“Aprendí a superar los obstáculos que me presenta la vida” – GENTE Online
 

“Aprendí a superar los obstáculos que me presenta la vida”

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¿A qué le tenés miedo?
–A que les pase algo a mi hija o a mi mujer. Supongo que es normal en alguien que está formando una familia... Pero cuidado, que no dejo que el miedo me paralice. En la vida pasé cosas bastante fuertes, que hicieron que esté más retraído de lo que realmente soy. Y aprendí a superar obstáculos. Fue muy complicado para mi cabeza, pero creo haberlo logrado bastante bien.

–¿Te referís a la condena a cuatro años de prisión que recibió tu padre (Ricardo Martínez) en el caso del tráfico de efedrina?
–Mirá, lo único que te voy a decir del tema es que obviamente me movilizó y me shockeó, por supuesto que sí. Pero tengo que seguir adelante.

–¿Y qué pensás, relacionado con el tema, que te da fuerzas?
–No tengo ninguna fórmula escrita, pero lo que pienso me lo reservo.

–¿Pero sufrís o no?
–¿Cómo no voy a sufrir? Obvio, obvio que sufro.

–¿Sentís que el asunto se trató con objetividad o creés que algunos aprovecharon para ensañarse con vos?
–En su oportunidad, algunos medios hicieron mucho hincapié, fueron muy duros. Hubo un período en que la noticia golpeó fuerte y viví un proceso de mucha exposición negativa... Y bueno, lo pasé... Y lo pasamos, no sólo yo: mis hermanos, toda la familia...

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Mariano Martínez (33) habla y se pone serio. Vive el mejor momento de su carrera: el jueves 6 de septiembre estrena La pelea de mi vida, la película que protagoniza como boxeador junto a Federico Amador, y el lunes 10 debuta como productor –también es la figura principal– de Mi problema con las mujeres, una comedia semanal de trece capítulos que emitirá Telefe en horario prime time: las 22. Y además, hace muy poco se enteró de que será papá nuevamente (ya lo es de Olivia –2–). Su mujer, la exquisita modelo cordobesa Juliana Giambroni (23) está embarazada de dos meses y medio y espera el nacimiento para el mes de abril.

Claro que también es consciente de que no todo es alegría en su vida, ya que el 10 de agosto su padre, Ricardo “Ricky” Martínez (53) fue condenado a 4 años de prisión en el comentado caso del millonario tráfico de efedrina a México, como “partícipe necesario de contrabando agravado por la participación de tres o más personas y por tratarse de sustancias que pudieran afectar la salud pública”, aunque sólo le endilgaron dos hechos en grado de tentativa, y está en libertad debido a que permaneció en prisión más de la mitad de la condena.

Más allá de todo, Mariano da la cara, cuenta que el tesoro más valioso que tiene es la familia que supo formar, y asegura que muchas veces prefirió perder dinero para poder estar con su mujer y su hija.

–¿Sos muy reservado, no?
–Siempre lo fui, muy para adentro. Cuando Juliana me conoció estaba más para adentro que nunca.

–¿Eso era culpa tuya o les tenías fobia a los medios?
–Calculo que es un poco mi personalidad, la que se había formado. Porque a mí me gusta ser sociable. Tengo momentos en que me agradan la soledad y el silencio; no al extremo, como me sucedió en un instante en que me replanteé cosas y empecé a mirar para atrás. Fue cuando cumplí los veintiocho. Pensé en las cosas que había hecho, en las parejas que tuve, en mis actitudes en general. Quería poner un punto y aparte y empezar a escribir otra historia.

–¿Te importaba entonces la mirada de la prensa sobre vos?
–Alguna vez padecí una que otra información que salía publicada, no puedo negarlo. Cuando arranqué a trabajar disfrutaba de que me hicieran entrevistas. Después se complicó, porque me superó: quería controlarlo y no podía. Empecé a entender que es parte del show business y ahí me fue mejor. Hay que tratar de pasarla bien.

–Y haber recibido la noticia de que serás papá nuevamente es una de las formas.
–Claro. Juliana, mi mujer, está de dos meses y medio. Esperamos el nene para abril. Bah, todavía no sabemos el sexo. Me gustaría un varón, pero lo importante es que sea sanito. Si no saco mal las cuentas creo que llegaría para abril. Quiero ordenarme para poder disfrutar de toda mi familia. Ahora me pasa que no los veo. Me voy a las 7 de la mañana y vuelvo a las 12 de la noche: siempre están durmiendo. Me organizo los fines de semana, pero como estoy con trabajo intenso me cuesta más. Me desespera ver a los míos.

