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"Como mujer, no estoy disponible"

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Araceli González está muy dedicada a escribir. Sensaciones, emociones, lo que le pasó durante el día, y hasta se animó a un cuento que todavía tiene final abierto. Afirma que está buscando ese final. Casi, casi como en la vida misma. Las fotos cantan solas sobre su estado físico. A los 37 es una maravillosa señora, escultural, buena piel y pelo cortísimo. Acaba de terminar una temporada de televisión en Paraguay -un programa de juegos- y ya se prepara para encarar otra vez la ficción pero en la tele de la Argentina. En octubre inaugura su casa, construida con las normas del feng shui en Highland Park, lo que muestra a las claras una vida ya totalmente independiente de su ex marido, Adrián Suar. ¿Y los rumores de reconciliación? Los amigos de la pareja insisten: "Antes de fin de año están juntos". Pero los papeles firmados para la división de bienes gananciales estarían mostrando un camino que se bifurca. Hay momentos en que Ara se muestra como una mujer con el motor a mil, y otros en los que aparece vulnerable y triste. Sobre cómo está su corazón, la búsqueda de la felicidad, la soledad, los nuevos amigos de "soltera", la crisis de los treinta y pico, y su historia de amor con final abierto habla en esta nota. Y no esconde nada. O casi nada.

-Hace por lo menos un año que no tenemos noticias oficiales de tu vida.
-Es verdad, hace un año que me ocultaba.

-No tanto, te veíamos entrar y salir de Ezeiza.
-(Se ríe) Iba y venía de Paraguay a hacer televisión y la pasé muy bien. Fue una gran experiencia más allá de las versiones que corrían aquí. Trabajar en otro país y tener contacto con otra gente es muy positivo. Yo me relajé y la pasé genial mientras aquí todo se aceleraba en la televisión.

-¿Qué versiones había aquí?
-Que el programa no funcionaba, que no me iba bien y, la verdad, en el Paraguay el rating no existe, no hay una guerra como acá. Allá hay una medidora muy chica y no es oficial. Yo entré en Paraguay como la chica que conocía todo el mundo de las novelas y las revistas argentinas. Me interioricé sobre sus vidas, viví la tragedia del supermercado que se quemó y fue muy fuerte. Cuando trabajás en un país sos parte de su gente. En Asunción da la sensación de estar en un pueblo, todos se conocen, todos saben quién es el malo y el bueno. Paraguay también es mi lugar ahora.

-¿Qué te dejó esa gente?
-Se puede caer el mundo y el paraguayo sigue sentado tomando tereré. Son muy tranquilos. En el último tiempo ya me reconocían en la calle y me di cuenta de que se habían dado un tiempo para integrarme y aceptarme.

-¿Son menos invasores?
-Son muy respetuosos, les da mucha vergüenza pedirte un autógrafo. Saludan a lo lejos. Allá viví un año de mucha tranquilidad.

-Pasaste un año en donde no te invadían y donde no tenías que hablar de cosas de las que no querés hablar.
-Todo el mundo elige lo que necesita, a veces, concientemente y otras no. Salió este trabajo y también busqué un lugar en el que no tenía que dar explicaciones. Hay cosas con las que no quiero transar más. Me molesta cuando la gente abusa del dolor. Por más que estemos expuestos, seamos públicos y todos conozcan nuestras vidas y movimientos, tenemos otra vida en la que el dolor es como el de cualquiera. Cuando oís cosas que son puñales en donde más te duele, y encima tenés que hacer la versión de que estás cool y nada te molesta, es un sobrepeso de presiones. Terminás desgastada.

-¿Cuál es ese dolor del que hablás?
-Hablo del dolor en general. A veces, la gente no se siente bien, le están pasando cosas. Yo estaba en transición. No sabía lo que quería en mi profesión. Entré en estados de angustia en los que pensaba que no quería seguir con esto, no quería transar con más cosas. No tengo ganas de competir con una nenita de 20; tengo 37 y amo mi edad.

