“Antes sufría con la política, pero ahora la disfruto” – GENTE Online
 

“Antes sufría con la política, pero ahora la disfruto”

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El jefe de campaña, Horacio Rodríguez Larreta, recibe los cómputos que le acerca Marcelo Bouza desde la circunscripción 23 (Flores, Caballito y Boedo), y anuncia: “¡Ganamos por 35 puntos en el corazón de Lilita y de Bielsa”. Ricardo Lorenzo (Borocotó Jr.), Eugenio Burzaco, Cristian Ritondo y Marcos Peña (el legislador más joven: asumió con 26 años) lo palmean. Isabel Menditeguy, su mujer, aplaude abrazada por sus amigas y se emociona cuando Mauricio le dedica el triunfo. Quinientos militantes empiezan a corear “PRO, PRO, PRO”. El ganador, luego, le habla al país. Con mesura, sin énfasis, sin triunfalismo. Después visita a un entristecido Ricardo López Murphy, su compañero en la provincia de Buenos Aires, que no pudo llegar al Senado. Lo anima. Y fin de fiesta. Pero antes de cerrar los ojos, y terminada una de las campañas políticas más largas y más duras de la historia del país, esta charla con GENTE:

–¿Su estado de ánimo ahora, dos de la mañana, cuando todo pasó?
–Considerando lo autoexigente que soy, más tranquilo y relajado…

–¿Cambió para mejor?
–Sin duda. Y mucho. Hace años, cuando competí con Aníbal Ibarra, me enfrenté contra una campaña muy sucia, pero eso me fortaleció. Ya lo dice la sabiduría popular: “Lo que no te mata te hace más fuerte”.

–¿En qué sentido se siente más fuerte?
–Cuando me atacaban en lo personal me dolía, me parecía injusto, mi sangre italiana bullía, me calentaba, y me resultaba muy difícil contenerme.

–¿Y ahora? Porque sigue teniendo sangre italiana…
–Ahora sé que la calumnia y el juego sucio son estrategias de mediocres que buscan anularme. Es el detestable juego de la destrucción por la destrucción misma. Pero ya no me hago mala sangre, o me hago menos… Prefiero concentrarme en lo mío. En lo que creo que vale.

–¿Por qué ganó en barrios donde la izquierda y el radicalismo nunca perdieron?
–Es cierto… Parque Chacabuco, Villa Soldati, Boedo, el Bajo Flores y Caballito: ¡bastiones de la izquierda y el centro-izquierda! La explicación es simple: creo que supimos transmitir nuestra propuesta sin agresiones, y que esa actitud diferente borró en gran medida el prejuicio contra nosotros.

–¿La tragedia de Cromañón incidió en el triunfo?
–Nunca quise usarla en la campaña. Pero que el Gobierno apostara a la continuidad de Ibarra irritó mucho a los vecinos de la Capital. Mucho…

–¿Qué lo diferencia de Kirchner?
–La forma de pensar. El Gobierno mira mucho el ayer y muy poco el mañana. Nosotros, en cambio, queremos afirmar el futuro y demostrar que somos una alternativa seria, racional, posible.

–¿Qué es lo mejor que puede decirle al Presidente?
–Que nos importa apoyar cualquier proyecto de ley que sea bueno para el país. Que el país y el bienestar de toda (¡toda!) su gente están por sobre cualquier diferencia ideológica.

–Lo votaron más hombres que mujeres. ¿Por qué? ¿Influyó la hinchada de Boca?
–El voto de los hombres –no sólo el de los hinchas de Boca– es muy importante. Pero con las mujeres y sus dudas respecto de nosotros estamos acortando distancias. Una mujer me dijo: “No lo voté, pero me alegra que alguien honesto como usted haga política”. Además (y aunque los hombres de mi partido se enojen), las mujeres de mi partido son las que más trabajan, y las más capaces. Paula Bertol, Soledad Acuña, Luciana Blasco, Gabriela Michetti… Profesionales, estudiosas, y todas de gran valía.

–¿Ya no sufre con la política, realmente, o finge no sufrir?
–No. Antes sufría con la política y disfrutaba con el fútbol, pero ya no. ¿Sabés por qué? Porque ahora no me reprimo, me doy permiso para expresar todo lo que siento, y se me nota. Siempre creí en la construcción de las cosas ladrillo por ladrillo, pacientemente, y es lo que estoy haciendo.