–¿Programás hasta los embarazos para poder gozar de la compañía de los tuyos?
–Sí, nos programamos para ser papás, porque teníamos ganas de darle un hermanito a Olivia.

–¿Cómo influyó la llegada de Olivia en la relación entre Juliana y vos?
–Primero que la buscamos: estábamos muy bien. Pero un hijo te potencia como pareja, pero también te desestructura. Hay muchos que tienen un bebé para mejorar la relación y todo empeora. Hay matrimonios que deciden no tener hijos, porque están bien así, y tienen temor de que afecte el cariño que se tienen. Es toda una elección. El amor que se siente por un hijo es incomparable.

–¿Sos muy celoso de tu mujer?
–Eeehhh... Soy celoso... No muy, no enfermizo.

–¿No le espiás el celular o el Facebook?
–No, no, no. Confío mucho en ella. Yo digo que lo que tiene que ser, será.

–¿Y ella te cela?
–No, lo justo. Somos los dos celosos, porque nos amamos, pero no de forma tan intensa que nos perturbe, nos moleste o nos agobie.

–¿A tu hija la celás mucho?
–Sí, pero son celos lindos. Veremos en el futuro, cuando aparezca algún amigo o como se le diga en esa época. Pero me gusta que sea sociable; no soy egoísta.

–¿Te benefició casarte con una mujer de perfil bajo?
–Juliana es una gran mujer.

–¿La buscaste así o se dio?
–Uno busca.... Lo pensé muchas veces y me dije: “Quiero una mujer así”. Y se me dio. Nunca sabés cuándo va a llegar, ni quién será. Cuando la conocí no pensé que íbamos a formar una familia tan linda. Pero la verdad es que enseguida me di cuenta de eso. Vi y sentí algo diferente en ella. Tiene carisma además de belleza, y toda la piel que tuvimos y tenemos. Desde el momento que decidimos ponernos las pilas el amor fluyó aún más. A los siete meses nos fuimos a vivir juntos a mi departamento de soltero y la pasábamos bárbaro, nos divertíamos mucho. Por eso nos extrañamos tanto cuando estoy en estas etapas de ausencia. Juliana es muy sociable, y yo volví a serlo gracias a ella.

–¿A esta altura te permitís no aceptar un proyecto si no te convence?
–Sí, porque gracias a Dios ahora puedo elegir. Muchas veces tomé decisiones por las cuales perdí plata como actor para poder estar con mi familia. También hay situaciones en la vida en que uno tiene necesidades. Nunca se sabe: no hay que escupir al cielo. Lo de la película surgió hace un año; me llamaron Luis Scalella y Carlos Mentasti para contarme la historia. Me dijeron que la iba a dirigir Jorge Nisco y me entusiasmé. Me enganchó volver a trabajar con Argentina Sono Film, con quienes había hecho Peligrosa obsesión y funcionó muy bien. Me encantó el guión, volver a interpretar a un deportista con todo lo que le pasó en la vida. Es un boxeador que regresa de un autoexilio después de 10 años y se entera que dejó un hijo que no sabía que tenía en el vientre de su novia. Y ahora el padrastro del nene es el campeón del mundo (Federico Amador), el rival de toda su vida. Está hecha en 3 D, la primera filmada integramente así en el país.

–¿Reconocés un cambio en tu persona, madurez quizás?
–Sí, por supuesto. Disfruté mucho de la vida, pero ahora estoy en otra etapa.

–¿Qué te enoja?
–La mentira me irrita sobremanera. Trato de respirar, de contar hasta diez, usar la respiración yoga. Soy cabrón, pero logré controlar muchísimo mi temperamento. Me gustan las cosas muy claras. Si tengo que decirte algo, lo hago. Y eso a menudo resulta chocante.

–A propósito, ¿es cierto que abandonaste un poco el deporte para dedicarle más tiempo a las técnicas de relajación?
–Venía con boxeo, gimnasio, fútbol, pero ahora no estoy haciendo nada de eso, por el laburo. Practico yoga ashtanga desde hace tres años. Me hace bien a la cabeza. Me gustan muchas cosas de la filosofía del yoga, la respiración. Intento meditar y me hace bárbaro. Me pone en mi eje, en mi lugar. Charlo mucho con mi instructor. Me relaja, me da claridad mental. Me ayuda a trabajar en armonía, con buena energía, a ser mejor persona.

Mariano en el cuadrilátero de la ficción, donde mejor se desenvuelve. Aunque confiesa: “Muchas veces tomé decisiones por las que perdí plata como actor para poder estar con mi familia. Hoy es el tesoro más valioso que tengo”.

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