-Pero a los 30 también hay cosas para dar sin competir con la de 20.
-Pero se genera una mezcla en la que, si no se rompe esta estructura, no se diferencia una chica de 20 de la de 30 y pico. Hay que cambiar algo. Yo soy feliz a esta edad pero las de 20 me parecen niñas, y luchar contra eso a la hora de hacer notas, es difícil.

-La última que vez que hablamos estabas con el tema de crecer. ¿Cómo te va con eso?
-Se crece hasta que nos morimos, por suerte. Duele y muchas veces se siente mucha soledad. Hay tristezas fuetes. Algunos sábados me senté con una bandeja a mirar la tele -mientras mi hija se había ido a bailar y Toto estaba con su papá- y empezaban los replanteos. Algunos sábados disfrutaba, tenía ganas de estar sola, otros tenía ganas de estar con un compañero, con la persona que realmente... (se interrumpe, se recompone y sigue)… La vida es una jungla, el mundo está en llamas. Salís a la calle y hay que pelear todo el tiempo por el espacio, demostrar quién sos, proteger tu esencia, tu ser, y cuando llegás a tu casa es ideal encontrar un compañero con quien charlar y compartir. Pero, a veces, toca encontrarse con la soledad. No es copado, da mucha angustia...

-Hay quienes están con un compañero y también están tristes...
-Es verdad. Pero este año me pasó algo bueno: hice amigos varones a los que puedo llamar y contarles cosas sin que medie el erotismo. Y es algo buenísimo que antes no me había pasado.

-¿No tenías amigos?
-No, se genera ese mito de que soy Araceli González, la ex de tal y la imagen de cual, y los pobres tipos no pueden dar el paso para acercarse. Para mí los amigos eran los de la adolescencia. Después uno se casa, arma una familia y se olvida de los amigos que son muy importantes. Estoy cansada de la visión de las mujeres. Juntas y solas no nos ayudamos. La visión del hombre te completa y podés entender más las cosas que te pasan.

-¿Qué dicen tus amigos del momento que estás viviendo?
-Todos estamos en crisis. Algunos ya tuvimos la experiencia de casarnos y separarnos, algunos tienen hijos y otros no. De lo que más hablamos es de nuestra decisión de vivir bien y de no resignarnos. Lo peor que puede pasar es la resignación, acomodarte con lo que tengas. Yo quiero pilotear la vida, pelearla un poco más a ver si encuentro lo que me gusta para mí. Todos, hombres y mujeres, estamos en crisis. Es muy loco, todos los que están alrededor mío están solos, menos Esther (Begega, su manager). Nos invade la soledad. Es un momento de mucha tristeza.

-¿Y hasta dónde va a llegar?
-¿Qué?

-Este estado, todas las crisis tienen un final.
-Hay que llegar hasta el fondo: es desde donde se renace. No quiero una mano que me ayude. No hablo sólo de la pareja, hablo de todo lo que nos pasa a los que estamos llegando a los 40 y nos preguntamos: "¿Y ahora qué?". Si 80 años es el tope de una vida, ya estamos en la mitad. Yo me replanteo: "¿Qué hice de mi vida?"

-¿Y que hiciste de tu vida?
-Hay cosas con las que estoy muy conforme, agradezco que me hayan pasado para estar donde estoy. Somos un resultado de lo que hacemos. En estos dos últimos años detestaba mi carrera y estar expuesta, dar explicaciones. Pero no puedo odiar a mi carrera, porque me sacó de un barrio y pude ver otras cosas, crecer, interesarme y abrirme, darle cosas a mi hija. Materialmente logré mucho, pero hay un punto en el que llega una duda: "¿Soy un c… y un par de tetas?" Ahí es donde pienso cómo romper esta estructura de mercado. Si te salís del sistema sos una especie de terrorista que quiere destruir algo con lo que todos están ganando. A veces me siento como Mirtha Legrand cuando dice: "Yo ya estoy grande y digo lo que quiero".

