Así lo contó Gente: A tres años del asesinato de Fernando Báez Sosa – GENTE Online
 

Así lo contó Gente: A tres años del asesinato de Fernando Báez Sosa

El 18 de enero de 2020 tuvo lugar uno de los crímenes más indignantes y comentados de la historia argentina. Y hoy, en el día en que cientos de personas marcharán con velas por las calles de Villa Gesell y en el que los padres de la víctima llevarán a cabo una colecta solidaria en Dolores, recordamos cómo abordaba GENTE aquella trágica noticia en la edición 2845.
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“Todos estamos pagando por lo que pasó esa noche en Villa Gesell. En mi familia estamos todos muertos”. El título de la nota que salió en los kioscos de revistas el 28/1/2020 correspondía a las primeras palabras de Marcial Thomsen, el padre de Máximo Thomsen, el jugador del CASI que, de acuerdo a los videos y testigos, le habría dado la patada mortal a Fernando cuando este ya se encontraba tirado en el piso, inconsciente, luego de la feroz golpiza.

Con el país convulsionado por una muerte tan violenta como inexplicable, GENTE salía en los kioscos con su primera nota sobre "El crimen de Fernando Báez Sosa".

“¿Te lo querés llevar de trofeo?”, fue la pregunta que le hizo uno de los asesinos a otro. Acto seguido, Máximo Pablo Thomsen, 20 años, rugbier, jugador del CASI, le pegó la patada mortal en el lado izquierdo de la cara. Fernando Báez Sosa (19) estaba tirado en el piso, inconsciente, sin ninguna posibilidad de defenderse o de reaccionar. Fue tan fuerte el golpe que en su cara quedó la marca de la suela de las zapatillas Vans Vicus Folk Black. Thomsen estaba vestido con una camisa negra de mangas cortas y unas bermudas azul oscuro. Hoy, para la fiscal Verónica Zamboni, él, Ciro Pertossi (19) y Enzo Tomás Comelli (19) “podrían ser sentenciados a cadena perpetua”. Pero a pesar de que Máximo está detenido, tuvo tiempo para hacer un posteo, el último, en sus redes sociales: “Sólo los que estuvimos ahí sabemos realmente lo que sucedió. Ya va a salir todo a la luz”, público.

UNA NOCHE TRÁGICA

El jueves 17 de enero además de Máximo, Ciro y Enzo Pertossi, Matías Franco Benicelli (20, su papá es dueño de negocios en Zárate), Ayrton Michael Viollaz (20, hijo de un empresario de esa ciudad), Luciano Pertossi (18, hermano de Ciro, hijos de una docente también de Zárate y de Mauro, supervisor en la automotriz Toyota), Lucas Pertossi (20, hijo de un empresario de la zona), Alejo Milanesi (20, hijo de una docente zarateña y un profesor de la Universidad Tecnológica Nacional), Juan Pedro Guarino (19, hijo de un neurocirujano) y Blas Cinalli (18, hijo de un empresario local) recorrieron los 500 kilómetros que separan Zárate de Villa Gesell para iniciar sus vacaciones. Todos jugaban –o habían jugado– en el club Náutico Arsenal, lo que explica la relación tan estrecha que los une. Entre todos alquilaron un chalet ubicado en la Calle 202, en la entrada al Bosque Pinar. Ni bien llegaron fueron a la playa. Por la noche comieron fideos y se fueron a dormir temprano: estaban muy cansados.

Una postal del 17 de enero de 2020. Aquel día los rugbiers habían comenzado sus vacaciones y decidieron posar para una selfie grupal que, hasta ese momento, parecía intrascendente.

El viernes se despertaron cerca del mediodía y volvieron al calor de la arena y el mar. Ese día se sacaron fotos y las subieron a sus redes sociales. Por la noche se vistieron para ir a Le Brique, una discoteca de la abarrotada ciudad juvenil de Villa Gesell, donde se presentaría el trapero Neo Pistea. En el lugar también estaba Fernando Báez Sosa (19), quien vivía en avenida Pueyrredón al 1800, en el barrio porteño de Recoleta, y vacacionaba allí con un grupo de amigos. El entusiasmo que tenía el joven por visitar la costa argentina era por partida doble. Primero, la felicidad por compartir unos días en la playa con sus amigos de la escuela primaria y secundaria, y segundo, su gran ilusión: poder celebrar su primer año de noviazgo con Julieta, quien también veraneaba en Gesell junto a otras amigas.

La entrada de la disco en la que, fatídicamente, coincidieron Fernando Baéz Sosa y sus amigos, y Máximo Thomsen y los suyos.

Cuando ingresaron a la disco todos estaban saltando y cantando, hasta que se produjo un pogo y un amigo de Fernando volcó sin intención una bebida sobre uno de los rugbiers. Allí comenzó una pelea, que terminó con un par de piñas en la cara de uno de los amigos de Fernando. Al ver el tumulto, el personal de seguridad de Le Brique decidió expulsarlos a todos. El grupo de Zárate salió por una puerta, mientras que al otro grupo lo sacaron por otro portón, a pocos metros de distancia. Sosa estaba tranquilo. Pensaba que lo peor ya había pasado y se dirigió a comprar un helado a un kiosco cercano. En ese instante, cuando habían pasado al menos diez minutos del primer cruce, fue divisado por los zarateños, que se abalanzaron sobre él. En pocos segundos Fernando recibió varios golpes de puño que lo dejaron inconsciente en el suelo, y allí, la patada letal de Máximo que, según la autopsia, “terminó con su vida”.

