«Como alumno, le pongo un 8,50. Como Ministro, no llega a 4» – GENTE Online
 

"Como alumno, le pongo un 8,50. Como Ministro, no llega a 4"

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"Domingo Cavallo tenía, y sigue teniendo, condiciones naturales de excepción para la estadística y la econometría. Si él se hubiese quedado en esa especialidad, sería una figura académica de primer nivel mundial. Pero como es muy ambicioso, saltó a la economía y de ahí a la política, porque su objetivo es
ser presidente. Y pagó un precio muy alto. Sacrificó una brillante carrera académica, y quien paga un precio tan alto es capaz de hacer cualquier cosa para llegar. Encima, ya no puede retomar aquel camino, porque perdió training y no siguió estudiando…
". El largo párrafo -con cierto aroma a epitafio- tiene un autor convencido y contundente: el contador Salvador Treber. Si al lector no le suena el nombre, valga esta presentación: en la Universidad de Ciencias Económicas de Córdoba, cuando despuntaba la década de los 70, tuvo al actual ministro de Economía sentado ahí, en un banco de facultad, escuchando atentamente sus clases. Con sus lúcidos 70 años, Treber -director del Banco Central desde 1985 hasta 1986, hoy sigue siendo profesor- continúa recordando a su discípulo más famoso.

-Volvamos a aquellas épocas… ¿Cavallo fue su mejor alumno?

-Nooo… Fue un buen alumno, no tan estudioso como inteligente. En general, los alumnos muy inteligentes se confían mucho en eso, y casi siempre rinden menos que los que tienen menos capacidad pero más ganas de esforzarse.

-¿Qué recuerdos conserva?

-Le voy a contar una anécdota. En una oportunidad, íbamos a participar de un panel de discusión en la Universidad. El era 30 años más joven entonces. Y me alarmó ver cómo le faltaba el aire al hablar. Entonces le dije: "Por favor, a su edad tiene demasiados kilos. Usted va a tener un infarto, por los kilos y por su temperamento".

-Hasta ahora no se cumplió su profecía, contador.

-Sí, bueno, pero es un hombre de 53 años que está jugando con fuego. Tanto con sus berrinches, porque no aprendió a tomar con aplomo y tranquilidad los problemas, algo negativo, como con sus kilos. Un cardiólogo se alarmaría al tenerlo de paciente. Durante un tiempo me pareció que hizo caso, había bajado bastante. Ahora lo veo envejecido. Es muy joven para tener las ojeras y arrugas que tiene.

-¿Por qué cree que está así?

-Debe de ser producto del estrés. El creyó que el tema era menos complicado, supongo. Me parece que su objetivo es presentarse en el 2003. Pensó que sacar al país le sería fácil. Fue una carta brava, y hasta ahora las dificultades son más que los éxitos.

-Hábleme de Roque Fernández en el aula.

-Lo tuve como alumno un poco después, y en dos materias: Política Fiscal y Economía Argentina. Y como alumno fue distinto de Cavallo: él transpiraba la camiseta. 


-¿Alguna anécdota?

-No, porque era un alumno normal. Y los profesores nos acordamos bien de los muy buenos, los brillantes… o de los malos. En cambio, los que están en el medio pasan inadvertidos. Cavallo, por ejemplo, tenía la inteligencia de resolver problemas, una gran chispa y creatividad, algo poco común. Fernández tenía menos condiciones naturales, menos golpes de inteligencia, pero lo emparejaba con mucha voluntad de estudio y mucho trabajo. Un alumno de siete puntos.

-¿Y Cavallo?

-Depende. Cuando se le ocurría estudiar, nueve. Cuando se le ocurría cambiar el estudio por algún chispazo feliz, menos. Pero por lo general era muy capaz. Digamos un promedio de 8,50. Pero ojo: en matemáticas, de diez y felicitado.


-¿Qué nota le pone como Ministro?

-Una muy pobre… no sé si llega a cuatro. Me parece que lo traicionó el ego. Creyó que su sola presencia iba a cambiar todo, y no fue así.

-¿Por qué tuvo éxito antes, con Menem, y ahora no? ¿Le falta apoyo político?

-No, no es eso. En su momento, la convertibilidad se aplicó para cortar un proceso de megainflación, donde no había crédito interno. Produjo un corte drástico en la inflación y un boom de crédito y de consumo. Luego vino el Tequila, nos salvó el Plan Real del Brasil, pero cuando ellos devaluaron, la crisis ya no se detuvo. En algún momento, sí o sí, habrá que salir de la convertibilidad. Hay sólo cuatro países en el mundo que siguen este esquema, los otros son Hong Kong, Letonia y Bulgaria. En un mundo donde las monedas flotan, es como boxear con la guardia baja. No es sostenible, y el peligro es que en algún momento salgamos en forma desordenada.


