“Cada vez que filmo, me enamoro de la protagonista” – GENTE Online
 

“Cada vez que filmo, me enamoro de la protagonista”

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Cuando Eduardo Noriega mira fijo, se hace un silencio. Es difícil aguantar esa mirada. Este codiciado soltero nacido en Santander, al norte de España, el primero de agosto de 1973, acaba de estrenar, de la mano del director Marcelo Piñeyro y junto a Pablo Echarri, El método. En España, la película –ganadora del premio Goya al mejor guión adaptado y mejor actor de reparto– está en cartel desde hace seis meses. Noriega no le tiene miedo a nada. Le gusta el riesgo. Camina por los acantilados marplatenses como si nada, y cuanto más peligroso, mejor. A lo único que le teme es a la invasión de su intimidad. Hermético pero seductor profesional, Noriega escucha y torea.

–¿Cómo fue reencontrarse con Marcelo Piñeyro después de haber filmado Plata quemada en 1999?
–Lo admiro profesionalmente. Además, tenemos muy buena relación desde Plata quemada. Cuando te entiendes bien con un director, es bueno repetir. Esta película tiene una motivación extra, además de Marcelo y Pablo (Echarri), porque es muy teatral: todo sucede en una habitación. La película invita a la reflexión y habla de la capacidad del ser humano de devorarse unos a otros.

–¿Hasta dónde es capaz usted de llegar para lograr su cometido?
–No lo sé. Nunca estuve en una situación tan extrema, pero cuando haya que morder, veremos hasta dónde muerdo. No puedo decir: “De esta agua no beberé”. Al elegir esta profesión estás cediendo otras, pero eso pasa en todos los niveles de la vida. Ahora no la dejaría por nada, pero tengo una vida muy desordenada. Muchos viajes… Cada vez más…

–En general, los actores españoles que conocemos son muy comprometidos políticamente. ¿Usted también, o eso es parte de otra generación?
–No soy de esos que apelan a la colectividad artística para algo. Tengo una suerte de inquietudes personales y, concretamente, antes de la Guerra de Irak estaba trabajando en el sur de Francia y di mi opinión sobre algo que consideraba que estaba mal. Creo en la responsabilidad de los actores a la hora de hablar públicamente, aunque hay que tener cautela con lo que se dice, porque estás creando opinión. Como ciudadano iba a las manifestaciones anti-Bush, porque pensaba que debía ir. Soy partidario de que la guerra no es solución, nunca. La política debe defender al más débil, y siempre tiene que estar al lado del que no tiene ventaja, porque si no, es una locura.

–¿Cómo es ser actor en España?
–Estamos haciendo muchas películas por año, entre 120 y 130. Son demasiadas para el mercado español, sobre todo porque está copado por el cine norteamericano. Deberíamos mirar lo que hacen en Francia, donde tienen su cine muy protegido y lo consideran un valor cultural. No comulgo con las subvenciones del gobierno, pero sí en las ayudas y en el control del mercado. El gobierno debería regular y proteger al cine español por encima del cine extranjero.

–¿Le da ansiedad cuando no trabaja?
–No, sé esperar. Aunque, la verdad, tampoco estuve mucho tiempo esperando. Es al revés: cuando he tenido la agenda demasiado completa me ha dado más ansiedad. No quiero que esto sea una fábrica de churros, quiero dedicarle un tiempo a cada película, quiero ensayar. De cualquier manera, esto es parte de nuestra vida y no sabríamos vivir con horarios de oficina.

–¿Se considera un actor difícil?
–No... Yo actúo para los directores. Confío plenamente en su mirada. Los actores deben aportar su primera visión del personaje, pero necesito saber que hay un director guiándome. Intento satisfacer al director y me apoyo en él.

–Juliette Binoche decía que el director se transforma en un padre o en un amante. ¿Lo dirigió alguna vez una mujer?
–No, y ya lo he pensado muchas veces. No es que me enamore de ellos, pero los directores están proyectándose ellos mismos en sus personajes. Una vez, después de una película, terminé pareciéndome físicamente al director. Pero pienso que no hay diferencias entre directores hombres o mujeres. Una mujer va a dirigir de una manera universal y única. No comparto esa etiqueta de “cine de mujeres”.

