“Con este accidente quedó claro que ni la muerte me puede parar” – GENTE Online
 

“Con este accidente quedó claro que ni la muerte me puede parar”

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Miércoles a la tarde en Almagro. En la Federación Argentina de Box es un día más de entrenamientos. En un rincón del gimnasio, la Tigresa Acuña le pega, la esquiva y vuelve a pegarle a una bolsa. En el ring, un pibe pelea con su sombra. Más acá, otros tres saltan la soga sin perder el swing. En alguno de estos veintitrés jóvenes que se están entrenando probablemente resida el futuro del boxeo argentino. Y para ellos el Roña Castro –que acaba de llegar, generando un pequeño revuelo– debe ser una especie de ídolo que dentro de algunos años va a ser sin dudas una leyenda. Cada tres minutos, una chicharra marca el descanso: un minuto, y vuelta a empezar. Este gimnasio respira al ritmo de los rounds. Tres minutos. Descanso. Tres minutos. Descanso.

En un vestuario más bien descolorido, donde el óxido viene comiéndose los armarios desde hace un buen tiempo, el Roña –que está pesando poco más de 80 kilos– se está calzando una bolsa de plástico entre la ropa de entrenamiento para transpirar y perder peso. “Todavía me falta bajar un kilo y pico”, aclara sobre su físico. En eso le suena el celular con el ringtone de Gloria. Es de la producción de Diego Korol para invitarlo a Estilo K. La vuelta de Castro al boxeo –quien ya fuera campeón mundial mediano en 1994– viene acompañada de una gran campaña de prensa, y entonces tiene como diez notas por día. “Con tanta nota, no le dejan tiempo para entrenar”, se queja su manager.

La noticia es que el Roña Castro, a sus 38 años y apenas nueve meses después de haber sufrido un accidente que lo tuvo 21 días inconsciente y dos meses en silla de ruedas, más fracturas múltiples y una infección pulmonar, vuelve a pelear. El 22 de abril, en el Luna Park, frente a José Luis La Pantera Herrera –colombiano de 29 años, 14 peleas ganadas, 13 por knock out y sólo una perdida–. “Mirá si me va a asustar. Yo tengo 143 peleas encima y 89 knock outs, y nunca perdí por knock out”, dice.

–¿Cómo estás?
–Contento de haberme recuperado tan bien. Mi doctor, Walter Quinteros, decía: “Yo me voy a hacer cargo de Jorge hasta que empiece a caminar. Cuando camine ya no me hago más cargo, porque sé cómo es”. Dicho y hecho. Empecé a caminar, a salir de mi casa en Morón, y ya no paré más. Mientras estaba en casa hacía el entrenamiento en silla de ruedas. Pasaron los meses y me fui recuperando. Hice kinesiología, natación, de todo un poco… Y acá me ves. San Pedro me cerró la puerta del Cielo con dos candados. En el ring demostré que nadie quiere pelearme. Pero con este accidente queda claro que ni la muerte me puede parar.

–Sorprende que en tan poco tiempo ya estés listo para volver…
–Para debutar. Porque yo volví a nacer, y ahora voy a debutar. Creo que la fuerza de voluntad me sobró para estar bien, para mejorar cada día más. Tuve un palo muy fuerte. Pensé que me iba a la m… y resulta que me seguí quedando en la Tierra. Creo que las cosas buenas tienen que seguir acá abajo. Gracias a Dios me he salvado. Me quebré las piernas, el fémur, el hombro, me reventé un pulmón… hace poquitos meses, nueve. Y volví a hacer lo que me gusta. Pelear, entrenarme todos los días y hacer cosas distintas sobre el cuadrilátero. Hago exhibiciones, donaciones… Hace muy poco fui a dar una exhibición para que se arme un hogar de discapacitados en Pilar, y bueno, me viene bien, me pongo contento. Estuve veintiún días perdido, y cuando me desperté pensé que había pasado de un día para el otro… A los diez días me fui del hospital. No aguantaba más, extrañaba a mis hijos. ¡Y eso que tengo catorce..!

–¿Estás al cien por ciento?
–Para pelear sí. No me duele nada. De aire estoy muy bien. La cabeza perfectamente en condiciones. El doctor me decía: “Pibe, ¿alguna vez peleaste?”. Y le dije: “Doctor, tengo 143 peleas”. “Hacé de cuenta que nunca peleaste”, me contestó. Y le hago caso. Las cosas salieron bien. Estoy en perfecto estado. Las condiciones las tengo intactas. Las mañas las tengo. Ahora hay que esperar a ver cómo sale la pelea del día 22 y después hablamos.

–¿Qué te motiva a volver a pelear?

