gobierno. Está trabajando en la generación de empleos.

–Su marido la echó del Ministerio de Salud en mayo, cuando usted minimizó el dengue como un brote, cuando ya era una grave epidemia…
–(Interrumpe) No, no me echó. El quería que me quedara como ministra, pero como tengo ética, le dije que si iba a ser candidata a diputada nacional, renunciaba. No quería ser candidata testimonial.

–¿De qué ética habla si había diez mil infectados y usted lo negaba? Todos cuestionaban su función y usted decidió partir al Congreso nacional…
–Yo consideré que le estaban pegando demasiado a Capitanich a costa mía, y es el padre de mis hijas. Aunque la circulación de dengue en el Nordeste estaba probada. En el ’99, 2000, 2001, ya había decretos declarando la emergencia, del ex gobernador Angel Rozas. No vas a declarar la emergencia si no hay virus.

–Y como si fuera poco, en plena emergencia, festejaron los 15 años de su hija Guillermina con una fastuosa fiesta en el Tattersall de Palermo...
–¿Qué tiene que ver eso con la pobreza del Chaco? Si hace ocho mil años que hay pobreza en el Chaco... No voy a cambiar el cumpleaños de mi hija por eso.

–¿Cómo definiría a su marido?
–Es una buena persona, pero le falta calle.
“Estamos en crisis, pero no sé si vamos a separarnos”, le confesó Sandra a GENTE en su departamento de Resistencia, rodeada de fotos y recuerdos familiares.

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10 diciembre de 2007. Felices los Capitanich: Coqui asume como gobernador. Sandra ya había terminado la quimio por su cáncer de mama. Guillermina (15) y Jorgelina (11) viven en Buenos Aires con empleadas de confianza.

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Sandra muestra los golpes que tuvo por la represión de la policía.

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