-¿Dan muchas vueltas por la cabeza los 40?
-Pero no mal, ¿eh? Me replanteo cosas y me pregunto qué más quiero. Y la respuesta es muy simple: verdad y paz. La verdad libera.

-Y esto que estás viviendo ¿es la verdad?
-Totalmente. Hay dos posibilidades, uno puede hacerse el idiota toda la vida y morir idiota sin darse cuenta o puede encontrar la verdad y hacerse cargo. Yo soy responsable por lo que hice y por donde estoy ahora, y me responsabilizo por lo que voy a hacer.

-¿Qué vas a hacer?
-Manejarme con la verdad.

-¿Y de qué te tenés que hacer cargo?
-De mis equivocaciones, de haber aceptado cosas que no me gustaban...

-¿Por ejemplo?
-No tiene sentido que los dé. Estaba en un estado de letargo y comodidad, y la vida me despertó. No me quiero seguir haciendo la tonta.

-Para el vox populi te seguís haciendo la tonta...
-¿Por ejemplo con qué?

-Con las idas y venidas en las que nunca te terminás de divorciar.
-La verdad es que nosotros estamos divorciados. Y quien asegura que tira 14 años por la borda, dice una mentira. Es una lucha y, día a día, me pregunto si fue lo mejor o lo peor que me pasó.

-Pero la vida no se puede volver atrás.
-Ahora quiero que la vida me sorprenda. Me tiene cansada que digan que volví, que no volví. Ese es un problema mío. Si volví se van a enterar porque me van a ver.

-¿Entonces la puerta sigue abierta?
-¿Vos cerrás puertas tan grandes?

-No, pero todo tiene un tiempo.
-Quizá todavía no es mi tiempo. Sé que ahora no es y también que nací para estar enamorada y con alguien.

-La sensación es que estás continuamente esperando.
-Eso es lo que cree la gente. ¿Qué saben si yo estoy en la espera?

-Decilo claro.
-No sigo esperando. Sigo viviendo. Y si un día me encuentro con él, o no, lo dirá la vida.

-¿Hay lugar en tu vida para que se acerque otro?
-Y... sufriría mucho. No estoy disponible.

-¿Planes?
-Trabajar. Quiero volver a hacer ficción, seguir con lo que hago… y ahora se me metió la espina de la radio. Es maravillosa. Yo siempre fui muy oyente de radio, es muy compañera, adoraba a Dolina. Por eso entra en mis planes: me relajaría, me gusta eso de que escuchen lo que pienso y no me vean. Genera pensamientos y fantasías.

-Me encantaría terminar esta nota diciendo que sos una soltera codiciada.
-Estoy soltera. Divorciada, concretamente.

-Todo terminado.
-Todo.

-Incluidas las cuestiones económicas...
-Incluidas.

por Teresa Ferrari
fotos: Santiago Turienzo. Asistente: Gustavo Sancricca
producción: Fini Bencardini
maquilló Mabby Autino con productos L'Oreal
peinó Mariangeles para Alberto Sanders
agradecemos a Esther Begega, manager de Araceli González, Benito Fernández, Trosman, Pili y Ricky Sarkany

Araceli está físicamente impecable, dice que atraviesa una etapa en la que quiere mostrar otras cosas además de su cuerpo: No tengo ganas de competir con una nenita de 20; tengo 37 y amo mi edad".">

Araceli está físicamente impecable, dice que atraviesa una etapa en la que quiere mostrar otras cosas además de su cuerpo: "No tengo ganas de competir con una nenita de 20; tengo 37 y amo mi edad".

Este año me pasó algo bueno: hice amigos varones a los que puedo llamar y contarles cosas sin que medie el erotismo. Estoy cansada de la visión de las mujeres solas. La visión del hombre te completa y podes entender más las cosas que te pasan"">

"Este año me pasó algo bueno: hice amigos varones a los que puedo llamar y contarles cosas sin que medie el erotismo. Estoy cansada de la visión de las mujeres solas. La visión del hombre te completa y podes entender más las cosas que te pasan"

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