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¡Cañazo!

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Andy Roddick aún no había terminado su discurso ("Willy se merece este triunfo, nadie pelea los partidos como él", dijo) cuando Cañas se calzó el típico sombrero de la guardia montada canadiense. Sin un espejo a mano, Guillermo se supuso elegante, o acorde a los usos y costumbres locales, c
uando menos. La reacción del público local se demoró apenas algunos segundos y se manifestó luego en aplausos de gratitud. Sin embargo, aún quedaban algunos hinchas argentinos en la platea…

-¡Negro, parecés un gaucho! -gritó un muchacho de inconfundible acento porteño.

Guillermo Cañas festejó la ocurrencia con una sonrisa. Frente al micrófono agradeció -siempre en el centro del court y en perfecto inglés, of course- "a todos los compatriotas que me vinieron a alentar". Luego reconocería que la barra argentina fue fundamental en su victoria, y que por momentos se sintió "como en casa". Dedicó también el triunfo a su entrenador y prometió volver a Toronto el año próximo. Entonces, ya consagrado campeón del
Masters Series de Canadá, embolsó su cheque por 392 mil dólares, alzó el trofeo de cristal y lo besó frente a cámaras. Una imagen que pronto daría la vuelta al mundo. Las crónicas deportivas dirán que el partido final fue un duelo de grandes sacadores, que Guillermo Cañas trabajó paciente el partido y que Roddick fue vencido con justicia en dos sets (6-4 y 7-5). En la Argentina, será inevitable el recuerdo de Guillermo Vilas y su paso triunfal por estas tierras en 1976
(N. de la R.: último triunfo argentino en Canadá hasta este domingo 4 de
agosto
). También la simple ecuación matemática que suma siete títulos para la
"legión argentina" en este 2002, lo que convierte a la Argentina en el país que más títulos consiguió junto a España y los Estados Unidos.

"La verdad es que tuve una semana increíble, la mejor de mi carrera", confesó luego Cañas en rueda de prensa. En tan sólo siete días, Willy -así lo llaman todos en el circuito- derrotó a cuatro top-ten del tenis mundial (N. de la R.: al suizo Federer, a los rusos Kafelnikov y Safin, y al alemán Haas) y se impuso en la final a la figura más promisoria de los Estados Unidos, Andy Roddick. 

Guillermo Cañas nació en Buenos Aires el 25 de noviembre de 1977, el mismo año en que Vilas (¿será casualidad que muchos tenistas argentinos del presente se llamen Guillermo?) se consagraba como el mejor del mundo. Hoy pesa 80 kilos y mide 1,82 metro exactos. Tenía cinco años cuando su padre -Luis, propietario de un autoservicio- puso una raqueta en sus manos por primera vez. Sus tempranos triunfos en juveniles sorprendieron a todos. Tanto, que su madre -Mirta, ama de casa- confundió uno de sus primeros trofeos con una ensaladera y sirvió en ella una mixta. A los 11 años decidió cursar la escuela en horario nocturno para entrenarse durante todo el día en su club, el humilde Bomberos de La Matanza, en Tapiales. Se descubrió un diestro exquisito y en el año 94, con tan sólo 600 dólares encima, emprendió su primera gira por Europa.
Ya en septiembre de 2000, Cañas parecía encumbrado definitivamente entre los grandes del tenis mundial. Entonces, una lesión en la muñeca izquierda -fundamental en su golpe de revés
"a dos manos"- lo sacó del circuito. "Traumatismo en la vaina del tendón cubital posterior" fue el diagnóstico médico. Durante su rehabilitación, Guillermo cayó en lo más profundo del ranking -227ª ubicación- y pensó en dejar el deporte definitivamente. Sin embargo regresó, y en abril de 2001 ganó su primer torneo: el Abierto de Casablanca. "Dios me dio una segunda oportunidad y no pienso desaprovecharla", confesó entonces a GENTE. Hoy -luego de su triunfo en Toronto, por supuesto- ya acumula tres títulos y exactos 2.320.445 dólares en premios. Ahora, Guillermo Cañas ocupa el 12º lugar en el ranking de la ATP y la séptima posición en la Carrera de Campeones. Y es el tenista mejor rankeado de Sudamérica.

Guillermo Cañas se reconoce feliz. "Esto es como un sueño", insistirá luego. Ya habló con sus padres, allá en Tapiales y con su novia -tenista también ella- de la que pide reserva de su nombre. Ahora prepara su valija para abordar un nuevo avión. ¿Su destino? Otro torneo Master Series en Cincinnati, Estados Unidos. "Quizá después vuelva a la Argentina…", arriesga su manager. En su colección de CD's se repiten Andrés Calamaro, los Redonditos de Ricota y Soda Stereo. El cierre de su bolso enorme parece a punto de estallar. Su capacidad ha sido desbordada por las últimas conquistas: el trofeo de cristal y un sombrero de la guardia montada canadiense que pronto adornarán la vitrina en el living del PH de los Cañas, allá en Tapiales.

Willy Cañas se calzó un típico sombrero de la guardia montada canadiense para recibir su nuevo trofeo en Toronto. Después, en perfecto inglés, le agradeció a todo el público que lo aclamaba.

Willy Cañas se calzó un típico sombrero de la guardia montada canadiense para recibir su nuevo trofeo en Toronto. Después, en perfecto inglés, le agradeció a todo el público que lo aclamaba.

En el 2000, Cañas se lesionó la muñeca izquierda y pensó en abandonar el tenis. Descendió a lo más profundo del ranking (puesto 227) y se propuso llegar a lo más alto. En 2001 tuvo una performance espectacular e integró La tapa de los personajes de GENTE. En septiembre, junto a Nalbandian y Gaudio, seguramente integrará el equipo argentino que en Rusia luchará por llegar a la final de la Davis.

En el 2000, Cañas se lesionó la muñeca izquierda y pensó en abandonar el tenis. Descendió a lo más profundo del ranking (puesto 227) y se propuso llegar a lo más alto. En 2001 tuvo una performance espectacular e integró La tapa de los personajes de GENTE. En septiembre, junto a Nalbandian y Gaudio, seguramente integrará el equipo argentino que en Rusia luchará por llegar a la final de la Davis.

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