«Con De la Rúa perdí plata… pero volvería a perderla» – GENTE Online
 

"Con De la Rúa perdí plata... pero volvería a perderla"

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"Aunque muchos no lo crean, no soy ningún tonto. Sí, señor. Para
la manera de pensar de muchos argentinos, yo soy el tontito de la película.

‘¡Mirá, ése puso un montón de plata y no tiene ni cargo ni ganó nada!’,
deben de pensar muchos. Pero yo no soy ningún tonto... Yo quiero que la
gente sea feliz. ¿Para qué sirve que haya tenido éxito como empresario
privado (vendió el canal de cable Cablemundo en 60 millones de pesos) si
después uno vive en medio de la miseria? ¿O acaso uno puede disfrutar de una
mansión o de un superauto si la gente que está cerca pasa miseria? El otro
día en un asalto casi me matan una hija. La hirieron en la cabeza. Así no
quiero vivir más. Esto tiene que cambiar, y por eso sigo dando pelea.
"

 Quien así reflexiona es uno de los hombres de mayor influencia en el
poder, aunque su nombre sea prácticamente desconocido. Se llama Norberto D’Elía,
tiene 63 años, y es el empresario que más dinero aportó en la campaña que
llevó a la presidencia a Fernando de la Rúa. Un hombre sencillo, campechano,
de voz gruesa, inconfundible aspecto tanguero y que, sin dudas, arrastra años
de comité radical. Además de dinero –se calcula que en efectivo aportó
cinco millones de pesos– D’Elía pagó los sueldos de diez empleados que se
encargaron de la organización de los actos de la campaña preelectoral.
También alquiló los aviones que se usaban para los viajes de las giras del
candidato y le prestó a De la Rúa el edificio del comité de campaña de la
esquina de Alsina y Entre Ríos.

Norberto D’Elía está sentado en su búnker en la avenida Figueroa Alcorta
al 7600, en Nuñez, un edificio moderno en su interior, pero que desde afuera da
cierta imagen de abandono. Desde su ventana tiene exactamente el mismo panorama
que su vecino de oficinas, Carlos Menem, que está en la cuadra siguiente: la
cancha de River. "Sí, lástima que yo soy de Boca," dice
resignado D´Elía, que también reconoce en el ex presidente a un amigo. Y si
llamamos búnker a esa discreta oficina es porque gran parte de los principales
caciques radicales tienen en ese lugar y en sus teléfonos un punto de
encuentro. Basta decir que durante la entrevista, los teléfonos del empresario
no pararon de sonar, trayendo las voces de importantes dirigentes y
funcionarios, aunque él, por reserva o timidez, prefiere que sus nombres sean
un secreto.

–¿Qué siente hoy ante esta situación económica tan crítica?
–Y, la cosa está bravísima. La inseguridad es terrible. Hay miseria y se
nota. Pero no se lo puede atribuir todo a este gobierno. Y por otro lado, están
los que gustan de simplificar las cosas y le reclaman a De la Rúa por qué no
mete presos a todos, de Menem para abajo. La cosa tampoco es así. ¿Cómo vamos
a cargar contra el último presidente constitucional y contra quien firmó la
mayor parte de los compromisos comerciales y privatizaciones de los últimos
diez años? Eso les puede sonar muy bien a algunos políticos mezquinos que
tienen dos dedos de frente, pero los inversores extranjeros lo ven como una
amenaza para sus intereses.

–Usted aportó varios millones de dólares a la campaña del presidente
De la Rúa y no son pocos los que creen que eso no se hace sin esperar obtener
algún beneficio a cambio…
–A mí me investigó la Oficina Anticorrupción de arriba abajo y de abajo
arriba. Y nada. Soy un tipo limpio.

–¿Pero por qué dio tanto dinero?
–Yo soy radical. Y aunque no parezca, tengo 63 años, la misma edad que De
la Rúa. Soy su amigo personal y también de Raúl Alfonsín, quien es la
persona que más respeto dentro de la política. Tal vez para muchos soy chapado
a la antigua. Sí, la mayoría de los argentinos de hoy –con la manera de
pensar egoísta de estos tiempos– me toman por tonto. Es que la gente no tiene
emoción, ni fe ni esperanza. Sienten que todo el mundo les quiere sacar
ventaja. Le sacaron la ilusión. Y yo, todavía tengo ilusiones.

–Pero además de la ilusión, con algo más se habrá quedado. Porque
hoy nadie cree en los filántropos de la política.
–Yo a De la Rúa no le saqué ni un clip para el pelo. Pensar que me
atacaron diciendo que evadí impuestos... Jamás lo hice.

