“Aunque transito el noviazgo más largo de mi vida, aún no me picó el bichito de la maternidad” – GENTE Online
 

“Aunque transito el noviazgo más largo de mi vida, aún no me picó el bichito de la maternidad”

Actualidad
Actualidad

Hay algo de otra época en Julieta Díaz (32). Como si una estela de los años 30’ hubiera atravesado el tiempo buscándola, capturándola. Un dejo casi solemne. En una ciudad bronceada de múltiples tonos, esta morocha ostenta con orgullo un cutis pálido y precioso, enmarcado por una cabellera oscura que obliga a mirarla. A la habitación del hotel Manantiales, donde se producirá para la sesión de fotos, llega envuelta en un enterito con pantalón palazzo, coloreado, de motivos marroquíes, un atuendo que la muestra delgada y fresca. Su único pedido será un vaso de agua fría antes de entregarse al make up y hojear –curiosa– revistas viejas desperdigadas en una mesa ratona.

Hace tiempo que Julieta dejó de ser una promesa de la tele, para posarse –definitivamente– en el pequeño listado de nombres propios que todos los canales quieren tener en sus filas. Así, Alma, su personaje en Valientes –el exitoso culebrón central de El Trece–, se coló de lleno en el boom de la novela, así como la historia de amor que protagoniza junto a Luciano Castro. Pero esta actriz no les rehúye a los coletazos del éxito (veintitantos puntos de rating cosechados cada noche).

Yo no sufro las notas. Para mí son parte del trabajo, y lo tengo re aceptado. Trato de negociar y punto. No me comporto como si estuviera haciéndole un favor al periodista por darle una entrevista. Hay actores que se ponen en una pose medio rara. Ahí surgen los problemas”, explica, posicionándose quizás sin saberlo en la vereda contraria de algunos de sus compañeros de tira. Lo cierto es que tamaña popularidad y oficio tienen su eco en las tablas teatrales: cada viernes, sábados y domingos se sube al escenario del Roxy, en Mar del Plata, con El año que viene a la misma hora, una comedia romántica que protagoniza junto a Adrián Suar, con muy buena repercusión desde el estreno. Llega el turno del peinado. Y en medio de esa ceremonia de coquetería, invita a comenzar el reportaje.

–¿Cómo te llevás con la popularidad de Valientes?
–Muy bien. Tengo re buena onda con la gente. Por momentos estoy con menos paciencia, porque fue un año intenso. Lo que me llama la atención, y pasa mucho acá, es que salís del teatro y hay gente en la puerta que va a buscar sólo la foto con uno. Eso no me gusta. Menos si no vieron la obra... O van de puerta en puerta sacándose fotos con los famosos, como si fuéramos animalitos de un zoológico. ¡Horrible! A cualquier hora, o con chicos... No lo entiendo.

–¿Fue una tranquilidad que el foco de Valientes fueran los tres hombres y no tu romance con Luciano Castro?
–¡Al fin alguien que lo reconoce! Los protagonistas son los tres hombres –¡muy bien! (acentúa)–, y no mi historia con Luciano. Yo pienso eso.

–Veo que toqué un punto sensible. ¿Te daba celos?
–Por momentos me hubiera gustado que no fuera tan así. Igual, la historia de amor protagonista es la mía. Pero me quedaron ganas de hacer una novela o unitario cuyo corazón sea la historia de amor, y yo ser la heroína.

–Los chicos despiertan histerias de grandes y chicas, lo sabés. ¿Eran motivo de chiste en las grabaciones?
–No, nunca los cargamos. Quizá nos reíamos con ellos de que usaran musculosa todo el año. Lo que sí, ya tenemos un identikit de sus seguidoras: Luciano (Castro) les gusta a las mujeres de veintipico hasta sesenta (amplio margen). Dicen que es el más apetitoso. Mariano (Martínez) es el preferido de las chiquitas. Y las de quince a veinticinco lo eligen a Gonzalo (Heredia).

–¿Y vos a quién elegís? ¿Cuál es tu favorito?
–Luciano, obvio. ¡Por algo es mi galán! Pero en la vida real, mi único galán es mi novio, eh. (N. de la R.: Brent Federighi, 38, nacido en Los Angeles, dedicado al negocio de bienes raíces e instalado en Buenos Aires).