–¿Su mujer y sus hijos lo apoyan?
–Sin duda. Pero no es cierto, como dicen muchos, que mi mujer es mi principal consejera política. Al contrario: se distanció de ese mundo. En todo caso, ella es algo mucho más importante. Es lo principal en mi vida, lo mismo que mis hijos.

–¿Por qué su mujer se distanció de la política?
–Porque es muy independiente, y si algo no le gusta, me lo dice de frente.

–¿Eso le molesta?
–Al contrario. Me gusta la mujer con ideas, actitudes y vida propia.

–¿Pero con ella y con sus hijos habla de política?
–Sí. De política y de todo. Ellos sufren, pero me apoyan. Tanto, que cuando sucedió lo de Cromañón me dijeron que me jugara y aceptara la responsabilidad de cambiar las cosas terribles que nos pasan. Mis hijos habían ido a ver a Callejeros (no la noche del desastre…), y la tragedia los golpeó muy duramente.

–¿Se imaginó enfrentando una catástrofe de ese calibre? ¿Qué haría?
–Uno, frente a una catástrofe, puede reaccionar como el ex alcalde Rudolph Giuliani cuando sucedió el atentado a las Torres Gemelas, o como Aníbal Ibarra en el caso Cromañón. Pero lo más importante es prevenir. Estar listo para que ese tipo de cosas produzcan el menor daño posible.

–Ya convertido en un hombre político, ¿a qué le teme más?
–No tengo miedo, pero soy muy autocrítico y lucho contra la vanidad, porque es un enemigo que puede traicionarnos en cualquier momento.

–¿Siente que ahora tiene poder propio, y no heredado?
–Me preparé, estudié y trabajé para ser yo: Mauricio. Mi padre nunca me alentó para que me metiera en política. Fue una decisión personal. Y respecto del poder, aprendí que es una herramienta extraordinaria, maravillosa, y que debe ser utilizada para construir, no para destruir.

–Muchos analistas se preguntan si su partido hará alianza con Duhalde, con Sobisch, continuará con López Murphy, o tendrá un sesgo puramente macrista. ¿Qué les responde?
–Que quiero consolidar nuestra propuesta, que es nueva. Duhalde seguirá en el justicialismo. Apunto a los radicales, los peronistas y los vecinalistas que advirtieron que nos preocupamos por problemas concretos. La gente vio que no me peleo ni resucito fantasmas del pasado. Vio que estoy sumando… Y el país necesita mucha gente con el valor, la capacidad y la honestidad de López Murphy.

–¿Su propuesta pasará a ser nacional?
–Sin duda. Me especialicé en temas de la Capital Federal, pero me preocupa todo el país. No podemos crecer (como ahora) sólo a través de las condiciones favorables del mundo. Tenemos que generar productos nacionales, y reconciliarnos con el resto del mundo.

–¿En la calle siente que hay una onda distinta respecto de usted?
–La gente se dio cuenta de que cambié. Que no me gusta estar contra nada ni contra nadie. Que no hablo de enemigos, sino de adversarios. Que quiero bienestar para todos, no para unos pocos. Y por eso creyó en mí a la hora de votar.

–Sin embargo, no se lo ve demasiado eufórico. ¿Por qué?
–Porque soy muy, muy autocrítico, y siempre me costó festejar los buenos momentos. Pero le confieso algo: hoy estoy contento.

Domingo 23, nueve menos diez de la mañana. Mauricio Macri sale de su casa para ir a votar. Doce horas más tarde era uno de los protagonistas clave de la vida política argentina: toda la Capital lo erigió ganador.

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El viernes y en plena veda, Mauricio jugó al fútbol con sus amigos (su vocero, Iván Pavlovsky, desparramado, mientras la pelota infla la red).

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El domingo a la mañana, Macri desayunó con colaboradores y periodistas en el bar <i>El Carmen de Palermo</i>. A las 10 cruzó la avenida Santa Fe junto al legislador Diego Santilli y votó en la mesa 4668 de la ENET Número 2. Su mujer, Isabel Menditeguy, alentó a Mauricio en el bunker de PRO, Alsina al 1300.

El domingo a la mañana, Macri desayunó con colaboradores y periodistas en el bar El Carmen de Palermo. A las 10 cruzó la avenida Santa Fe junto al legislador Diego Santilli y votó en la mesa 4668 de la ENET Número 2. Su mujer, Isabel Menditeguy, alentó a Mauricio en el bunker de PRO, Alsina al 1300.

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