–D´Elía, ¿a qué se dedica usted?
–¿Qué tengo? ¿Usted quiere saber qué tengo? Anote: Un restaurante en
Pinamar (Pinaccio), otro en el Tigre (La Goleta Chilena) y una
guardería náutica también en el Tigre. Tengo una muy linda casa en Belgrano y
también un Mercedes que ahora lo tengo en venta. Uso un Peugeot 306 colorado
"para no hacer bandera".

–¿Pero a qué se dedica exactamente?
–Soy básicamente un empresario. (Vendió al Grupo Clarín su
empresa de tevé por cable –Cablemundo– en 60 millones de pesos.)

–¿De dónde viene su amistad con el Presidente?
–Con Fernando nos conocemos de 1967. El presidente Arturo Illia había
sido derrocado y yo acompañé al doctor López Aguirre (el padre de Ricardo
López Murphy) a un estudio jurídico en la calle Lavalle. Enfrente se instaló
un cordobés de 28 años: era Fernando de la Rúa, que tenía la misma edad que
yo. Ahí nos conocimos y nos hicimos amigos para siempre. A Fernando le encanta
cómo canto tangos y por eso en mis cumpleaños me pide que haga mi show.

–D´Elía, tiene que reconocer que usted es cuanto menos una rara avis,
en un país en el que nadie quiere quedar escrachado como aportante de campañas
políticas…
–Es que en la Argentina estamos acostumbrados a pensar mal todo el tiempo.
Los que suponen que yo aporté plata a la campaña de De la Rúa para obtener
beneficios posteriores tienen una mente miserable, ruin, pérfida. Nunca pedí
una sola prebenda o ventajita. Ni un registro de conducir… ¿sabe?

–¿Cómo lo ve hoy a De la Rúa? ¿Usted está decepcionado? ¿No se
cuestiona: "Para esto puse tanto dinero"?
–Mire, hay gente que cree que voy a decir que De la Rúa me defraudó y
que perdí mucha plata. Sí, con él perdí mucha plata, pero volvería a
perderla. Fernando va a demostrar que su humildad ha sido mal interpretada. Es
un hombre muy inteligente, no un quedado como lo quieren hacer aparecer. Ahora
en Economía está Domingo Cavallo, porque tiene que estar. La gente cree en él
como técnico. Y se lo digo yo que soy padrino de Ricardo López Murphy. Ricardo
no tuvo tiempo de cambiar las cosas. Yo fui uno de los que le pidió por favor
que volviera rápido de Francia para asumir en Economía. Tuvo mala suerte,
Ricardo.

–¿Y cree que salimos de esta crisis?
–Y, así no podemos seguir. Ya peor no podemos estar. Pero creo que nos
falta aprender algo de los Estados Unidos. Para ellos, primero están los
norteamericanos; segundo, los norteamericanos; y tercero, los norteamericanos. Y
no se acomplejan ni tienen remordimientos. Están orgullosos y por eso son
grandes. A los argentinos nos falta ese orgullo práctico. Tonto sería si hoy
yo estuviera arrepentido de haber apoyado al presidente en el que creo. Y aunque
"dicen que soy tonto porque perdí plata" yo creo en De la
Rúa. Ya van a ver que tengo razón.D´Elía en su oficina de Nuñez, frene a la cancha de River. Encima de la caja fuerte, la foto del presidente Fernando de la Rúa.

D´Elía en su oficina de Nuñez, frene a la cancha de River. Encima de la caja fuerte, la foto del presidente Fernando de la Rúa.

De la Rúa con sus ex candidatos: Pinky (ex secretaria de promoción social del Gobierno de la Ciudad), Chacho Alvarez (ex vice) y Graciela Fernández Meijide (ex ministra de Acción Social).

De la Rúa con sus ex candidatos: Pinky (ex secretaria de promoción social del Gobierno de la Ciudad), Chacho Alvarez (ex vice) y Graciela Fernández Meijide (ex ministra de Acción Social).

Hoy, el empresario en su escritorio, rodeado por fotos de De la Rúa, Alfonsín y escuditos de Boca. Allí lo visitan los dirigentes radicales más importantes: Vienen sólo porque tengo buen café", ironiza.">

Hoy, el empresario en su escritorio, rodeado por fotos de De la Rúa, Alfonsín y escuditos de Boca. Allí lo visitan los dirigentes radicales más importantes: "Vienen sólo porque tengo buen café", ironiza.

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