–Arriba del cuadrilátero me transformo. No soy la persona que soy abajo. Me quiero pelear. Subo al ring, pongo todo para demostrar que soy el mejor, y no le tengo miedo a nadie. Pienso que el tipo que está enfrente le quiere robar la comida a mis hijos. Siempre me motivo así, ya desde el vestuario. Siempre subí con alma de ganador. Hago lo que tengo que hacer. La gente me felicita por lo que soy, no porque sea un agrandado o me mande la parte. No, yo demuestro lo que soy. Si me mando la parte es porque lo hago bien.

–¿Cómo ves a tu rival, La Pantera Herrera?
–Mirá, el rival ni me preocupa. Hago lo mío. Trato de hacerlo lo mejor posible para estar bien físicamente. Y después trato de ponerme bien. No pienso en el rival ni nada por el estilo. No estudio a los rivales ni miro videos. Subo al ring a pelear y trato de hacerlo bien. Si vos subís pensando: “Ay, no sé si esta noche puedo ganar o perder”, vas muerto. Siempre que subo, subo a ganar. Vamos a ver el regreso. El golpe de derecha yo lo tiro, pero es una fuerza loca la que tengo, porque todavía no tengo formado el músculo.

–¿Y después vas a ir por la corona?
–Sí. Va a ser un gusto tratar de ganarla, defenderla y retirarme con todo el orgullo de campeón. Yo tengo 38 años, cumplo los 39 en agosto. Cuando era un pibe de 20 me llevaba el mundo por delante, y hoy en día me tengo que preparar para llevármelo por delante. No es igual que antes. Para mí esto es la recta final. El día que me retire le tengo que decir muchas gracias al boxeo por todo lo que me dio.

–¿Qué te dio?
–El boxeo me hizo conocer varias partes del mundo, el cariño de tanta gente. Me dio tristezas y alegrías. Me he reído, he llorado… Cuando el japonés Shinji Takehara me ganó el título del mundo, lloré un montón. Fue la vez que mejor me preparé. Estuve 47 días en los Estados Unidos entrenándome para pelear y resulta que las cosas me fueron para la m… Estaba en perfectas condiciones, me había pasado de entrenamiento. Desde ahí dije: “Nunca más me preparo como me tengo que preparar…” (Risas). Yo ahora lo hago a mi modo, y la llevo bien. Lo que hago lo hago bien. Dios me dio un don y lo tengo que aprovechar. Pero todo se acaba.

–¿Y qué viene después?
–Quién sabe... Estoy pensando en meterme en política. ¿Cómo me ves?

En el gimnasio de la Federación de Box, Castro dice que apenas tiene unos kilos de más para lograr su peso ideal. El santacruceño jura que está listo para volver. “<i>Mi intención es retirarme siendo campeón del mundo</i>”, asegura.

En el gimnasio de la Federación de Box, Castro dice que apenas tiene unos kilos de más para lograr su peso ideal. El santacruceño jura que está listo para volver. “Mi intención es retirarme siendo campeón del mundo”, asegura.

“<i>Antes de una pelea nunca pienso en el rival. Yo subo al ring a pelear y trato de hacer lo mío lo mejor posible. Si vos subís pensando: ‘¡Ay, no sé si esta noche puedo ganar o perder!’, vas muerto.</i>”

Antes de una pelea nunca pienso en el rival. Yo subo al ring a pelear y trato de hacer lo mío lo mejor posible. Si vos subís pensando: ‘¡Ay, no sé si esta noche puedo ganar o perder!’, vas muerto.

La última pelea de Jorge Locomotora Castro fue en el Luna Park el 26 de mayo de 2005, cuando venció por knock out al estadounidense Derrick Harmon. Unas semanas después se accidentaría con su auto en la Costanera Sur. Los médicos que lo atendieron dijeron que “<i>salvó su vida por llevar puesto el cinturón de seguridad</i>”. Después de estar 21 días inconsciente, cuando se despertó quiso volver a su casa junto a su familia. “<i>Para Belén, mi mujer, fue durísimo. Estuvo siempre al lado mío. Me cambiaba y me bañaba cuando yo no me podía mover</i>”, cuenta.

La última pelea de Jorge Locomotora Castro fue en el Luna Park el 26 de mayo de 2005, cuando venció por knock out al estadounidense Derrick Harmon. Unas semanas después se accidentaría con su auto en la Costanera Sur. Los médicos que lo atendieron dijeron que “salvó su vida por llevar puesto el cinturón de seguridad”. Después de estar 21 días inconsciente, cuando se despertó quiso volver a su casa junto a su familia. “Para Belén, mi mujer, fue durísimo. Estuvo siempre al lado mío. Me cambiaba y me bañaba cuando yo no me podía mover”, cuenta.

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