“Buenos Aires es espléndida y burbujeante como un buen champagne” – GENTE Online
 

“Buenos Aires es espléndida y burbujeante como un buen champagne”

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Piernas quebradas, cola hacia atrás, pelos al viento, movimientos de caderas a montones: Rod (63) perdió el pelo pero no las mañas. Porque, aunque lleve cuatro décadas escritas en la historia de la música, todavía sabe cómo seducir al público. Un público que ni siquiera recuerda aquella cancelación del show en el Campo de Polo que, bajo la excusa de “la crisis imperante” –la utilizó su tour manager a principios de 2002–, nos impidió verlo hace un lustro. Pero claro, al inglés se le perdona todo. “Son otros tiempos”, sostiene ahora el ex integrante de Jimmy Powell and The Five Dimension (banda que lideró en sus inicios, cuando sólo era Roderick David Stewart). “Aparte, Buenos Aires es espléndida y también burbujeante, como un buen champagne”, según comentó en el hotel Four Seasons, donde se alojó desde el domingo 6 hasta el sábado 12 de abril, tras reunir a más de 60 mil personas en dos estadios Vélez Sársfield.

MI BUENOS AIRES QUERIDO. Instalado en la habitación presidencial del primer piso de La Mansión, el cantante no ahorró en placeres. ¿Cómo era el lugar? Ciento ochenta metros cuadrados para él y su esposa, la ex modelo Penny Lancaster (37). ¿El espacio? Un living súper equipado, walking closet (lo que en nuestras tierras es llamado vestidor), comedor para recibir a diez personas y un baño de 30 metros cuadrados con canillas de oro. Otros detalles: las sábanas debían ser de algodón egipcio, los cubiertos, de plata, y la vajilla, de porcelana francesa pintada a mano. Esa suite vale 6.000 dólares la noche (más el 21% de impuestos). Alistair, el hijo de ambos, de 2 años (casi un clon pequeño de su padre), también disfrutó de sus privilegios: la habitación Royal número 103 (3.500 dólares la noche), de 102 metros cuadrados, living, vestidor, más capricho: la instalación de un mini-pelotero y niñera privada las 24 horas.

Durante su estadía, el ícono del rock también se dio el lujo de recorrer la ciudad. El lunes, por pedido expreso, lo llevaron a recorrer San Telmo. Primeros objetivos: los locales de antigüedades. El miércoles prefirió refugiarse en familia alrededor de la piscina. “Es increíble la devoción que tiene por el hijito. Lo acompaña, juega, le hace morisquetas... todo es para el bebé”, contó un huésped. Y el músico lo corroboró a cada instante: de a ratos se lo veía caminar de un lado al otro con la mamadera del chiquito. Por la noche, entretanto, el autor de 24 discos solistas, 2 unplugged y 15 compilados demostró ser un romántico en la intimidad. Incluso pidió, previa charla con el chef ejecutivo, Matthias Zumstein, que le armaran una mesa en el balcón presidencial, con velas, especialidades abundantes en cortes de carne y compañía, para sorprender a su mujer. La cena duró hasta la madrugada.

Al día siguiente, Rod se tomó dos horas en el gimnasio con su personal trainer, Luka O’Connor, masajes relajantes de por medio. Luego, en familia, almorzaron en La Parolaccia del Mare, de Puerto Madero, con vista al Puente de la Mujer, del Dique 3. ¿Menú? Entrada de langostinos con sémola en colchón de rúcula y tomates secos, lenguado a la plancha con guarnición. Cuenta: suculenta. Propina: 400 pesos. Acto seguido: caminata lenta y sesión casera de fotos en la zona, y a descansar para ofrecer el primer show. ¿El viernes? Amanecer tempranero, a pesar de la adrenalina de anoche. Paseo por Palermo. Almuerzo de ravioles y sorrentinos en el restaurante Cluny, ubicado en la calle El Salvador. Nueva propina: 100 pesos. Paseo por la zona y regreso al hotel. Lo esperaba su último show antes de partir a Londres.

DON’T STOP THE MUSIC. Stewart presentó dos recitales en Vélez, el 10 y el 11. Ambos precedidos por las presentaciones de dos invitados top: Juanes e Iván Noble. Pasadas las nueve de la noche llegaba la hora D. La hora de Rod: envuelto en su saco plateado, rodeado por once músicos (Anna Jacoby, Charles Kentis, Donald Kirkpatrick, Conrad Korsh, Bridget Mohammed, Dieyelle Reed, Katja Rieckermann, Robin Sheridan, Paul Warren, Indira Tyler y David Palmer), recorriendo un minimalista escenario que dividía en dos una inmensa imagen de su cara, una pantalla gigante que ampliaba el show y proyectaba videos sobre algunas canciones y un juego de luces, comenzó la noche. Y nadie dejó de cantar los clásicos Father and Son y First Cut is the Deepest –de Cat Stevens–, Downtown Train –de Tom Waits–, Sweet Little Rock and Roller –de Chuck Berry–, Have You Ever seen the Rain? y Proud Mary –de Creedence–, Forever Young –marca Bob Dylan–, Have I Told You Lately that I Love You? –de Van Morrison–, Sailing –de Gavin Sutherland–, Tonight is the Night –del mítico Neil Young– y, por supuesto, sus propias creaciones: This Old Heart of Mine, You’re in My Heart, Some Guys Have all the Luck?, Infatuation, Maggie May y Hotlegs. “Vamos a tocar las que ustedes quieren y algunas más”, dijo el cantante. Y, claro, no pudo faltar el tan esperado Do You Think I’m Sexy... que cerró otro show del tour Still the Same, Great Rock Classics of our time, que comenzó el 18 de febrero en Nueva Zelanda y que la Argentina acaba de disfrutar a pleno.

El cantante y su mujer en el Dique 3 de Puerto Madero. Lo rodean su custodio y un amigo, Federico Gastaldi (el de la derecha), quien  participó en el último show que Stewart había ofrecido en nuestro país (en 1989), ejecutando el saxofón en un tema.

El cantante y su mujer en el Dique 3 de Puerto Madero. Lo rodean su custodio y un amigo, Federico Gastaldi (el de la derecha), quien participó en el último show que Stewart había ofrecido en nuestro país (en 1989), ejecutando el saxofón en un tema.

Fanático del Celtic, equipo de fútbol escocés, Rod siempre se mostró a la vanguardia con su estilo y look.

Fanático del Celtic, equipo de fútbol escocés, Rod siempre se mostró a la vanguardia con su estilo y look.

En dos horas de show, con un intervalo de 10 minutos, repasó varios de sus éxitos y el de otros artistas clásicos de la historia del rock, como Neil Young, Gavin Sutherland y Bob Dylan.

En dos horas de show, con un intervalo de 10 minutos, repasó varios de sus éxitos y el de otros artistas clásicos de la historia del rock, como Neil Young, Gavin Sutherland y Bob Dylan.

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