“Con Emanuel, pasamos buenas y malas, pero siempre supimos acompañarnos” – GENTE Online
 

“Con Emanuel, pasamos buenas y malas, pero siempre supimos acompañarnos”

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Al principio me jugó en contra que me describieran como una belleza exótica. Pero después empecé a gustar”, dice Ana Paula Dutil (36), mamá de cuatro hijos: Teo y Noé, de 12 y 10 años –de su primer matrimonio, con Fernando Ranuschio– y Bautista e India, de 7 y 3 años –con el cantante y actor Emanuel Ortega (30)–. Una Ana Paula para quien, pese a su éxito en los 90’, nada fue más importante que convertirse en mamá. “Es lo mejor que le puede pasar a una mujer –apunta–. Mis hijos son enviados en mi vida; me han enseñado mucho”.

–¿Cómo convive ésta, tu familia ensamblada?
–Con Emanuel cada uno respeta su espacio y sabe hasta dónde puede llegar. Como “papá no papá” de Teo y Noé, a la hora de las decisiones lo respetan igual: él es la autoridad.

–Durante tres años vivieron en los Estados Unidos y volvieron en 2005. ¿Es definitivo el regreso?
–Me encanta que los chicos crezcan en mi país. Nada es perfecto, pero tratamos de darles lo mejor. Cuando era más joven quería seis hijos, pero estoy bien así. Los varones me hacen sentir como una reina. La nena llegó cuando ya me parecía imposible, y disfruto de las hebillas y los vestidos… Me estoy desquitando. Después recuperaré tiempo para mí.

–¿Te amoldaste al clan Ortega?
–Es una familia totalmente normal. Se habla de trabajo, de los niños, como sucede en cualquier otra. Salimos a comer afuera, pero también compartimos los asados del domingo. ¿Si nos pedimos consejos? Hay talento y estudio. Cada uno decide y los demás, respaldan.

–¿Y cómo te llegó la convocatoria de Celeste Cid para participar en Agua de azahar, el primer corto dirigido por la actriz (¿ex? novia de Luis Ortega)?
–Me encantó conocerla. Es muy talentosa y sensible. Mi papel es el de una mamá renga, con rodete y bastón. Me gusta actuar. También la pasé muy bien con mis participaciones en televisión (Poné a Francella y Lalola), pero respeto mucho a los profesionales. No sé si soy buena con la comedia, pero si me ponés a llorar soy creíble. El drama me sale bárbaro… como a todas las mujeres (risas). Ojo, también me gusta organizar fiestas (ríe).

–¿Fiestas?
–Desde hace unos meses estoy con Voilà, una empresa de ambientación y servicios para eventos y fiestas que armé con una amiga. Y está bueno, porque los argentinos festejamos todo y mucho. Los cumpleaños de 15 y de 18 años incluyen bandas en vivo, shows de todo tipo… Se gasta mucho dinero en celebrar y se busca la innovación, la sorpresa.

–Una apuesta más económica que vocacional, supongo...
–Las dos cosas: siempre supe que mi futuro estaría vinculado con lo estético. ¡Decoré las casas de casi todos mis amigos! También me encanta pensar el make over de una adolescente de 15 y cambiarle el look para que se vea divina. Si con mi primer sueldo de modelo me compré una máquina de coser... Me atrevo a lo creativo manual. Hice un sofá para el jardín y una mesa para los chicos. ¡Soy la Martha Stuart argentina! (carcajada).

–¿De modelo a productora, entonces?
–Hasta ahí. Con cuatro hijos es más difícil, pero siempre aparecen propuestas, y algunas acepto. Te voy a ser muy sincera: jamás dije que me encanta ser modelo. Me divirtió, tuve la posibilidad de viajar, gané dinero, pero nunca terminé de encajar: llegué por accidente. Dejé la carrera de Derecho, en La Plata, y empecé a trabajar en un local de ropa. Un día vino la gente de la marca a ver el armado de la vidriera y me propusieron hacer la campaña: me pagaban lo mismo que mi sueldo mensual. Me fui metiendo, pero nunca terminé de sentirme en mi espacio. Igual, nunca renegué de nada. Si tomo la decisión de hacer algo me comprometo a full.

–Tu currículum lo demuestra, por ejemplo, con tus comentados y aplaudidos desnudos.
–Para mí el cuerpo no es un tabú. Algunos fotógrafos, como Gabriel Rocca, tienen el poder de pararte vestida en su estudio y terminar sacándote toda la ropa. Sin embargo, el cuerpo es naturaleza; no estaba vendiendo nada sexual. No me parece que haya que desnudarse para ser modelo. Todo lo que hice es parte de la Ana Paula que soy ahora, aunque aparezcan mis desnudos hasta en Internet. ¡Me lo banco!

–¿Y qué dice Emanuel?
–Te lo contesto simple: es la primera vez que estoy tanto tiempo con alguien. Hay momentos buenos y otros malos, pero coincidimos en que lo importante es acompañarnos siempre.

Producción: Angie Ugarte y Micaela Faiman
Peinado: Julio, para Salón Porteño
Maquillaje: Damián Vieira para Sebastián Correa,
con productos Helena Rubinstein

“Al principio me jugó en contra que me describieran como una belleza exótica. Pero después empecé a gustar”, cuenta Ana Paula. Pruebas, a la vista.

“Al principio me jugó en contra que me describieran como una belleza exótica. Pero después empecé a gustar”, cuenta Ana Paula. Pruebas, a la vista.

“Te voy a ser muy sincera: nunca dije que me encanta ser modelo.  Me divirtió, tuve la posibilidad de viajar, gané dinero, pero nunca terminé de encajar. Llegué por accidente”

“Te voy a ser muy sincera: nunca dije que me encanta ser modelo. Me divirtió, tuve la posibilidad de viajar, gané dinero, pero nunca terminé de encajar. Llegué por accidente”

“Con Emanuel cada uno respeta su espacio y sabe hasta dónde puede llegar. Como ‘papá no papá’ de los dos chicos más grandes, a la hora de las decisiones lo respetan igual: él es la autoridad”

“Con Emanuel cada uno respeta su espacio y sabe hasta dónde puede llegar. Como ‘papá no papá’ de los dos chicos más grandes, a la hora de las decisiones lo respetan igual: él es la autoridad”

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