–Pero, al fin, es una mujer. ¿Podría enamorarse de ella?
–Por supuesto. De hecho, durante el rodaje de una película en París, confundí mis sentimientos con los del personaje y me enamoré de la actriz. Siempre me enamoro de las actrices con las que trabajo. Eso es muy normal. Pero todavía no trabajé con ninguna directora. Me encantaría, y seguro que sucederá.

–Y se enamorará de ella, como les pasa a todos los actores…
–Seguro.

–Alex de la Iglesia –el director español de Crimen ferpecto y La comunidad, entre tantos films– me dijo una vez que los actores eran gente nefasta, y muy mentirosos.
–No sé si mentirosos, o lo que nos pasa es que acabamos desubicándonos por tantos personajes, por imaginar ser otro. Pero no podría decir que somos todos mentirosos. Tal vez De la Iglesia estaba cambiando de medicación en esa época. Alex es muy divertido y gracioso, y sabrá de actores mucho más que yo. En cambio, yo digo que los directores son muy egoístas. Cuando ya tienen su casting es como un amor, una cosa obsesiva. No soportan que les digas que te llamó otro director. Sólo quieren que pienses en su personaje y en su película. Ahí está, se la devolví al Gordo Alex…

–Leí que filmó la vida del Che Guevara.
–Sí, rodé en los Estados Unidos con el director Josh Evans, una producción gringa. Off, off, off, nada de grandes estudios. Tengo ganas de verla, porque aún no pude. Ponerme en la piel del Che es una responsabilidad muy grande. Es un mito y símbolo de veneración, así que imagínate, venir a la Argentina y contarte eso.

–Pero se la bancó y la hizo.
–Sí, y no me hubiera metido si no hubiera pensado que se podía hacer algo interesante. Están haciendo ahora proyecciones en Los Angeles.

–¿Qué momento de la vida del Che?
–Son los dos años de guerrilla en Sierra Maestra, desde el desembarco del Granma hasta la llegada a La Habana. Pero acercarse al Che-hombre es complejo, porque la mayoría de los libros lo veneran de una manera mitificada, o lo detestan. Así y todo, quedé contento con mi labor, y sólo por el trabajo de investigación que tuve que hacer ya mereció la pena. Sin duda, es uno de los personajes más importantes del siglo XX en el mundo. Dejó todo por una causa que no era personal, sino para el más débil. Hace unos años me preguntaron qué personaje quería hacer, y dije: “Un guerrillero latinoamericano”. No me atreví a decir el Che, y mira. O sea, que ten cuidado con lo que deseas, porque se puede cumplir.

–Ya hizo del Che… ¿Y ahora?
–Por suerte, hay muchos personajes por hacer. Mi carrera es incipiente y mi intención es hacer cosas diferentes. Me encantaría hacer comedia, un musical y una película de aventuras. También quiero hacer teatro.

–La pasa bien actuando.
–Me apasiona. Considero que es una investigación sobre uno mismo y sobre el ser humano. El ejercicio de ponerse en el lugar del otro es algo que deberíamos hacer más a menudo.

–¿Lo hace mejor persona?
–Tal vez... Creo que me ayuda a crecer. Puedo decir que soy un privilegiado, porque me apasiona lo que hago.

Noriega ya hizo dos películas bajo las órdenes del director argentino Marcelo Piñeyro. Primero fue Plata quemda, y ahora, <i>El método</i>, que  ya lleva seis meses de éxito en España.

Noriega ya hizo dos películas bajo las órdenes del director argentino Marcelo Piñeyro. Primero fue Plata quemda, y ahora, El método, que ya lleva seis meses de éxito en España.

“<i>¿Hasta dónde soy capaz de llegar para lograr un objetivo? Nunca estuve en una situación tan extrema, pero cuando haya que morder, veremos hasta dónde muerdo. No puedo decir: ‘De esta agua no beberé’</i>”

¿Hasta dónde soy capaz de llegar para lograr un objetivo? Nunca estuve en una situación tan extrema, pero cuando haya que morder, veremos hasta dónde muerdo. No puedo decir: ‘De esta agua no beberé’

“<i>Ponerme en la piel del Che Guevara fue una responsabilidad muy grande. Es un mito, un símbolo de veneración, y, sin dudas, uno de los personajes más importantes del siglo XX</i>”

Ponerme en la piel del Che Guevara fue una responsabilidad muy grande. Es un mito, un símbolo de veneración, y, sin dudas, uno de los personajes más importantes del siglo XX

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