«Con Carla todavía vivimos una luna de miel» – GENTE Online
 

"Con Carla todavía vivimos una luna de miel"

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Los dos saben lo que es el amor a primera vista. Y como si la vida los
hubiera creado el uno para el otro, viven, como a ellos les gusta decir, "una
eterna luna de miel
". Claro que, muchas veces, interrumpida por un partido, una
conferencia de prensa o un entrenamiento; pero ni siquiera en esos momentos
dejan de estar juntos. Mientras Guillermo juega, Carla lo alienta desde algún
palco, en muchas conferencias se sienta en el fondo para escuchar lo que dice su
marido, y va con él a los entrenamientos así almuerzan juntos cuando finaliza su
rutina diaria. Lo que se podría decir: una pareja perfecta. "Hace cinco meses
que estamos casados y la verdad es que me cambió la vida tenerla cerca. Lo más
duro que tiene la vida del tenista es la soledad, algo que con Carla ya no
sufro. Desde los 13 años, cuando me fui a vivir solo a los Estados Unidos, yo
llevaba una vida muy solitaria. Porque después de un partido, la conferencia de
prensa y los saludos, llegás al hotel y estás encerrado en tu habitación. No te
imaginás lo triste que es comer en una mesa y no tener a nadie ni siquiera para
hablar
", dice Guillermo, a quien se lo escucha de muy buen humor mientras se
prepara con todo para jugar en Roland Garros. "Es hermoso llegar a París de la
mano de tu esposa. Antes, cuando vine solo, creo que no lo pude disfrutar tanto
como ahora. Muchas veces me pasaba que veía un paisaje divino y decía, qué lindo
sería estar acá con mi novia. Ahora, por suerte, a esos mismos lugares, los
recorremos juntos y de la mano.
"

-Dicen que los bebés se encargan en París, ¿puede ser que dentro de unos meses
Graciela y Oscar, tus padres, sean abuelos?

-No, stop. Para eso todavía falta. Sin duda, los dos queremos tener una familia
numerosa y con muchos hijos; es algo que ya lo hablamos mucho. Y llegamos a la
conclusión de que eso va a tener que esperar. Recién cuando termine mi carrera
podremos pensar en tener un bebé. Porque sería muy complicado para los dos andar
yendo de acá para allá con pañales o, peor aún, tener que vivir separados.
Imaginate que más de la mitad del año me la paso fuera de la Argentina y me
perdería muchas cosas. El día que tengamos hijos va a ser para disfrutarlos
entre los dos y no extrañarlos y escucharlos por teléfon

-Recuerdo que en tu casamiento, tu papá había dicho que encontraste la mujer
ideal. ¿En estos cinco meses de convivencia, sentís que es así?
-Sin duda. Me acuerdo que el 24 de agosto del año pasado, mientras jugaba el
Abierto de los Estados Unidos, hablé con mi papá y le dije: "Viejo, me caso".
Al
principio, pensó que lo estaba cargando, pero cuando se dio cuenta de que la
cosa era en serio, me miró y me dijo: "Mirá, hijo, si yo tuviera que armarte una
novia ideal para vos, la hubiese buscado igual que Carla
". Y es algo que yo
también lo siento así. Por ejemplo, ahora, ella estaba estudiando, a punto de
terminar su carrera como contadora y decidió aplazar todo por un tiempo y
venirse conmigo. Eso es algo que yo valoro mucho. No cualquiera deja todo por
seguir a la persona que tiene a su lado. Y, la verdad, es que a mí me hace muy
bien, en lo personal y en mi juego. Porque no me tengo que estar preocupando por
nada, sólo por entrenar y jugar. Y sé que cuando salgo de la cancha, la tengo a
ella para celebrar cuando gano o descargar mi bronca cuando pierdo.

-Con eso que estás contando, esta última semana tuvo que escuchar tus reclamos.
Porque perdiste la final de Hamburgo, te cortaron la racha de 31 victorias
consecutivas sobre polvo de ladrillo y la posibilidad de quedar como número dos
del mundo.

-Sí, después de la derrota con Federer, no me bancaba ni yo mismo (risas). Me
llevó unos días asimilarla. No me gusta perder ni a las bolitas y menos una
final. Cuando gané el primer set, pensé que se podía dar, pero en ese partido
sentí el cansancio de la semana.

-Muchos dijeron que fue bueno que te hayan cortado esa racha de victorias antes
de llegar a París, para sacarte presión. ¿Vos también lo sentís así?
-No, en ningún momento me sentí presionado. Es más, ¡ahora quiero repetirla o
mejorarla! Pero siempre de una derrota se sacan cosas positivas. De vez en
cuando viene bien perder, pero te juro que la bronca todavía me dura y ¡espero
sacármela en Roland Garros!

-No quiero darte más manija, pero si ganabas la final en Alemania y ahora
ganabas en París, ibas a ser el número uno del mundo. ¿Esto lo pensaste?

-Y qué te parece. ¡Anduve con la calculadora en el bolsillo toda la semana! (más
risas). Ser el mejor no es nada fácil, y sobre todo con Federer en este nivel.
Por eso me estoy preparando con todo para darle batalla en París. Ganar Roland
Garros es uno de los grandes sueños de todos los tenistas y por supuesto que
también es el mío. Eso me daría una inyección anímica muy grande para el resto
del año. Por eso también pedí -y me dieron- una invitación especial para jugar
en Queens, sobre césped, porque quiero preparme bien para Wimbledon. Si quiero
ser el número uno tengo que aspirar a ganar todos los Grand Slams.

-Entonces le demostrarías a Vilas que un tenista se puede casar y ser número uno
del mundo.
-A Guillermo lo voy a llamar por teléfono y le voy a decir que pude. En serio,
eso que él declaró me sirvió mucho porque tomé conciencia de que no debía
relajarme. Por ahora las cosas van bien y espero que sigan así. Sería muy lindo
volver a la Argentina con ese sueño hecho realidad.

Felices y sonrientes. Así se los ve a Guillermo y a Carla -con sus 21 años a cuestas-, en los ratos libres, cuando Willy termina de jugar un partido. Ella postergó sus estudios universitarios de Ciencias Económicas para acompañar a su marido por el mundo.

Felices y sonrientes. Así se los ve a Guillermo y a Carla -con sus 21 años a cuestas-, en los ratos libres, cuando Willy termina de jugar un partido. Ella postergó sus estudios universitarios de Ciencias Económicas para acompañar a su marido por el mundo.

Perder la final contra Federer no fue motivo para que no salieran a dar un paseo por Hamburgo. Y como se los ve, fue bastante apasionado.

Perder la final contra Federer no fue motivo para que no salieran a dar un paseo por Hamburgo. Y como se los ve, fue bastante apasionado.

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