Así lo contó GENTE: A 30 años del atentado a la Embajada de Israel – GENTE Online
 

Así lo contó GENTE: A 30 años del atentado a la Embajada de Israel

El martes 17 de marzo de 1992 un ataque a la misión diplomática en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires mató a 29 personas e hirió a otras 242. Fue considerado el peor embate terrorista en la historia de nuestro país hasta que se produjo el de la AMIA dos años después. En la actualidad, tristemente, ambos crímenes permanecen impunes.
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14:45: Comienza el horror

La impactante toma del hongo de humo, efectuada por el fotógrafo Oscar Mosteirín desde la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro. “Aquel 17 de marzo estábamos entrevistando al ex coronel Juan Cesio: había una doble página para completar el cierre y la nota tenía ese destino”, memora la periodista María José Grillo.

“Hasta que se produjo el estruendo y nos fuimos corriendo las cuatro cuadras que nos separaban del lugar –continúa–. En el camino nos cruzábamos con gente ensangrentada, incluso chicos de un jardín de infantes cercano, que huían de la explosión. Me metí por la vidriera rota de un banco y pedí un teléfono para llamar a la redacción. Marqué y no dudé: ‘Manden a todo el equipo. No sé qué pasó, pero es muy grave’, pidió.

"El espanto. Un testimonio único y dramático", tituló GENTE

El equipo de GENTE, con Grillo y Mosteirín fue el primero en llegar y se encontró con un paisaje desolador. “Llegué a la esquina de Suipacha y Arroyo y Gregorio Dupont, un diplomático argentino que estaba en la esquina donde antes se levantaba la embajada de Israel y ahora solo eran ruinas en medio de una nube de polvo, me tiró del brazo y me sacó justo cuando cayó a mi lado un vidrio de un metro por un metro desde el edificio vecino. Me salvó”, rebobina Majo.

Aún no había llegado la policía. “La gente salía entre los escombros como fantasmas. Algunos heridos, la mayoría confundidos, sin saber a dónde ir: ahí Oscar captó la imagen del marine que finalmente fuera nuestra tapa”, ilustra la ex redactora de GENTE, que en 1992 tenía 25 años y hoy es secretaria de Redacción de ¡HOLA! Argentina.

La toma hongo a cargo de Oscar Mosteirín, desde la plaza San Martín

¿Qué le indicaba el instinto en aquel instante? “Nadie te prepara para cubrir algo así, salvo que seas corresponsal de guerra. ¿Por dónde empezás? ¿Ayudás? ¿Registrás? ¿Tomás nota?... Después de recoger todo el material posible, volvimos a Editorial Atlántida para cerrar la edición ese mismo día, reemplazando las notas cerradas, pero aún no impresas, por la cobertura del atentado”. Allí, de medianoche, María José escribió su experiencia en compañía “del maestro Alfredo Serra, quien hizo una muy acertada edición del texto”.

–¿Usted volvió a la zona?

–Varias veces. Cuando habilitaron la calle, subí a un edificio ubicado en diagonal, para armar una crónica, y quedé impactada al ver la estampa de manos ensangrentadas en las paredes de la escalera, evidentemente, de personas que evacuaron de urgencia. Te aseguro que cada regreso al lugar siempre fue un shock. Para mí siempre será una zona de dolor y recogimiento.

"No hubiera querido tener esta primicia", escribió la cronista de GENTE, la primera en llegar al lugar

“De repente, el fotógrafo y yo escuchamos un estruendo que nos sacudió el cuerpo. Recuerdo ver que los vidrios del frente del edificio de American Express, que está frente a la Plaza San Martín, ondulaban por la explosión. ¡Parecían olas! No imaginábamos qué había pasado, pero corrimos en dirección opuesta a la de la gente. Esas cosas de un periodista, ¿no? Ir en busca de la fuente del peligro cuando todos se alejan de él…”

(María José Grillo: junto a Oscar Mosteirín fueron los primeros periodistas en llegar)

Humo, escombros, incredulidad

A las corridas y los gritos de desesperación les sucedieron la acción urgente y el dolor incomprensible y desgarrador. Mujeres y hombres buscando angustiados, entre la esperanza y el fatalismo, a familiares y cercanos. La llegada de bomberos, intentando controlar el fuego y socorrer a las víctimas, y de los policías y civiles, en tareas de rescate y asistencia, no cesaron por horas y horas. Los especialistas buscando pistas que expliquen el inimaginable hecho.

