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Con los tapones de punta

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Cara a cara, frente a frente, los ojos de uno clavados en los ojos del otro, la cumbre, finalmente, se produce: Luis Rubio y Eber Ludueña se saludan en los estudios de
GENTE con cierta gentileza contenida. Se sabe, son dos estrellas, y las estrellas siempre andan a tientas. Luis Rubio es rosarino, tiene 37 años, 3 hijos y después de haber estudiado teatro con Norman Briski compuso el dúo cómico más exitoso de las radios argentinas, Rubio & Rottemberg, con el que ganó un premio Martín Fierro en el rubro Humor en radio por su trabajo en las mañanas de Mitre. En plena presentación de Rubio & Rottemberg 2003: condenados al éxito, la obra de teatro con la que apostaron a la temporada en Mar del Plata, Rubio disfruta del gran éxito de su última creación, un tal Eber Ludueña, protagonista indiscutido de la historia grande del fútbol argentino, un formidable número 4, de 44 años, nacido un 4 del 4, que vistió las camisetas de Ferro, Olimpo de Bahía Blanca, Temperley y Douglas Haig de Pergamino… aunque nunca como titular. Sin embargo, el Eber, como lo conoce el pueblo, es una figura que caló en el corazón de la hinchada y ya tiene merchandising y página web propia:
www.eber.ciudad.com.ar. La charla arranca tímida y con

GENTE como único testigo de un encuentro histórico.


-Caballeros, ¿se conocen?
Luis Rubio
-¡Por supuesto! Quien no conoce al Eber Carlos Ludueña, aquel formidable lateral, una verdadera motosierra humana. En realidad, como jugador, una excelente persona...

Eber Ludueña
-Gracias ¿Y qué puedo decir yo de Luis? Un verdadero grande del humor nacional, después de Olmedo y Mario Sapag, por supuesto…

Luis
-Nos conocimos cuando él jugaba para Olimpo de Bahía Blanca. Ya era un jugador del que hablaba la hinchada: no dejaban de insultarlo. Recuerdo, Eber, que en ese período de tu vida fuiste relacionado sentimentalmente con varias figuras del espectáculo, como por ejemplo Constanza Maral, Conni Vera o Elena Sedova. ¡No dejaste títere con cabeza!

Eber
-Je Je. Eran mis años locos, de mucho Asti Gancia, de mucho Cazalis Legger. Es que no puedo con mi sex appeal… ¿Será por mi larga cabellera, mis bigotes, mi estilo de hombre salvaje? Me inventaron muchos romances. Yo los desmiento a todos rotundamente. Sólo tuve una noche de pasión desenfrenada con Silvia Peyrou y un fin de semana de locura con las mellizas Serantes. Lo demás son patrañas. Eso sí, confieso que fantaseé con Teté Coustarot…

Luis
-Lo que nunca entendí fue por qué dejaste el fútbol. Vos la rompías. Es decir, no había pierna de jugador que no fuera quebrada por Eber Ludueña…

Eber
-Fue por culpa de un accidente automovilístico. Cuando estaba cambiando la rueda delantera de mi Renault 12 me agarró un ataque de ira porque estaba llegando tarde al entrenamiento. Me desbordé y pateé el crique con mi pierna derecha. El auto cayó sobre mi empeine y lo arruinó para siempre. ¡Me cortaron las piernas!

Luis
-Como a Maradona. A propósito: uno tiene como emblema al número 10, vos al 4, ambos son íconos del fútbol. ¿En que aspectos se diferencian?

Eber
-Yo creo que Diego tuvo mucha más publicidad que yo. Es un jugador más marketinero. Además, estuvo mejor asesorado. Mi primer manager fue mi cuñado, que tenía una ferretería. Como los resultados no se dieron en lo deportivo, me dejó y se puso una sucursal en Necochea. Por suerte, después me vino a buscar el hermano mayor de Settimio Aloisio, Octavio; él me condujo al éxito. Recuerdo que todas las mañanas me pasaba a buscar en su Dodge Polara. 

Luis
-Los tiempos cambian, Eber, pero nadie olvidará aquel día en que marcaste a Pelé…

Eber
-¡Uy! Una de las cosas más lindas que me dejó el fútbol. No fue tarea fácil. Lo tuve que seguir por todos lados. Corría el año 80, nos habíamos ido a Camboriú de pretemporada con el tucumano Meza. Pelé estaba en la playa firmando autógrafos. Me metí en la multitud como pude. Como me empujaron, lo marqué a Pelé… en el brazo con un fibrón blanco, porque si no no se veía. Ese fue el día en que Eber Ludueña marcó a Pelé. Me emociono con sólo recordarlo…

Luis
-Se te ve nostálgico, Eber. ¿Alguna cuenta pendiente?

Eber
-De mi situación con la DGI prefiero no hablar. Con el fútbol, sí. Hay algo que me carcome la conciencia: quisiera jugar un partido como titular. En marzo me pondré los botines otra vez. Vuelvo al fútbol por pedido de la hinchada. Me tengo que poner bien físicamente, lo sé. Alguna vez tengo que llegar a ese 35 por ciento de rendimiento físico que necesito para entrar a un campo de juego. Yo no corro mucho. Espero al delantero bien parado y lo "atiendo". Mi sueño es poder jugar el Mundial... 82.

Luis
-Parece que no ves tan lejana una futura convocatoria de Bielsa…

Eber
-Te soy sincero, Luis: como estoy hoy, te digo que no. Yo estuve muy cerca de la selección de Menotti. Me acuerdo de que cuando cambiaron la sede y fueron a jugar a Rosario pasaron con el micro por la Avenida Eva Perón (ex Avenida Córdoba), y el Negro Ortiz me miró desde la ventanilla. Pensar que estuve a tres metros de aquel plantel campeón del mundo…

Luis
-Bueno, no te preocupes, el fútbol siempre da revancha…

Eber
-Por eso vuelvo, Luis. También por expreso pedido de mi hijo, Eber Vicente Ludueña, que está pupilo y ahora cumple 18 años. 

Luis
-La hinchada te está esperando, Eber…

Eber y su más reconocida característica: el amor por el juego limpio. Luis Rubio, su creador, lo sufre en cada cruce.

Eber y su más reconocida característica: el amor por el juego limpio. Luis Rubio, su creador, lo sufre en cada cruce.

La jugada terminó, el resultado se repite: Eber, dueño absoluto de la pelota. Luis, dueño absoluto de un esguince de tobillo.

La jugada terminó, el resultado se repite: Eber, dueño absoluto de la pelota. Luis, dueño absoluto de un esguince de tobillo.

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