«Casada me siento más sexy, más mujer» – GENTE Online
 

"Casada me siento más sexy, más mujer"

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La señora de Barrantes se define como "una gran ama de casa". Ahora posa exquisita frente a cámara. Está tendida sobre una cama -su "lecho nupcial", podría decirse-, cubierta por un diminuto pijama blanco de algodón. Aunque "de entrecasa" sigue siendo la más deseada. Es evidente: el matrimonio le sienta bien.

-¿La vida de casada es lo que usted esperaba?
-Mucho mejor. No hay nada comparable a acostarse y despertarse junto a la persona que uno ama. El matrimonio es una experiencia más que recomendable.

-¿Se considera una mujer fácil para la convivencia?
-Buenísima: tengo mucha paciencia y sé ceder. No soy nada egoísta: "¿Qué querés ver en la tele? Tomá el control remoto". Y ahí se acaban todos los problemas.

-¿Cuál es el tema recurrente en sus discusiones con Martín?
-Las toallas tiradas en el piso del baño. ¡Así no duran nada! Es una constante en nuestro matrimonio. No rezongo mucho, pero lo de las toallas no me lo banco.

-¿Se esconde de su marido para que no la vea al despertar?
-Para nada. Me despierto hecha un desastre, pero él me dice que en ese momento estoy más linda que nunca.

-¿Cómo continúa su rutina en un día "normal"?
-Nos despertamos temprano. Martín suele prepararme el desayuno porque yo tardo muchísimo vistiéndome, secándome el pelo…

-…Juntando las toallas que deja tiradas su marido…
-Por ejemplo. Después, él me lleva al gimnasio y se va al trabajo. Y yo sigo con mis cursos de inglés o alguna producción. A eso de las ocho de la noche lo voy a buscar a su trabajo y me lo traigo para casa.

-¿Cómo termina entonces su día ideal?
-Lo máximo para los dos es alquilar una película y pedir sushi. Ahí es cuando, ya tirados en la cama, nos miramos y decimos: "¡Esto es lo más!". No se compara con salir a bailar, la mejor producción de fotos o la mejor fiesta.

-¿Nunca lo sorprende con una cena romántica?
-Por supuesto. No tengo una "especialidad de la casa", pero domino a la perfección todo lo que se pone en el horno y sale rápido. Soy muy buena con los congelados. ¡Lo que mejor preparo para una cena romántica son las velas! (Ríe).

-¿También se encarga de la limpieza de su casa, va al súper…?
-Soy muy obsesiva con la limpieza, tanto que por momentos me vuelvo insoportable. Pero tengo una señora que me ayuda mucho. Y el supermercado lo domino a la perfección: miro precios y sé cuáles son las mejores marcas. También compro todo lo que a Martín le gusta, lo malcrío mucho. Pero ahora está todo muy caro y lo que antes compraba hecho, ahora lo hago yo en casa.

-¿En qué tarea del hogar hoy se considera experta?
-Cuando ordeno. Como fui vendedora de ropa, ordeno por color, por tipo de prenda. Las polleras por un lado, los pantalones en otro, los suéteres negros por allá, los blancos más acá…

-¿Siente que cambió su vida desde el matrimonio?
-Radicalmente. Por lo pronto, tengo menos espacio en mi cama (ríe). Antes del casamiento, con Martín habíamos convivido un tiempo, pero yo estaba siempre de viaje, casi radicada en España. Ahora siento que los dos asumimos una responsabilidad mayor. Cuando viajo por trabajo, nunca me quiero quedar ni un minuto más de lo que dura el trabajo: cuento los segundos que me faltan para volver a casa.

-En la calle, ¿los señores respetan su anillo?
-Ni un poco. Parece que se olvidan de que me casé… Pero me dicen cosas lindas: "¿Por qué te casaste?"; o "Desde que te casaste, vivo deprimido". Ahora me di cuenta de que a los argentinos los ratonean más las casadas que las solteras. Y hablo de las casadas en general, no sólo de mí: con anillo bien a la vista.

-¿Será por lo prohibido?
-Lo prohibido siempre tiene otro gustito, ¿no? Pero sólo se animan a mirar con insinuación cuando ando sola. Porque cuando camino por la calle con Martín, es al revés. Los tipos lo encaran y le dicen: "Grande, maestro", "Idolo", y cosas por el estilo.

-¿Cómo la sedujo Martín Barrantes?
-Con su sensibilidad, sus valores. Además, es un bombón y no puedo creer cada vez que lo veo cruzar la puerta de mi casa.

-¿No teme que un día se convierta en una bestia celosa?
-¿Cómo se va a poner celoso si sabe que yo muero por él?