-¿Y cómo habría que salir?

-Primero: no se puede en un período de recesión. Hay que recuperar el ritmo de crecimiento de la economía, lograr el equilibrio de las cuentas fiscales y ordenar sectores como el externo: deuda e intereses. En este momento, en el presupuesto los intereses significan 12 mil millones de dólares, y el sueldo de los 260 mil empleados son 6.800 millones. Es una desproporción en la asignación del gasto público.

-¿Qué pasaría si saliéramos mañana mismo? ¿Habría devaluación, como proponen unos? ¿O dolarización, como piden otros?

-Mire. Si hubiera devaluación, se produciría un efecto shock sobre los salarios que los haría caer a la mitad. Y sería explosivo. Si se optara por la dolarización, sólo favorecería a quienes deben dólares. Una devaluación los pondría en una situación inmanejable. Otro aspecto: la Argentina tiene las reservas para cambiar los pesos que están en circulación por dólares. Pero no tiene para vender los depósitos en pesos que tendrían que estar en dólares. En consecuencia, una eventual corrida generaría un default del sistema bancario, salvo que los Estados Unidos respondan como proveedores de fondos. Así que la dolarización no resuelve problemas.

-¿Qué ocurre con la economía argentina, que no arranca?

-Ya fracasaron ocho ajustes, y vamos camino del noveno. Las medidas que se toman pivotean sobre mayores impuestos al consumo o la disminución de los ingresos y la eliminación de inversiones en el sector público. Esto no hace más que acentuar la recesión. Y se insiste en tropezar siempre con la misma piedra.

-Ahora se anuncian nuevas medidas. Entre otras, una renegociación de la deuda con bonos a un costo financiero inferior. ¿Aceptarán los acreedores ese cambio con el riesgo país que tiene la Argentina?

-Mire: el problema acá es que los acreedores querrán saber qué planes pondremos en marcha para pagar. Y en la Argentina no hay planes. Este ofrecimiento, para mí, está pensado en función del 2003. Pareciera que lo quieren garantizar con recaudación, que en la Argentina es la tercera parte de la deuda. Así que es muy difícil tapar el cielo con un dedo.


-También se eximiría de IVA a empresas proveedoras de firmas exportadoras, y se refinanciarían deudas previsionales e impositivas para empresas en convocatoria. ¿Eso movería a la economía?

-Esas cosas ya están legisladas. No hay novedades en esa materia. Los exportadores ya tienen este beneficio. Y quienes están en convocatoria tienen 48 meses para saldar sus deudas. Son cosas que se anuncian, pero con mucha confusión. El país ya dejó de estar en recesión: está peor, en depresión. Cuando se supera los 18 meses de recesión se llama así, y llevamos 40 meses en esta situación. Y sin reactivación del mercado interno no hay salida.

-¿Estamos en riesgo de default, además?

-Igual que México, Venezuela y Brasil. No obstante, ellos están en mejores condiciones. El problema de la Argentina es que no tiene una conducción firme ni objetivos. En cambio, Brasil sí. Se puede calcular qué pasará el año próximo o en dos años. Aquí no se sabe qué pasará en dos meses. 


-El Gobierno se aferró a la política de déficit cero. ¿Alcanza con este instrumento para crecer?

-Se llegó al déficit cero no por una decisión propia, sino porque los acreedores no prestaron más. De los 27 países más industrializados, sólo cuatro tienen déficit cero. Así que, en nuestro caso, es una resignación. Y mucho más como se encaró: no se pensó en recaudar más o reducir la evasión, que para mí no sólo existe sino que es tolerada y admitida.

-¿Por ejemplo?

-Sólo se persigue al pequeño contribuyente. Y, fíjese, el 41 por ciento de la mano de obra asalariada está en negro. El Defensor del Pueblo detectó una evasión de mil millones en la comercialización de combustibles. Nos anunciaron que en el sector ganadero hay una evasión de 800 millones. Y nunca pasa nada. 

por Hugo Martin
fotos: Bibiana Fulchieri (desde Córdoba)
Treber, que aún enseña en la facultad, no es condescendiente con su discípulo: Me parece que lo traicionó el ego. Creyó que su sola presencia iba a cambiar todo, y no fue así".">

Treber, que aún enseña en la facultad, no es condescendiente con su discípulo: "Me parece que lo traicionó el ego. Creyó que su sola presencia iba a cambiar todo, y no fue así".

En su estudio cordobés, el contador Treber lamentó la elección de Domingo Cavallo: Sacrificó una altísima carrera académica, y quien paga un precio tan alto es capaz de hacer cualquier cosa para llegar".">

En su estudio cordobés, el contador Treber lamentó la elección de Domingo Cavallo: "Sacrificó una altísima carrera académica, y quien paga un precio tan alto es capaz de hacer cualquier cosa para llegar".

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