“Algunos desubicados me ven pasear con el cochecito y me piropean” – GENTE Online
 

“Algunos desubicados me ven pasear con el cochecito y me piropean”

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No! ¡No me siento más sexy que antes de ser madre! –se sorprende ante el interrogante del periodista–. En realidad, me siento más feliz –se relaja y ríe. Sigue rompiendo preceptos y lugares comunes, ella. En realidad, continúa transitando el mismo camino. Y aquí no cuentan la edad (cumplirá 23 el 11 de agosto), la experiencia laboral (debutó en comerciales a los 5; trabaja de forma ininterrumpida en la agencia Multitalent desde 2003), el matrimonio (se casó el 2 de julio de 2005 con Jorge Otamendi, 26 y músico de la banda Cigalpa) o el aroma a perfume de bebé que flota dentro del tres ambientes de Las Cañitas (aroma cuya responsabilidad recae en Helena, nacida el 26 de noviembre). Nada ni nadie cambia su naturaleza de modelo, de mujer, bah, la esencia sincera e instintiva de Geraldine Conti Neumann…

–¿Te parece que es para tanto? –pretende relativizar la teoría.
–Seguro. ¿Recuerda la nota que nos concedió en mayo de 2003?
–La de Florencia…

–Florencia, Italia, sí. Allí desmitificó varias reglas de su gremio: juró que no le apasionaba la gimnasia, que le disgustaban los regímenes, el pescado, la fruta, los productos diet y las verduras. Y también advirtió que no le convencían sus 85 centímetros de lolas (posteriormente las elevó a 95), y adelantó que deseaba convertirse en madre joven. ¡Viva la sinceridad, señora! Tírenos alguna bomba de las suyas. ¿Confesaría que odia su flamante condición de ama de casa y madre?

–Imposible. Me encanta. Con la piojita nos levantamos tipo 11. Duerme en nuestra habitación. Promedia unas doce horas de sueño. Jugamos con los perros (Sikus, un weimaraner, y Tuber, un bulldog francés). Le preparo Vitina en caldo casero. Volvemos a jugar. Toma la teta. Ponemos Discovery Kids. Le hago comiditas sanas. Adoro mi actual situación. No sé. Lavo la ropa, plancho, cocino y poso. El papá de Helena ya nos sacó un millón de fotos digitales. Le posamos a él y a su Canon de manera exclusiva, antes que a nadie. Sin embargo, en ciertos aspectos importantes, uno cambia.

–¿¡Usted cambiar!? ¿En qué?
–Tomás mayores precauciones. Dejás de viajar largas distancias en auto de noche, te fijás que el mango de la sartén no asome, chequeás mejor a los costados antes de cruzar la calle. Ganás en compromiso. Evitás salir tanto a pavear. Priorizás cuidar a tu familia. El otro día me invitaron a un cumple. Acepté, me cambié, partí y a la media hora regresé. “¿Qué ocurrió, amor?”, me preguntó Jorge. “En lugar de perder el tiempo tomando cerveza y hablando estupideces, prefiero estar con ustedes”, le contesté.

–Ergo, le va a costar un triunfo y medio retornar al trabajo, como acaba de decidirlo.
–Lo dudo. Al contrario, nunca tuve tantas pilas. Desde luego, no me ausentaré todo un medio día de casa. A lo sumo llevaré a la nena o le pediré a mi marido que me acompañe.

–¡Mire que no lo suelta al amigo, eh! Hasta se le notan tres anillos: el de casada, el de compromiso y uno tatuado.
–Sucede que lo considero el hombre de mi vida. Me preguntabas si me sentía más linda. Sólo me interesa sentirme linda para él.

–¿Qué opina la calle de la Gegé recargada?
–¡Hay cada personaje increíble! Algunos desubicados me ven pasear con el cochecito y me piropean. Gente rara, te soy franca.

–Entonces, acudamos a su franqueza a prueba de archivo… ¿Cuánto llegó a engordar en la etapa de embarazo?
–Once kilos. Me puse en campaña y bajé catorce. Ando en 50. Aunque no me banco los ejercicios, completé un programa de mes y medio en IIIº Millenium. Milagro en mí.

–¿Conoce su hermana Nicole a la sobrina?
–Prefiero no responder.

–¿Para cuándo una nueva carta a París?
–Dos, tres años. Me alucinaría criar tres o cuatro chicos antes de los 30.

–“Quiero intentar una carrera afuera”, pregonaba en las cercanas épocas en que la entrevistamos. ¿Y hoy?
–Igual. Claro, obvio, lógico que para triunfar afuera, ahora me iría con el equipo completo: mi hija y mi marido. 95-60-90, 1.70, ojos verdes-celestes, plasticidad y sinceridad brutal. “<i>Todavía escucho rock, a Rosana y a Ricardo Arjona y pongo las series de Sony, pero</i> –admite Gegé– <i>empecé a</i> zappear <i>bastante con el Discovery Kids y a leer libros de bebés. El último, Los árboles no crecen tirando de las hojas, de Miguel Hoffmann</i>”.

95-60-90, 1.70, ojos verdes-celestes, plasticidad y sinceridad brutal. “Todavía escucho rock, a Rosana y a Ricardo Arjona y pongo las series de Sony, pero –admite Gegé– empecé a zappear bastante con el Discovery Kids y a leer libros de bebés. El último, Los árboles no crecen tirando de las hojas, de Miguel Hoffmann”.

“<i>Lavo la ropa, plancho, cocino y poso. El papá de Helena ya nos sacó un millón de fotos digitales. Le posamos a él, de manera exclusiva, antes que a nadie</i>”

Lavo la ropa, plancho, cocino y poso. El papá de Helena ya nos sacó un millón de fotos digitales. Le posamos a él, de manera exclusiva, antes que a nadie

“<i>En ciertos aspectos importantes, uno cambia. El otro día me invitaron a un cumple. Salí y regresé a la media hora. ‘¿Qué ocurrió, amor?’, me preguntó Jorge. ‘En lugar de perder el tiempo tomando cerveza y hablando estupideces, prefiero estar con vos y con Helena’, le contesté</>”

En ciertos aspectos importantes, uno cambia. El otro día me invitaron a un cumple. Salí y regresé a la media hora. ‘¿Qué ocurrió, amor?’, me preguntó Jorge. ‘En lugar de perder el tiempo tomando cerveza y hablando estupideces, prefiero estar con vos y con Helena’, le contesté”

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