“Se movía todo, todo tembló”, “Pensé en un terremoto”, “Nadie entendía nada” (recopilación de distintos testimonios)

“Volví a mi hotel, y esa noche pasaron por mi cabeza todas las imágenes de ese horror como si fuera una película. Y lloré, porque nadie puede ser indiferente ante la muerte”

(Bruce Willison, el marine de la tapa de GENTE)

Entre la valentía y la solidaridad

“En menos de ochenta segundos recorrí los cuatrocientos metros que me separaban de la ya desaparecida embajada, para intentar colaborar”, relató a GENTE el teniente estadounidense Bruce Willison (23). “A los marines nos preparan para actuar en situaciones límites”, contaría luego. “Había mucha gente desesperada. Corrí, entonces, a un bar cercano y me llevé los manteles. Con ellos improvisé torniquetes para frenar hemorragias. También les enseñé a los afectados cómo restañar sus heridas. Alarmado ante la posibilidad de nuevas explosiones, urgía sacar a las víctimas”, explicó.

Distintas tomas para un mismo panorama desolador.

Entre los varios rescates que protagonizó, el de Lea Kovelsky, de 36 años, fue nuestra portada. Kovelsky, era secretaria del agregado David Ben Rafael, muerto en la ocasión. “Quiero agradecerle a ese chico que me salvó la vida y me consoló en un momento tan difícil”, pronunció ella.

Caída la tarde, ya de noche y asistidos por luz artificial, los rescatistas continuaban sus tareas

Cicatrices que no cierran

Hubo doce víctimas argentinas, cuatro israelíes, tres bolivianas, una uruguaya, una paraguayo y una italiano. Nueve trabajaban en la embajada y siete cadáveres no fueron identificados.

El edificio de Arroyo 910 había sido construido en 1925 por el arquitecto Alejandro Virasoro, como residencia del aristócrata porteño Enrique Lastra. En 1950, después de que la cancillería argentina informara que el Poder Ejecutivo reconocía al Estado de Israel como soberano, el petit hotel en pleno barrio diplomático se convirtió en sede de su embajada.

Arroyo 910

Parte importante de la colectividad judía en Argentina, el edificio se convirtió en un lugar de celebraciones y reuniones. Tras la voladura (su nueva sede se encuentra en Av. de Mayo 701, CABA), esa esquina se convirtió en la Plaza Embajada de Israel, un Lugar Histórico Nacional, un santuario al aire libre, un rincón de la memoria y un símbolo de una asignatura pendiente: al igual que en la arremetida contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el 18 de julio de 1994, en la calle Pasteur 633, donde murieron 85 personas y hubo más de 300 heridos, el reclamo de justicia seguirá tan latente como el ingrato acontecimiento.

“El ataque a la Embajada de Israel y al Pueblo Judío constituye un atentado contra todos los hombres de bien en conjunto. Sin distinción de razas y credos, todos murieron por igual. En este ataque perdieron la vida 29 personas, pero lo sufrieron millones. La Plaza Embajada de Israel busca recordar el dolor que todos sentimos y reafirmar el compromiso de nunca renunciar a la esperanza de la paz” (de una plaqueta en Arroyo y Suipacha).

Fotos: Archivo Grupo Atlántida, Fabián Uset y Maria Taylor

Recopilación de material: Mónica Banyik

Arte y diseño: Gustavo Ramírez

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