“Al lado de los argentinos, los caribeños parecen esquimales” – GENTE Online
 

“Al lado de los argentinos, los caribeños parecen esquimales”

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Bienvenidos al mundo privado de Catherine Fulop. Son dos ambientes, en el primer subsuelo del teatro Metro donde brilla en Un país de revista. Las paredes están cubiertas de fotos, preciadas imágenes de familia: Ova y Gaby Sabatini, Tiziana y Oriana, los suegros, los papis, los perros… También hay plumas, pelucas y todo lo imprescindible para lucir en su nuevo métier de vedette. Incluso un conchero que tiene su propia historia: “Me lo regaló Moria cuando se enteró de que me iba a poner las plumas. Ella es mi madrina en esta nueva faceta de mi carrera”, dice Cathy. El artefacto, diminuto, hoy sólo funciona como amuleto. Aunque luego Fulop confesará que hace días se lo probó por primera vez. Que calza a presión y “luce bellísimo”. ¿Por qué no creerle?

–Desde el escenario, ¿qué caras observa en primera fila, Cathy?
–Sólo alcanzo a ver hasta la fila tres. Veo gente con mucho respeto y muchas sonrisas hacia mí.

–A algunos se les deben salir los ojitos…
–Hay de todo (ríe). Me gritan “¡Diosa!” y algunas cosas menos elevadas. Pero siempre con cariño.

–¿Cómo resulta su experiencia de vedette?
–Fantástico. Muy positiva. Cada vez me siento más afianzada en el escenario. Y eso que todas las vedettes estamos muy desprotegidas… Tenemos que mostrar simpatía, gracia, el baile, el canto…

–Y el cuerpo, ¿no?
–El lomo, claro. Y eso que sobre el escenario no tenés la cámara que te cuida o la luz que te favorece. ¡Ni siquiera te hacen photoshop! Apenas te podés cubrir un poco con una media de red, nada más.

–En su monólogo habla del hombre argentino. ¿Cómo lo define?
–Los argentinos son muy zarpados, calentones. Yo viví en distintos lugares, pero en ningún lado encontré un pueblo tan caliente como éste. ¡La chica ecologista de Gualeguaychú se puso lolas y salió en los noticieros! Es muy fuerte lo que pasa acá con las lolas y las colas. Al lado de ustedes, los caribeños parecen esquimales.

–¿Y cómo es posible que usted, con semejante carga sensual, jamás haya enseñado una lola?
–Rechacé propuestas de Playboy e Interviú. En España me ofrecieron 250 mil dólares por dejarme fotografiar en la playa haciendo topless. Y, como en ese entonces nadie mostraba su cuerpo, lo rechacé.

–Luego del destape y la devaluación, imagino que se quiere matar.
–¡No puedo creer lo inocente que fui! Ahora estoy negociando con la producción de Un país de revista la posibilidad de hacer un topless durante la temporada de verano en Mar del Plata.

–Es curioso que se anime a un topless hoy, con 41 años, cuando lo rechazó a los veintipico. ¿Su escote aún vale 250 mil dólares?
–Si es por el estado de mis lolas, no tengas dudas de que vale cada centavo. Pero no creo que Jorge Guinzburg pueda pagar esa suma… Me tienta la posibilidad de incorporar cosas al espectáculo. Hasta Leonor Benedetto, cuando bajó a camarines, me dijo: “Quiero verte más en bolas”. Tampoco pretendo algo de alto impacto: quizás un body painting o topless con pezonero.

–¿Y qué dirá su marido, Ova Sabatini?
–Aún no lo sabe. Pero, viste cómo son los argentinos: les encantan las chicas que enseñan las lolas y la cola… ¡siempre que no sean su mujer o sus hijas!

–¿Existe la crisis de los cuarenta?
–A mí me llegó con cierto retraso, a los 41. Estoy feliz con mi vida, con mi familia y mi trabajo. Pero al mismo tiempo hoy reconozco frustraciones. Abandoné la lucha para tener un cuarto hijo: me empezaron a dar hormonas, me hinché mucho… Pero no pasaba nada. Pasaron muchas cosas. Con respecto a mi imagen, ya no pretendo ser perfecta: sólo quiero ser una mujer linda de 41 años.

–¿Qué parte de su cuerpo le gusta menos?
–Las hormonas, mi amor. ¡Las odio!

–¿Existe el punto G en las mujeres?
–Claro. ¡Está al final de la palabra shopping! Y si el paseo de compras es con la tarjeta de otro, mejor.

–¿Todas las mujeres fingieron un orgasmo alguna vez?
–Sin dudas. ¿Por qué? No lo sé. Es cultural, creo. No son muchas las mujeres que se animan a decir: “No resultó bien”, “No era así el asunto”… Yo hace mil años que no finjo un orgasmo. Si no va, no va.

–¿Es bueno concretar las fantasías?
–Yo he concretado algunas de mis fantasías. Pero cuando se hacen realidad nunca alcanzan la intensidad que tenían cuando vivían en tu imaginación.

–¿A qué edad la mujer está en su mejor momento como amante?
–En cuanto a lo sexual, creo que la mujer es plena entre los 37 y los 45 años. Sabe bien cómo recibir y cómo dar placer.

–¿Y por qué los hombres corren detrás de las chicas de veinte?
–Porque todavía creen en Papá Noel. Compran espejitos de colores. ¡No saben lo que se pierden! Igual, los chicos nos buscan cuarentonas.

–Una ex funcionaria dijo que todas las mujeres fantasean con que les paguen luego de una relación sexual. ¿Está de acuerdo?
–No es mi caso. Jamás le acepté nada a nadie. Cuando era chica, mi mamá me decía: “Nunca le aceptes nada a un hombre, porque detrás del regalo siempre llega el pedido”.

–Esta pregunta alguna vez terminó con un programa de televisión: ¿el tamaño importa?
–No, pero… ¿Cómo decirlo? Mira, si yo te doy todo este cuerpito, también pido algo a cambio. ¿Se entiende?

–Perfectamente... Hace doce años que vive en matrimonio. ¿Cómo sostiene la pasión?
–Tenemos mucho amor. Y mantenemos la atracción: aún nos vemos y nos gustamos.

Catherine analiza la posibilidad de hacer el primer topless de su vida en el verano: “<i>Todos me lo piden. Hasta Leonor Benedetto me dijo</i>: ‘Quiero verte más en bolas’”.

Catherine analiza la posibilidad de hacer el primer topless de su vida en el verano: “Todos me lo piden. Hasta Leonor Benedetto me dijo: ‘Quiero verte más en bolas’”.

“<i>Todas las mujeres fingimos un orgasmo alguna vez. ¿Por qué? Creo que es cultural. No son muchas las que se animan a decir</i> ‘No resultó bien’, ‘No era así el asunto’… <i>Yo hace mil años que no finjo un orgasmo. Si no va, no va</i>”

Todas las mujeres fingimos un orgasmo alguna vez. ¿Por qué? Creo que es cultural. No son muchas las que se animan a decir ‘No resultó bien’, ‘No era así el asunto’… Yo hace mil años que no finjo un orgasmo. Si no va, no va

“<i>Yo concreté algunas de mis fantasías. Pero cuando se hacen realidad, nunca alcanzan la intensidad que tenían cuando vivían en tu imaginación</i>”

Yo concreté algunas de mis fantasías. Pero cuando se hacen realidad, nunca alcanzan la intensidad que tenían cuando vivían en tu imaginación

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