Para cualquier criollo, se trata de un deporte indescifrable. Parte de un extraño ritual norteamericano íntimamente ligado al consumo desenfrenado de cerveza y
"palomitas de maíz". Sobre una alfombra de césped sintético, dos equipos se disputan
"a los tortazos" una pelota ovalada. Los jugadores visten pantalones ajustados en la pelvis y están protegidos bajo enormes cascos. Los puntos se consiguen cuando un equipo logra trasponer la defensa del rival y llevar el balón hacia el extremo opuesto de la cancha. Entonces -luego de los festejos reglamentarios-, ingresa al campo un
"pateador" que con un efectivo kick logra sumar un nuevo punto para su equipo. Pero cualquier movimiento puede ser motivo de un nuevo brindis por parte de los aficionados. Sólo un argentino consiguió brillar en semejante disciplina: Martín Gramática, hoy pateador de los Tampa Bay. Nadie más. Sin embargo, el fútbol americano -probablemente, el deporte que mueve más millones de dólares en el mundo- ahora se ha convertido en el nuevo desafío de Gonzalo Quesada.
"Es una posibilidad, está ahí…", asegura tímidamente el apertura de
Los Pumas y hoy estrella del club Narbonne de Francia. Su efectiva patada -que llevó a
Los Pumas al quinto puesto en el Mundial de Gales 99 y le valió el premio de máximo goleador del torneo- sedujo a los reclutadores de la
National Football League, donde podría llegar a embolsar 350 mil dólares por año.
"La propuesta es fuerte. IMG, la empresa que me representa, me pidió que les adelantara mi currículum y unos videos. Y en julio voy a viajar a Miami para entrenarme. Nunca en mi vida pateé una pelota de fútbol americano, por eso voy a ir a una
academia…", insiste con modestia Quesada.
Gonzalo descubrió el rugby de la mano de su padre, Bebe. Se formó en las inferiores del Hindú Club y pronto llegó a primera. En septiembre del '96 vistió por primera vez la camiseta de Los Pumas, adonde logró un promedio de 15 tantos por partido.
"Jugar en la selección nacional fue un sueño de toda la vida", dice. Luego de Gales '99 emigró a Europa y se volcó definitivamente al profesionalismo.
"Me pareció una buena oportunidad y la aproveché", confiesa sin pudores. Desde hace dos años, Gonzalo vive en una ciudad al sur de Francia, donde es una de las estrellas del equipo de rugby local, al punto que a fin de año fue elegido como el mejor jugador de la temporada. Sí, allá también es ídolo.
"Ahora que hablo francés, estoy más adaptado. Tengo amigos, casa, auto. Ni novia, ni muchas desprolijidades, pero estoy
contento", admite el Queso, tal como lo llaman sus amigos.
Hoy, su breve estadía en la Argentina responde al compromiso con una importante cervecería para filmar un comercial. Mientras tanto, jura que no se imagina como estrella del fútbol americano. "Mi verdadera pasión y prioridad es el rugby. Soy un Puma, y estoy trabajando para llegar de la mejor forma al Mundial de 2003", insiste ahora.
Sin embargo, Gonzalo sabe que el fútbol americano golpea su puerta. "El único riesgo que corro es que salga bien y que la propuesta que me hagan sea demasiado tentadora como para rechazarla. Por eso, por ahora no quiero ni
pensarlo", concluye Quesada mientras descansa en el jardín de su casa familiar en San Isidro. Como un Puma, aunque con serias posibilidades de convertirse en cowboy de Dallas, piel roja de Washington o cosa por el estilo. Siempre con muchos miles de dólares en el bolsillo.
En el ambiente del rugby, Gonzalo Quesada -que por unos días vino a descansar con sus padres en San Isidro- es considerado uno de los mejores pateadores del mundo. Con su excelso pie también sedujo a los reclutadores norteamericanos.
