«Aunque viva en Europa, mi pueblo es el mejor lugar del mundo» – GENTE Online
 

"Aunque viva en Europa, mi pueblo es el mejor lugar del mundo"

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Son las ocho de la noche y el olor de la salsita que sale de la casa de los abuelos de Fernando Cavenaghi (21) conmueve a todo el barrio de Villa Tranquila. Hace una hora que el nieto preferido de Norma llegó a Gener
al O'Brien (pueblo cercano a Bragado, provincia de Buenos Aires), y ella lo espera con su comida favorita: ravioles caseros. Antes, para ir calmando el hambre, la mesa se llena de salames, bondiola y quesos: "Llegar a casa siempre es una tentación, la abuela me mima demasiado. En Europa es imposible encontrar unas pastas tan ricas como las que cocina ella", dice El Torito mientras toma el mate que le alcanza Norma.

Las paredes de la casa están adornadas con cientos de souvenirs que el actual delantero del Spartak de Moscú le fue trayendo a su abuela en sus distintos viajes con River y la Selección. Y ahora, en el modular del comedor, lucen las típicas muñecas rusas matriuskas: "Estoy disfrutando mucho estas vacaciones porque se me terminan en 15 días. Y te aseguro una cosa, aunque ahora esté viviendo en Europa, mi pueblo es el mejor lugar del mundo", dice el goleador y, mientras sigue la vuelta de amargos, cuenta cómo es su nueva vida entre el Kremlin y la Plaza Roja.

-¿Quién aprendió más rápido a hablar en ruso, vos o Clemente Rodríguez, el ex defensor de Boca y actual compañero?
-Ninguno de los dos (carcajadas). Aprendí a decir algunas palabras básicas para poder manejarme dentro de la cancha, en los entrenamientos y en la vida cotidiana, pero la verdad es que es bastante difícil. Igual, con lo poco que sé de inglés me puedo manejar muy bien.

-¿Y cuál es el balance que hacés de estos cinco meses en Rusia?
-Fueron muy positivos, aunque no jugué muchos partidos. Llegué a Rusia en julio, cuando el campeonato estaba avanzado y el Spartak no tenía chances de pelear por el título. Entonces, el técnico me pidió que me pusiera bien físicamente para arrancar con todo la próxima temporada.

-¿Y te pudiste adaptar a las costumbres del país, las comidas, la gente?
-Sí, no tuve ningún problema. Moscú es una ciudad muy linda y, aunque cueste creerlo, no hay mucha diferencia con la Argentina. Alquilé un departamento, me muevo en un auto con chofer (todavía no me animo a manejar solo por la calle) y, cuando tengo tiempo libre, salgo a conocer la ciudad. Salvo al cine, porque no entiendo nada lo que dicen, se puede pasear por cualquier lado. Durante los primeros meses, uno de mis mejores amigos estuvo conmigo en Moscú para hacerme la gamba. En cuanto a la comida hay muchas opciones de restaurantes y te sirven lo que quieras. Además, como hay muchos argentinos jugando en Rusia, cada tanto nos juntamos a cenar. Somos un montón: Clemente Rodríguez -quien juega en mi equipo-, mis ex compañeros de River, Daniel Montenegro, Osmar Ferreyra y Alejandro Domínguez; también Adrián Bastía, el Chips Barijho, Héctor Braccamonte, y muchos más. Somos de encontrarnos a la noche para salir de compras o de paseo.

-¿Y cuál es la anécdota más graciosa que te sucedió?
-Y hay miles…, pero hay algo que me pasa siempre. Cuando estoy haciendo esfuerzos enormes para hablar en ruso, se me escapan palabras en español. Por ahí salgo a cenar, le pido al mozo un bife ¡en ruso! y antes de que se vaya le recalco: "Que esté bien cocido, maestro". Entonces, el tipo me mira y como no entiende nada, se piensa que lo estoy cargando.

-¿Y seguís con tu afición por la pintura en Rusia?
-No, por ahora la tuve que abandonar porque en Buenos Aires estaba estudiando con una profesora y me había acostumbrado a trabajar de esa manera. Ahora tendría que hacerlo solo, y la cosa sería muy distinto. Pero en cualquier momento vuelvo a los pinceles. Y no lo hago mal, si hasta la Gata Fernández me compró un cuadro… En realidad, lo hizo porque es uno de mis mejores amigos.

De a poco, la casa de los abuelos Cavenaghi se va llenando de gente. Amigos, familiares, vecinos que vienen a pedir autógrafos; todos quieren ver al hijo pródigo que pasará dos días en su pueblo y, como cada vez que los visita, ya tiene organizada una excursión de pesca con amigos: "Para mí, llegar a mi pueblo es una descarga, un cable a tierra", comenta Fernando. "Después, a partir del lunes me voy a ir a entrenar con River para llegar bien a la pretemporada con el Spartak, que seguramente, para evitar el frío ruso, se va a hacer en países europeos más cálidos."

-¿Y cómo es el trato con los periodistas? ¿La gente te pide autógrafos en la calle?
-Con la prensa, el trato es muy parecido al de la Argentina. Ya hice bastantes notas (con traductor de por medio, claro), pero no me preguntes qué me preguntaban porque no entendí ni una… (carcajadas). En cuanto a la gente o la hinchada, todo es muy distinto. En las tribunas no hay tanta pasión y cuando salís de un entrenamiento los fanáticos son muy respetuosos. Te piden autógrafos, pero siempre anteponiendo un "por favor".

-Es decir, no te vamos a ver en la tribuna del Spartak tocando el bombo.
-No lo creo… (risas) En el único lugar que me veo tocando el bombo es en la popular de River. No hay lugar en el mundo en que se viva y se sienta el fútbol como en el Monumental.

De visita en una de las galerías moscovitas.

De visita en una de las galerías moscovitas.

Cavenaghi volvió a O'Brien, entre otras cosas, para disfrutar los ravioles de la abuela Norma y las excursiones de pesca con sus amigos.

Cavenaghi volvió a O'Brien, entre otras cosas, para disfrutar los ravioles de la abuela Norma y las excursiones de pesca con sus amigos.

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