No es un hombre de lágrima fácil. Muy por el contrario, Marcos Maidana (31) tiene fama de tipo duro, bien plantado, aunque con un gran corazón. Sin embargo, a la hora de dar el “sí”, frente a frente (con una connotación ahora lejana a lo boxístico) con el amor de su vida, al Chino se le humedecieron los ojos.
Lo mismo le pasó a Mariana Zilli, su compañera desde hace cinco años, ahora su esposa. El campeón quedó nocaut ante la belleza de la radiante novia y, ahora sí, libreta en mano, se dejó robar el momento por los flashes.
Ocurrió en Calchaquí, al norte de la capital santafesina, donde viven los Maidana. Primero pasaron por la iglesia San Luis Gonzaga (patrono de la localidad); ella, de riguroso vestido blanco; él, trajeado con elegancia (by Agustino, como siempre).Sebastián Contursi, el manager que lo condujo a las grandes peleas con Floyd Mayweather, ofició como uno de los padrinos.
“El casamiento era una cuenta pendiente entre nosotros, pero sabíamos que se iba a dar. Le debía esta fiesta a Mariana. La fuimos posponiendo. Además, nació Emilia (su hija de un año y dos meses) y decidimos que ahora era el momento. Estamos súper felices, Mariana es el gran sostén de mi vida”, contó el Chino, ex bicampeón mundial de boxeo a la espera de un nuevo desafío.
Tras la ceremonia religiosa, explotó la fiesta para 250 invitados (entre ellos, su amigo Chaqueño Palavecino, quien viajó a sus peleas mundialistas en los Estados Unidos) en el Hotel Regional. Una torta de cuatro pisos, música de todo tipo (en un momento irrumpieron mariachis) y festejo corrido hasta la madrugada, que incluyó una degustación del famoso alfajor Guaymallén (auspiciante histórico).
A continuación, luna de miel en Las Vegas, mucho descanso y la satisfacción de haber dado el paso más importante. El Chino está feliz.
El vals de los enamorados, un clásico de toda boda.
Los novios y la firma de rigor.
Después de la firma se vino la celebración, que incluyó una torta de cuatro pisos.
Obsérvese el detalle de la torta: una novia boxeadora.
El lanzamiento del guante –después de que la novia arrojara el ramo–, preciado souvenir para sus amigos.
