Apunten. Fobias, 2; grandes frustraciones, 1; papelones, una pizca; convicción y consistencia, cantidad necesaria; talento, a gusto. Rectificar con hermetismo, dejar macerar sin ínfulas y servir con entorno virtuoso. Del recetario Daniel Hendler (36) para la cocción del éxito, “a la agridulce”. Graduados –Telefe– sostiene su liderazgo con la tenacidad con la que su protagonista el concepto de la fama: “Sólo la disfruto cuando tengo que hacer trámites”. Efectivo. Antidivo. Fugitivo. ¿Quién se esconde detrás de Andy Goddzer?
DANIELITO, EL MENTIROSO. “Observador, ocurrente y sumamente inquieto”, así lo recuerdan sus vecinos del barrio montevideano del Buceo, uno de los tres –con Pocitos y Cordón– en los que creció. Cualidades a las que él mismo suma “bastante mentiroso”. “De chico me iba muy bien con las mentiras. Me inventaba historias que sostenía. Experimentaba cómo era eso de hacer creer algo”, contó alguna vez quien solía llegar del cine corriendo para encerrarse en el baño. “Ahí imitaba todo lo que había visto en la pantalla sin que nadie me interrumpiera”. Y en su mirar, el detalle era absoluto. “La seguía a mamá por toda la casa contándole la película, escena por escena”, recordó.
Cuando tenía seis años, de paseo por la rambla, se topó con un mimo colombiano. “De ahí en más, reproduje esos movimientos en todas las reuniones familiares. Todos tenían que aplaudir, un pesado”, reveló tiempo atrás. Al cumplir 13 comenzó a tomar clases de mímica en un taller que abandonó semanas después argumentando: “Me asustó ese ambiente… venía de un instituto privado”. Se formó en el Colegio Integral de religión judía, “pero pasé por un etapa en la que quise alejarme del entorno para poder discernir mejor lo que me rodeaba, lo que quería elegir y lo que no de ese conjunto de valores”, destaca hoy. Hasta cumplir 14, cuando comenzó teatro en el taller de La Gaviota, Hendler despuntaba su talento en las canchas de básquet de Hebraica, “porque para el fútbol… –testifica un allegado– …aunque voluntarioso, era un tanto durazno”.
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Domingo en Caballito. El actor de gira barrial con su mascota, atento a las técnicas que le enseñó Rubén, el paseador de perros que lo coacheó para interpretar a Andy Goddzer. Como buen vecino, bolsa en mano.
Cuando el estricto plan de grabación lo permite, el actor uruguayo se dedica a su hija Helena (4). “Ella significa todo: es un cambio radical en mi existencia y una fábrica de amor”. Juntos, disfrutan tanto de la plaza como del supermercado.
Participó en 25 películas, escribió y dirigió 5, interpretó 11 personajes en televisión y 15 en teatro. Aquí, En Para vestir santos (el Trece-2010)