–Anunciaste que en 2010, más allá de los capítulos grabados que vienen saliendo, no ibas a hacer tele. ¿Te da miedo no volver a repetir un éxito como Valientes?
–Para nada. Apenas se trata de descansar un poco de la pantalla y abocarme a otros proyectos. Pero después me dejo sorprender. Soy muy intuitiva. Creo que haría de todo, no tengo un tabú. Me veo expandiéndome a otros géneros. Yo nunca digo “nunca”. Por ejemplo, hoy no diría que no haría revista.

–¿Te pondrías las plumas?
–Tanto no sé, ja ja. Pero miralo a Diego Reinhold, que encontró su espacio. Hay muchos buenos actores en la revista. Tiene cosas de varieté. Por ejemplo, en algún momento de mi vida pensé que no iba a hacer novelas de las tres de la tarde, culebrones clásicos, como subestimándolos. Y ahora, cuando me llamaron para Valientes, que primero iba a ser con Gustavo Bermúdez, me tiré a la pileta como si nada.

–En teatro interpretás una historia de amantes que dura toda la vida. ¿Creés que existen amores así?
–No sé. Yo nunca tuve relaciones demasiado largas. Ahora estoy viviendo mi noviazgo más largo: vamos por los dos años y tres meses, exactamente. Ojalá sea para toda la vida, es algo que fantaseo. Hay gente que lo logra. Es difícil. Estamos más superficiales en algunas cosas, pero para mí, se puede. De hecho, me acabo de mudar a su casa, y la llevamos bárbaro. Mis padres se separaron a los seis años, pero los de Brent viven juntos desde hace cuarenta y pico. O Nico Repetto y Flor Raggi también... ¡Hay casos! Pero vamos despacio.

–¿Te apuran?
–Y... tengo treinta y pico, estoy en pareja... Ergo, enseguida me preguntan si me caso o voy a ser madre. Pero la verdad es que aún no me picó el bichito de la maternidad. Transito otro momento.

–¿Cómo lo describirías?
–Estamos creciendo mucho en pareja, conociéndonos más profundamente.

–¿Brent se adaptó bien a la vida en la Argentina?
–Nosotros nos comunicamos un setenta por ciento en inglés. Al principio le costaron un poco los códigos de acá. No sé... Lo paseaban los taxis pensando que no conocía la ciudad, para cobrarle más. O le quisieron cambiar mal el dinero. Igual, se fue acomodando. Y ahora, te digo, parece más porteño que yo. Le encanta el mate, y yo no tomo, no me gusta. Es hincha de Boca, y yo no entiendo nada de fútbol. Además, conoce mejor las calles que yo, que me pierdo siempre. Y por último, él come asado, ¡y yo soy vegetariana! ¡Sí, él es más porteño que yo, definitivamente! ¿La verdad? Mi novio es un muchacho maravilloso.

–Buena descripción. ¿Y cómo creés que te definiría Brent a vos?
–Simple: she’s great. “<i>Soy muy intuitiva. No tengo un tabú. Me veo expandiéndome a otros géneros. Por ejemplo, hoy no diría que no haría revista...</i>”, desafía la morocha, de espaldas al mar.

Soy muy intuitiva. No tengo un tabú. Me veo expandiéndome a otros géneros. Por ejemplo, hoy no diría que no haría revista...”, desafía la morocha, de espaldas al mar.

“<i>Con Brent nos comunicamos un setenta por ciento en inglés. Al principio le costaron los códigos de acá. Ahora parece más porteño que yo: le encanta el mate, es hincha de Boca, come asado... ¡y yo soy vegetariana!</i>”.

Con Brent nos comunicamos un setenta por ciento en inglés. Al principio le costaron los códigos de acá. Ahora parece más porteño que yo: le encanta el mate, es hincha de Boca, come asado... ¡y yo soy vegetariana!”.

“<i>Yo no sufro las notas. Para mí son parte del trabajo, y lo tengo re aceptado. Trato de negociar y punto. No me comporto como si estuviera haciéndole un favor al periodista por darle una entrevista</i>”.

Yo no sufro las notas. Para mí son parte del trabajo, y lo tengo re aceptado. Trato de negociar y punto. No me comporto como si estuviera haciéndole un favor al periodista por darle una entrevista”.

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig