“Alguna vez llegué a odiar el tenis. Hoy sólo puedo darle las gracias” – GENTE Online
 

“Alguna vez llegué a odiar el tenis. Hoy sólo puedo darle las gracias”

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El gigante de Las Vegas llora como un chico. Unas veinte mil personas lo aplauden de pie y comparten su emoción. A unos metros, lo mira incrédulo un tal Benjamin Becker (alemán, 25 años), que acaba de eliminarlo del US Open en su propia casa. Andre Agassi (36) acaba de perder el último partido de su carrera (el número 1.141, de los cuales ganó 868) y está a punto de tomar la palabra. Su hernia de disco lo hace sufrir. Las veinte mil personas no paran de aplaudirlo, el mundo del tenis lo sigue por televisión. Desde la tribuna lo mira su hijo Jaden Gil (4) y su mujer, Steffi Graf (37).

“Nada que perder, mucho que ganar”
. Desde su infancia, Andre Kirk Agassi grabó en su mente esas palabras. Se trataba de un lema de inmigrantes que repetía su padre, un ex boxeador iraní que participó en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952. La historia entre Agassi y el tenis parecía escrita: a los cuatro años, el Kid de Las Vegas ya había participado de exhibiciones con monstruos de la talla de Bjorn Borg, Ilie Nastase o Harold Solomon. “La relación con mi padre estaba construida sobre el tenis. Pasó tanto tiempo como entrenador que olvidó puntos fundamentales en su relación de padre”, decía Agassi. El primer paso de aquel inmigrante fue construir una cancha de cemento en el patio de su casa de Nevada. Así, mientras sus amigos merendaban con Tom y Jerry, Andre devolvía tres mil bolas diarias que salían de once lanzapelotas. Aunque todo tomó verdadera forma a los 13 años, cuando lo descubrió Nick Bolletieri y lo llevó a su escuela de tenis en la Florida: “Allí comencé a odiar el tenis. Por un lado, la obsesión de mi padre; por otro, en la escuela te evaluaban por el rendimiento deportivo y no por qué clase de persona eras”.

Y llegó el debut oficial. Ocurrió el 24 de febrero de 1986, a los 16 años, cuando derrotó a John Austin en el torneo La Quinta. Apenas un partido fue suficiente para que los Estados Unidos encontrasen al sucesor de McEnroe y Connors.

Loco, tu forma de ser. Bermudas de jean, remeras extravagantes, una argolla de oro en la oreja derecha y el cabello quemado por quién sabe qué tintura. El look Agassi (más cerca del corsario Jack Sparrow en Piratas del Caribe que de un tenista de elite), irritó a los ortodoxos del deporte blanco, pero fascinó a las empresas de ropa deportiva. “Las compañías se peleaban por mí. Me vieron como una oportunidad y tomaron mi imagen de rebelde. Yo era muy inmaduro para entenderlo”, recuerda hoy. Tenía 18 años y los jóvenes de toda Norteamérica lo amaban: “Creían que, con sólo mirar fijo a mis rivales, podía ganar los partidos. Se pensaban que Becker, Sampras o el cowboy Courier se iban a asustar por verme en televisión”, jura el Kid.

Desde aquel febrero del 86 vivió algo bastante parecido a la gloria: fue el tenista más joven en lograr un millón de dólares en premios (en toda su carrera rozó los 32 millones), top ten a los 18 años, y caló su firma en un millonario contrato con Nike. Y alcanzó el quiebre definitivo en su carrera en 1992, cuando rompió su propio protocolo, se vistió de blanco y consiguió Wimbledon, su primer Grand Slam. Tocó el cielo con las manos, dicen. Había que festejar: por eso compró un jet privado para viajar a los torneos. Y allí subieron miles de jovencitas que querían intimar con la estrella, y otras que no lo eran tanto, como Barbra Streissand.

En medio de la vorágine, llegó la explosión definitiva con el US Open del 94. Y la cima del ranking un año después. En 1997 cortó sus mechas, que fueron a parar a un All Star Café, y se casó a escondidas en una finca de Monterrey (estado de California) con la diosa Brooke Shields, de impecable smoking y moñito blanco. Fueron un par de meses de pasión y divorcio rápido. El bajón anímico lo llevó al lugar 141 del ranking. Parecía el fin. Pasaron dos lustros y el Gigante de Las Vegas volvió en todo su esplendor: recuperó 122 puestos en el ranking y levantó emocionado el trofeo de Roland Garros. En aquel 99 ya vivía su romance con Steffi Graf y escribía otra vez su historia con letras mayúsculas: se convirtió en el quinto jugador en la historia del tenis en ganar los cuatro Grand Slams. Y el tenista con más edad en volver a ser número uno del ranking (lugar que ocupó durante 101 semanas en su carrera).

Adiós al Gigante. Estuve preparando este discurso durante veintiún años. En los peores momentos ustedes me ofrecieron sus hombros para que me apoyara y pudiera alcanzar mis sueños. Hoy sólo puedo darle gracias al tenis… ¿Me van a extrañar?”. Fueron las últimas palabras de Andre Kirk Agassi antes de abandonar el estadio Arthur Ashe. Se fue el transgresor de fines de los 80 y el caballero de los últimos siete años. El fenómeno que consiguió sesenta torneos (8 Grand Slams, 17 Masters Series), ese que murió y renació, el jugador más carismático que pisó un court en los últimos tiempos. Paradoja del destino: desde la tribuna, su padre Mike rogaba que su hijo perdiera de una vez, para no sufrir más por el dolor de su hernia de disco…

Las veinte mil personas del estadio Arthur Ashe de Nueva York le rinden homenaje al fenómeno. Fue el domingo 3 de septiembre, tras caer en cuatro sets frente al alemán Benjamin Becker.

Las veinte mil personas del estadio Arthur Ashe de Nueva York le rinden homenaje al fenómeno. Fue el domingo 3 de septiembre, tras caer en cuatro sets frente al alemán Benjamin Becker.

Steffi Graf, su actual mujer, apareció en su vida en 1999 y lo sacó de un bajón anímico. Hoy tienen dos hijos: Jaden Gil (4) y Jaz Elle (2). 4. “<i>Es el día más feliz de nuestras vidas</i>”, dijeron Andre y Steffi tras el nacimiento de Jaden Gil.

Steffi Graf, su actual mujer, apareció en su vida en 1999 y lo sacó de un bajón anímico. Hoy tienen dos hijos: Jaden Gil (4) y Jaz Elle (2). 4. “Es el día más feliz de nuestras vidas”, dijeron Andre y Steffi tras el nacimiento de Jaden Gil.

Agassi en junio del 91, enfrentando a Boris Becker en semis de Roland Garros. Aquel año perdió la final del Abierto francés.

Agassi en junio del 91, enfrentando a Boris Becker en semis de Roland Garros. Aquel año perdió la final del Abierto francés.

El adiós a un grande: primer plano de un Agassi visiblemente agradecido y emocionado con su público. Fue el domingo 3 de septiembre, tras caer frente al alemán Benjamin Becker en su último partido por el US Open.

El adiós a un grande: primer plano de un Agassi visiblemente agradecido y emocionado con su público. Fue el domingo 3 de septiembre, tras caer frente al alemán Benjamin Becker en su último partido por el US Open.

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