–Miiiiii-cheeeeee-liiiiii –parte la voz desde la oficina de Prensa.
–… (Algún periodista del interior pregunta por teléfono algo que adivinamos).
–No, se pronuncia “Micheli” y se escribe Miceli, con ce. Es italiano –corrige la voz desde la oficina.
–… (Algún periodista del interior vuelve a preguntar por teléfono algo que adivinamos).
–Seguro. Asumirá el jueves –continúa la voz.
–… (Algún periodista del país vuelve a preguntar por teléfono algo que adivinamos).
–Exacto, porque Lavagna va a anunciarlo públicamente dentro de… cinco minutos –cierra la voz.
Y ENTONCES LA ADRENALINA, que hasta hace instantes parecía ausente en los despoblados pasillos del quinto piso del Ministerio de Economía y Hacienda (desde donde extrajimos el dialoguito del comienzo, a metros del televisor que anunciaba la primicia por Todo Noticias), transmuta en un acelerado avance de fotógrafos (15), cronistas (35), camarógrafos (19) y tiracables (12). Acelerado eh, no enfurecido. Porque, convengamos, cinco minutos antes de que Roberto Lavagna (63) oficializara su renuncia –dentro de la cartera que comandó desde que sustituyó a Jorge Remes Lenicov, durante el gobierno de Duhalde, el 27 de abril de 2002–, abundan más las sonrisas que los rostros de preocupación. Incluso hay abrazos entre varios desconocidos vestidos de traje. A las 15:13 entra Lavagna y atruenan veinticinco segundos de aplausos de recepción coronados, a los doce minutos, con otros dieciocho segundos de palmas de despedida. “Y ahora me disculpan. Sucede que debo seguir trabajando hasta el jueves”, saludará, tras confirmar el susodicho baldazo helado el hombre que nos sacó del default y nos reinsertó en los mercados extranjeros, si bien no pudo torcerle el brazo en su disputa al ministro de Planificación, Julio De Vido, ni a los gremios encolumnados detrás de Hugo Moyano, para él motores del recalentamiento inflacionario.
¿POR QUÉ SE FUE LAVAGNA? “A raíz de diferencias con Kirchner sobre las políticas a seguir”, explicó una fuente del ex ministro peronista. Y lo confirmó el mismo protagonista, horas después de pasar el fin de semana en Cariló y presentarse a las 11 de la mañana del lunes en la Casa de Gobierno frente al Presidente, mantener una charla cordial –algunos dicen que allí mismo se definió el nombre de su reemplazante– y luego entregarle una hoja membretada, escrita a mano, con los siguientes párrafos: “Atento a la amable conversación que hemos tenido y a su deseo de introducir cambios post elecciones, pongo a su disposición el cargo de Ministro de Economía y Producción de la Nación. (…) Le deseo en lo personal lo mejor y ansío que tenga toda la inspiración para luchar como lo hemos hecho por un futuro mejor. La oportunidad está al alcance de los argentinos y esta vez no debemos dejarla pasar”, cerraba, agregando Cordialmente, y su indescifrable firma. Previo, claro, a explicar los motivos de la decisión:
–Su recambio se confirma en una semana de rumores. ¿La dificultad para frenar la inflación, sumada a su reciente denuncia de pago de sobreprecios en la obra pública, que recayeron en la órbita del ministro De Vido, resultaron determinantes de este sorpresivo epílogo?
–Mire: hoy más que nunca debemos ponernos por encima de las pequeñas miserias y versiones. El Presidente tomó una aceptable decisión en virtud de los resultados eleccionarios.
–A ver… Imagínese la Argentina sin Lavagna…
–Imagino que aunque no esté yo, la Argentina puede construir un futuro mejor.
–¿Felisa Miceli seguirá su rumbo?
–Felisa necesita tener las manos libres para actuar de acuerdo a su entender.
–¿Le dejaría un mensaje al país?
–¡Viva Argentina!
¿POR QUE LLEGA MICELI? “Porque es hincha de Racing, igual que Kirchner, mientras que Lavagna es de Independiente”, bromeó alguien cercano a Felisa Josefina Miceli (51), separada, tres hijos, novia de su asesor Ricardo Velasco, nacida en la ciudad bonaerense de Carlos Casares y especialista en el financiamiento de políticas sociales. Recibida en el ’76 como licenciada en Economía en la UBA (allí conoció a Lavagna, con quien trabajó en el Instituto para el Desarrollo Económico y Social y, entre el ’90 y el ’93, en Ecolatina, la consultora que fundó él), fue directora del Banco Provincia, profesora universitaria y titular del Banco Nación desde el 2 de junio de 2003 (cargo inédito para una dama) hasta el próximo 1º de diciembre, cuando asuma como primera mujer ministro de Economía de nuestra historia. Progresista de pensamiento (“No me gusta la palabra zurdaje. Suena despectiva”, argumenta), sencilla al maquillarse y vestirse (en general, pantalones y chaqueta) y amante de los colores pastel y del cabello lacio, aquí un pequeño perfil mediante tres antiguas y clarificadoras definiciones de archivo, ya que ni al entrar en Hacienda o ingresar en la Rosada quiso contestar los interrogantes de GENTE:
–¿Qué opina de Lavagna? ¿Se irá o se quedará, tras las elecciones del 23 de octubre de 2005?
–Habrá continuidad. Ya es folklórica esa clase de especulación periodística.
–¿Cómo ve al país de cara hacia el futuro?
–Si todo avanza de manera aceptable, en 15 ó 20 años vamos a tener un país normal.
–¿Una palabra prohibida en su vocabulario económico?
–Ajuste.
–Defínase como mujer.
–Me encantan los grandes desafíos.
Pasó el fin de semana en Cariló, rodeado de rumores sobre su alejamiento. Regresó a la Capital el lunes temprano. Al mediodía había renunciado.
Kirchner ya eligió a su reemplazante: Felisa Miceli, presidenta del Banco Nación.
Antes del nombramiento, Felisa Miceli en su despacho del Nación. Derecha: A las 17:25 del lunes, cruzando desde el Banco hacia la Rosada. Le esquivó a las declaraciones.