-¿Tampoco la cela cuando abre una revista y la descubre en ropa interior?
-No. El me conoció así, respeta mi trabajo y jamás me pondría condiciones. Por suerte yo me cuidé desde el principio y nunca mostré nada de más. A lo sumo, hago producciones en bikini. Total, más chiquito no existe.

-¿Se permite jugar a ser sexy con una alianza en la mano?
-Por supuesto. Casada, yo me veo mucho más sexy todavía. Ahora me siento más mujer, estoy realizada y tengo mucha paz interior. Si bien estoy casada hace solo tres meses, hoy no me imagino sin él. Por más linda que una pueda ser, sin amor no estaría completa.

-Aquellos que hasta diciembre pasado preguntaban cuándo se iba a casar, ahora quieren saber cuándo va a ser mamá.
-No, para eso falta mucho. No está en nuestros planes cercanos.

-¿Posterga su maternidad por cuestiones laborales?
-No. Estamos felices juntos y, como el año pasado fue muy movido para los dos, queremos disfrutar el hecho de estar tan enamorados. A los dos nos gustan las familias numerosas, así que en algún momento nos van a ver rodeados de chicos. Pero la verdad es que nos casamos al año exacto de estar de novios. Y en ese tiempo yo estuve dos meses en Nueva York y otros cuatro en España. Nos vimos poco y todavía nos extrañamos. Estamos en plena luna de miel.

-¿Tuvieron la fiesta que soñaban?
-Nos salió perfecta en todo sentido. Fue un sueño que duró doce horas, siempre junto a nuestros seres queridos. Al otro día nos despertamos y pensábamos: "¿Salió tan lindo como lo recordamos?".

-En la intimidad, su marido, ¿la llama "Pampita"?
-No, no le sale. Sólo me dice "mi amor". (Se ríe).

-¿El estar casada no la limita en su trabajo? Imagino que ya no considera volver a radicarse tanto tiempo en el exterior…
-¿Pagan bien?

-Bueno, Pancho Dotto se encarga de esos "detalles"…
-No, sinceramente no depende del dinero. Si es un proyecto que me moviliza, sé que mi pareja me va a apoyar. Y viajaríamos con Martín y también con mi perra Asunción. Del mismo modo, si él tuviera que viajar por trabajo yo lo acompañaría hasta el fin del mundo.

-¿A qué se dedica don Barrantes?
-Trabaja en una empresa de turismo aventura. Así que si el día de mañana él me dice que tiene ganas de irse a vivir a San Martín de Los Andes, y ése es el sueño de su vida, yo dejo todo por acompañarlo.

-Usted dice que una casada ratonea tanto o más que una soltera. ¿Acaso eso se ve reflejado en su trabajo? ¿Tiene más o menos ofertas?
-Yo me fui de luna de miel un domingo -a un lugar paradisíaco que no te pienso contar-, y el viernes siguiente ya estaba en Nueva York haciendo fotos para Vanity Fair. Después volví a Buenos Aires y a los pocos días me tuve que ir por trabajo a Mar del Plata. También estuve en Punta del Este, fui otra vez a Mar del Plata, pasé por Chile y trabajé en Miami. La respuesta es que nunca trabajé tanto como desde mi casamiento. Y nunca trabajé tan feliz, porque ahora sé que cuando terminemos esta nota Martín me va a estar esperando en casa.

por Jorge Martínez Carricart
producción: Gabriela Díaz
fotos: Santiago Turienzo y Alejandro Carra
(agradecimientos: Susila Tantrik, Levi's y Kosiuko)

Mi marido no es celoso. ¿Cómo va a serlo si sabe que muero por él? Ni siquiera cuando abre una revista y me ve posando en ropa interior. Por suerte yo nunca mostré nada de más. A lo sumo hago producciones en bikini… Total, más chiquito no existe".">

"Mi marido no es celoso. ¿Cómo va a serlo si sabe que muero por él? Ni siquiera cuando abre una revista y me ve posando en ropa interior. Por suerte yo nunca mostré nada de más. A lo sumo hago producciones en bikini… Total, más chiquito no existe".

Los hombres no respetan ni un poco mi anillo de señora... Parece que se olvidan de que me casé. Pero me dicen cosas lindas. A los argentinos los ratonean más las casadas que las solteras. Lo prohibido siempre tiene otro gustito, ¿no?"">

"Los hombres no respetan ni un poco mi anillo de señora... Parece que se olvidan de que me casé. Pero me dicen cosas lindas. A los argentinos los ratonean más las casadas que las solteras. Lo prohibido siempre tiene otro gustito, ¿no?"

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