La suela de la zapatilla de Máximo Thomsen quedó marcada en la cara de Fernando Báez Sosa, en lo que fue la patada letal que, según la autopsia, “terminó con su vida”. Su madre, Rosalía, que trabajaba en la Secretaría de Obras Públicas de Zárate, presentó la renuncia a su puesto a los días “porque no se encontraba en condiciones físicas ni mentales para continuar sus tareas”.

VERDAD, CONSECUENCIA...

Tras la brutal paliza los rugbiers regresaron al chalet que alquilaban. Cuando la Policía vio las filmaciones no tardó en identificarlos. Allanaron el lugar mientras dormían. Una de las zapatillas, manchada con sangre, llamó la atención de los uniformados. Y cuando les preguntaron a quién pertenecían, respondieron a coro: “Son de Pablo Ventura”. Según los análisis y los resultados de los estudios que les hicieron a los diez detenidos, ninguno tenía restos de “alcohol o drogas” en sangre, lo que hablaría de “la plena conciencia” que habrían tenido en el momento de la brutal agresión. Para el fiscal general de Dolores, Diego Escoda, este último no es un dato menor. “Mataron a sangre fría, se fueron a dormir y cuando los estaban deteniendo se burlaron de los policías y de todo el Poder Judicial”, señaló el funcionario. El hecho de haber imputado falsamente a Ventura agravaría su situación.

Boca abajo y con los brazos en la espalda. Así fueron registrados fotográficamente los jóvenes en la entrada del chalet de la Calle 202, en la entrada del Bosque Pinar de Villa Gesell.
Así eran detenidos los amigos –todos jugadores o ex jugadores de rugby del club Arsenal Naútico Zárate– luego de la mortal golpiza.

“Mataron a sangre fría, se fueron a dormir y cuando los estaban deteniendo se burlaron de los policías y de todo el Poder Judicial” (Diego Escoda, fiscal de Dolores)

LA CAUSA

A diez días del crimen de Fernando y luego de la tercera rueda de reconocimiento, Máximo Thomsen, Ciro Pertossi y Enzo Comelli fueron reconocidos por los testigos como “las personas que golpearon a Fernando”. Quebrando el total hermetismo que existe entre los familiares de los acusados, el único que habló fue Marcial Thomsen, padre de Maximo. En charla con GENTE señaló: “Estamos viviendo una pesadilla. No podemos más. Mi esposa, Rosalía, trabajaba en la Secretaría de Obras Públicas de la ciudad de Zárate. Presentó su renuncia, porque no se encuentra física ni mentalmente en condiciones de continuar su tarea como funcionaria. Mi más sincero pésame hacia la familia de Fernando. Me gustaría darles un abrazo a los papás. Pero los chicos no hicieron ningún plan para matarlo. Fue una pelea que se inició en el boliche y que lamentablemente nadie frenó en la calle. Hoy todos estamos pagando por lo que pasó esa noche. En mi familia estamos todos muertos”.

Los ocho rugbiers que fueron imputados por el crimen de Fernando Baéz Sosa.

Para el fiscal Walter Mercuri, de la UFI N° 8 de General Madariaga, el caso está resuelto. “Los tres agresores principales están totalmente identificados por los videos. Ellos son los que patearon a Fernando en la cabeza. A esos les imputó la co-autoría del hecho. Después hay participes, porque el resto estuvo acompañándolos y también participaron de la pelea, pero con los amigos de Fernando”. Mientras en las calles de todo el país la gente se volcó en forma masiva en distintas marchas pidiendo justicia, los diez rugbiers esperan su condena. Alojados en la comisaría de Pinamar, divididos en dos grupos de cinco cada uno, el país los imagina destrozados, no pudiendo cargar con la culpa de haberle quitado la vida a un chico de su edad. Sin embargo, los infiltrados en las ruedas de reconocimiento no dicen lo mismo. “Hoy estuve media hora con Lucas Pertossi y lo vi muy bien –relató Francisco–. Es más, se reía a carcajadas. ‘Yo no hice casi nada’, me dijo. Cuando le recrimine ‘¿qué es casi...? porque mataron a un pibe...’, se quedó callado”.

A sus vecinos de Zárate no les sorprendió este testimonio. Los que siguen a Lucas en las redes vieron sus posteos que hablan sobre el consumo de drogas y la caza de animales. En una de sus últimas entradas, el 4 de enero, dejó en claro qué idea tenían cuando decidieron viajar a Villa Gesell: “Fua, no falta nada para irnos a Gesell con los pibes, a romper lo que nos faltó el año pasado”.

“A mi hijo lo mataron como a un perro. Peor que eso, porque ni a un animal se le pega así. Espero que se haga justicia y paguen por lo que hicieron”, dice Graciela, mamá de Fernando. Mientras que su papá, Silvino, devastado por el dolor, completa la frase antes de abrazar a su mujer y largarse a llorar: “No le dieron la oportunidad ni de defenderse. En el piso, cuando estaba inconsciente, uno de esos monstruos le pegó una patada mortal. Ni en el último segundo de su vida le tuvo compasión”.

En las calles, un sólo grito: "¡Justicia!".

Recopilación de material: Mónica Banyik
Texto y fotos: Archivo Atlántida y Gentileza La Voz de Zarate

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