En el imaginario popular, cuando uno piensa en un bar inmediatamente surge la idea de la cerveza o la gaseosa. Sin embargo, en los últimos años fue creciendo la idea de los wine bars. Se trata de bares con la misma fisonomía que todos, pero cuya única diferencia es que se despachan vinos en copa, sin necesidad de adquirir la botella.
Con la reapertura de estos recintos luego del confinamiento por el coronavirus, en Buenos Aires se ven cada vez más las mesas en la vereda, con personas charlando y compartiendo una picada, mientras disfrutan de un vino en todas sus formas: los clásicos, los gasificados y los espumantes, dependiendo generalmente de la comida que se haya pedido.
Esta particularidad, que en muchos lugares se lleva adelante bajo la modalidad de autoservicio, se transformó en una gran iniciativa entre los jóvenes. Ese público que tal vez antes disfrutaba de otra bebida alcohólica, hoy aprovecha la posibilidad de comprar una copa para degustar la variedad y la gran carta que ofrecen las bodegas sin necesidad de adquirir una botella.
De esta manera, la bebida nacional que tanta repercusión tiene a nivel mundial, encuentra su lugar en medio de los nuevos emprendimientos, como la de los bares de cervezas artesanales, sidras tiradas y los tragos.
Durante la pandemia el consumo de vino creció considerablemente. Se revirtió la tendencia que venía en baja y logró superar a la de los últimos cinco años. Esto hizo que el consumo callejero, como sucede en Vico Wine Bar, también comience a abrirse. Sin ir más lejos, en los barrios porteños se puede ver a los turistas disfrutando de las diferentes cepas mientras transitan un momento ameno.
