¿Cómo puede Europa ayudar a Ucrania? ¿Integrándola en la UE? – GENTE Online
 

¿Cómo puede Europa ayudar a Ucrania? ¿Integrándola en la UE?

El proceso para la adhesión es largo y hay requisitos que el país no cumple, pero hay mucha urgencia por responder al ataque de Rusia y se podría dar una excepción. Esta investigación incluye la mirada de cinco expertos en relaciones internacionales, tales como: Gloria Fernández Arribas, profesora titular de Derecho Internacional Público, en la Universidad Pablo de Olavide.
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“Es uno de nosotros y los queremos dentro”: con estas palabras, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, abrió la puerta a la posibilidad de la entrada de Ucrania en la Unión Europea, apenas un par de días después de que las tropas rusas dieran comienzo a la intervención militar en este país.

Sin embargo, ¿cómo de factible es que Ucrania realmente pase a ser un estado miembro de la UE? ¿Qué supondría, tanto de cara a la guerra como al resto de países solicitantes? Se trata de un proceso que suele ser largo y para el que hay que cumplir requisitos que, en principio, Ucrania aún no cumple. Pero la urgencia de responder al ataque ruso ha creado un estado de opinión proclive a hacer excepciones. Cinco expertos en relaciones internacionales reflexionan sobre lo que podría significar, y sobre las otras opciones de apoyo que tiene la UE.

Las opciones de la UE para ayudar a Ucrania son variadas, desde la prestación de ayuda humanitaria a la provisión de armas, pasando por sanciones económicas de gran intensidad. La intervención militar no se plantea como una opción.

La UE no recoge un procedimiento urgente de entrada, son muchos los requisitos de carácter político, económico o administrativo que debe cumplir todo Estado que quiera adherirse, y que deben ser exigidos siempre a fin de no socavar el propio funcionamiento de la UE. Además, sus objetivos, fines y valores deben ser compartidos por todos los Estados que deseen formar parte.

La UE no es una organización únicamente de carácter defensivo, la adhesión no constituye un medio para hacer frente con carácter inmediato a la agresión por parte de Rusia. La adhesión de Ucrania y del resto de países que recientemente la han solicitado será un proceso largo.

La UE debe poner en marcha todos los instrumentos políticos, económicos y diplomáticos para presionar a Putin y, de forma paralela, apoyar militarmente al gobierno ucraniano desde acciones comunes que puedan ser impulso a una necesaria Política de Seguridad y Defensa de la Unión. Recurrir a la vía bilateral para este apoyo es seguir propiciando la diversificación habitual de los europeos en este tema.

Para la incorporación de Ucrania a la UE debemos aprender del error que supuso la incorporación precipitada de los países de la Europa Central y Oriental en 2001. Países que, según se ha demostrado en su permanente obstáculo a las políticas comunitarias, no comparten los valores y principios fundacionales del proceso de integración.

La UE tiene el deber moral de acoger a los refugiados ucranianos y de comprometerse a asistir durante la reconstrucción del país cuando finalice esta guerra. El apoyo militar, si eleva los costes de reputación de Rusia al forzarle a acciones cada vez más brutales, podría surtir efecto. Sin embargo, unido ello a la batería de sanciones económicas, podría perfectamente alimentar una respuesta aún más feroz por parte de Rusia, cuyas consecuencias serían imprevisibles, y las cuales sufriría Ucrania en primer lugar.

Se trata de un paso enormemente arriesgado, pues hay que tener en cuenta la perspectiva histórica: las flagrantes violaciones de la soberanía de Georgia en el 2008 y de Ucrania entre el 2014-15 y ahora en el 2022 por parte de la Federación Rusa se produjeron en reacción al acercamiento, bien de la OTAN, bien de la UE, a estos países. Ante lo que Rusia percibió como una amenaza a sus intereses, ni la OTAN ni la UE pudieron asistir para evitar trágicos desenlaces.

En cuanto a la entrada de Ucrania en la UE, más allá de pronunciamientos retóricos que no constituyen garantías y que pueden verse como provocaciones desde Moscú, ello no puede estar encima de la mesa en estas circunstancias. Antes de nada ha de acabar la escalada bélica y ha de trabajarse posteriormente en un nuevo statu quo razonablemente satisfactorio para todas las partes directa o indirectamente implicadas.

La adhesión de Ucrania a la UE parece remota, aunque cuente con el apoyo de buena parte de los Estados miembros. Este es generalmente un proceso lento y complejo que si se acelerara involucraría directamente a la UE en la guerra, ya que la Unión tiene una cláusula de defensa mutua que obliga a los Estados miembros a intervenir ante una agresión externa.

Actualmente, la UE debería adoptar acciones robustas y un rol activo en el proceso de negociación, contribuyendo al alto el fuego. Además de su papel crítico en la asistencia humanitaria a los desplazados y a la población que permanece en Ucrania.

La ayuda europea a Ucrania desde que comenzó la guerra está superando todas las expectativas previas: fuertes sanciones al país invasor, acogida de refugiados, apoyo diplomático, suministro de armas, etc. Esa ayuda no debe cejar mientras continúe la agresión militar de Rusia y tal vez haya margen para nuevas actuaciones.

En los últimos días, en una muestra adicional de solidaridad, la presidenta de la Comisión, el Parlamento Europeo y varios Estados miembros orientales han impulsado la idea de considerar la adhesión de Ucrania y rápidamente el gobierno de Kiev envió su candidatura.

Hasta ahora, se había evitado esa perspectiva de pertenencia a la UE, considerando que la Política Europea de Vecindad era un estatus suficiente y más conveniente. Pero ese enfoque prudente (tanto para las relaciones con Moscú como para el proceso mismo de integración) parece haber saltado por los aires y es difícil, en el actual clima emocional, poner pegas a la idea de acoger en el club al país atacado.

Está bien mostrar simbólicamente un horizonte europeo que pueda incluir la pertenencia a largo plazo. Pero hay que tener cuidado con suscitar expectativas irrealistas, provocar ahora mismo a Putin, y degradar las exigentes reglas de ampliación. El respeto a los principios y a las normas es justo lo que hoy nos hace estar al lado de Ucrania. Y no se puede honrar eso relativizando su valor.

The Conversation

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